Climax vuelve por las raíces del rock
Ahora, como New Climax, el grupo se presenta hoy en Casa de Piedra.

New Climax es el nombre de la formación, en uno de sus ensayos para su presentación.
Fue una noticia que sacudió las melenas que ya no existen. Aquel ‘power-trío’ de fines de los 60, Climax, fue una banda que marcó historia y aún hoy conserva su ‘chapa’ de mito viviente en el ambiente rockero de La Paz.
Por ello, las generaciones de fans siempre aguardan la gran noticia del retorno, que se hará realidad hoy en el nuevo boliche del arte de La Paz, Stone House o Casa de Piedra (c. Ecuador, 1982), que brindará una alfombra de gala para el retorno de la nueva versión de aquel grupo primogénito del rock hecho por estos lares.
New Climax es el nombre del nuevo grupo refundado con integrantes de otro pilar del rock local, Loving Darks. Este cuarteto involucra hoy en sus lides, además de Córdova y Eguino, a Raúl Saavedra (bajo) y André Ratay (teclados), además del cantante Ángelo Jové. “Volveremos a tocar los clásicos de los años 70 y 80 con los que crecimos. Desde The Doors hasta Deep Purple”, explica Córdova.
Eguino dice que, después de algunas temporadas alejadas del rock, producto de la pandemia por el COVID-19, esta será una buena oportunidad para retomar el buen rock de fines del siglo XX. “Vemos que hay un vacío, las nuevas generaciones desconocen la historia y producción de aquellos grupos que forjaron esta historia. Nosotros volveremos a interpretar mucha de aquella música que cambió al mundo y esperamos volver a sacar un nuevo material”.
HISTORIA.
Climax, formada por los paceñísimos Álvaro Córdova (batería), José Pepe Eguino (guitarra), y Javier Saldías (bajo), sin duda, los instrumentistas más avezados de la época, significó una excelente y prometedora aparición para el movimiento rockero nacional.
El power-trío era una clara muestra de que el rock boliviano estaba evolucionando y había tomado, con esta agrupación, una senda legítima.
La historia del grupo se remonta a enero de 1968, año en que José Pepe Eguino y Javier Saldías abandonaban The Black Birds, pues confirmaban un viejo anhelo: viajar hacia Estados Unidos para apreciar, desde el mismo lugar de los hechos, los nuevos aires que había tomado el género del rock. Llevaron consigo a un amigo fanático de la batería, Álvaro Córdova, quien también se había desvinculado de su grupo Las Tortugas con la firme idea de hacer carrera en el gigante del Norte.
En la costa oeste de aquel país, se había gestado un movimiento cultural desde mediados de década conocido como “flower- power”, una expresión masiva organizada por jóvenes, “los niños de las flores”, quienes reclamaban “paz, amor y libertad” en los años de la Guerra de Vietnam. Aquella manifestación daría vida a la denominada Nación Woodstock fundada por los hippies, cuya ideología de “Haz el amor y no la guerra’ se transmitía como una onda expansiva por el mundo de Occidente.

Fue en San Francisco, California, donde se habían dado las condiciones para la difusión de un estilo de rock experimental, el cual fuera bautizado como “de vanguardia” o “sicodélico”. Jefferson Airplane, Grateful Dead, The Mamas and The Papas, y más subterráneamente Frank Zappa, serían los gestores de un movimiento que se fue desinflando con el fin de la década, pero que de todos modos hizo parte del proceso en la evolución del rock hasta estos días.
El trío Eguino-Saldías-Córdova se radicó por espacio de 10 meses en Denver, Colorado, desde donde tuvieron acceso a todo tipo de conciertos e información. Fueron privilegiados espectadores en actuaciones de Jimi Hendrix-Experience, Cream y The Doors, y aquel nuevo estilo les abriría la mente hacia la experimentación.
Bajo aquella influencia y tras concluir que abrirse espacio entre los músicos estadounidenses sería una tarea prácticamente imposible, el trío Eguino-Saldías- Córdova alistó sus maletas para el retorno a fines de 1968.
Nuevamente en La Paz, la llegada de los músicos empezó a generar gran expectativa, aún sin saber si iban a dar vida a una nueva formación, pues la fama que cargaban a cuestas despertaba suficiente curiosidad por apreciar todo lo que habían asimilado durante su estadía en los Estados Unidos. Y de hecho, el grupo, una vez formalizada su propuesta, no defraudó. Autodenominados como Climax, el estado purificador al que aspiraban llegar mediante la música, los Eguino-Saldías-Córdova intentaron personificar la versatilidad de Clapton-Bruce-Baker (Cream), pero con estilo propio.
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Las primeras presentaciones se realizaron en el Cine Teatro Monje Campero de El Prado, en el Teatro Al Aire Libre y en los terrenos del Coliseo Cerrado de la calle México, con una receptividad avasallante. Los interminables solos de guitarra de Eguino, la incansable a la vez de melódica base de Javier y la aceleradísima percusión de Córdova, quien como un adelantado de su tiempo tocaba con dos baterías, lado a lado, fueron la fórmula alquímica que catapultó a Climax como el power-trío nacional.
En vista de su explosiva performance fueron invitados por un sello para registrar su primera producción que incluiría, como una condicionante de la época, versiones de himnos del rock mundial. Born to be wild, de Steppenwolf, Sunshine of your love y Tales of the Brave Ulises, de Cream, y Fire de Jimi Hendrix Experience, fueron los más coreados en sus presentaciones al vivo. Climax, con aquel bagaje, se distanció años luz de la propuesta de la Nueva Ola de sus bandas colegas.
En una de aquellas actuaciones realizadas en el Círculo de Oficiales del Ejército, tuvieron la visita en camerino de un hombre cuya contextura física llamaba la atención. Se trataba de un regordete “marine” estadounidense de servicio en el país llamado Bob Hopkins, quien pidió colaborar con el trío tocando su armónica.
La química fue instantánea, los músicos bolivianos habían quedado tan impresionados por la forma de tocar del norteamericano, que junto a él se lanzaron a la composición del material de su segundo EP. Hacia 1970, vería la luz el nuevo lanzamiento del ahora cuarteto con las canciones El abrigo café de piel de gallina, (original de Otis Rush) cantada por Hopkins, y las primeras composiciones The Seeker y Ritmo de la vida.
Pese al retraso en su salida a la venta, aquel disco se agotó por completo, abriendo el camino para mejores condiciones en la grabación de las futuras producciones del grupo. Pero luego de algunas presentaciones por ciudades del interior del país, la carrera de Climax entró en un breve receso. El primero en marcharse había sido Hopkins y le siguió Pepe Eguino. Hacia 1971, los otros dos miembros fundadores llaman a Nicolás Suárez en los teclados y Félix Chávez en la guitarra, formación con la que viajan a Buenos Aires, Argentina, para algunas presentaciones.
Al retorno, los músicos bifurcaron sus carreras por Estados Unidos y Argentina. En este último país, Saldías y Córdova integrarían el grupo Mahatma con el guitarrista argentino Jorge Montes.
RETORNO.
Tras algunas idas y venidas, finalmente en 1974 el trío original confirma su reunión, que tendrá como producto Gusano Mecánico, título de aquel Long Play con composiciones propias en su totalidad. Se trataba de un disco conceptual con canciones como Pachacutec (Rey de Oro), Transfusión de luz y Cristales soñadores, entre otros títulos.
La excesiva confianza en el producto final les permitió un detallado proceso de post producción, que se tradujo en un álbum de tapa doble con un grabado del artista plástico MC Esher, en el que se distinguía un laberinto surrealista de escaleras en clara alusión a la mecanización del hombre en sociedad, como sugería el nombre del disco.
El LP, como su predecesor, también se agotó y hoy es una reliquia muy apetecida por coleccionistas. Lamentablemente, aquel material no iba a ser muy promocionado, pues al trío no le quedaría mucha vida pese a una breve experimentación con el jazz-rock. Hacia fines de 1975, el eterno baterista emigrante hacía maletas una vez más, dejando colgados a los otros dos músicos.
Tiempo más tarde, Córdova retornaría en 1977 y daría vida, nuevamente, junto a Saldías y Eguino bajo el nombre de Años Luz.
Con los años, y ante retornos intempestivos de Córdova, Climax volvió a presentarse en festivales de música, como el organizado por FM Contemporánea, ex Radio Chuquisaca, en 1992.
A fines de 2002, tras casi 10 años de ausencia, el baterista retornó de modo definitivo a La Paz, y en abril de 2003 brindaron un concierto inolvidable en el Teatro Municipal de La Paz, donde recibieron un Diploma al Mérito por su carrera.