Natalie Portman reina en Venecia y apunta al Óscar
Reconoció sin pudor que está aterrada con este trabajo y recibió hasta una declaración de amor por parte de un periodista que dijo adorarla desde que la vio por primera vez en "Léon" (1994), cuando ella solo tenía 13 años.
Natalie Portman fue la estrella este miércoles del Festival de Venecia, donde llegó con sonrisa tímida a presentar «Jackie», una película de Pablo Larraín con la que apunta a su segundo Óscar con su papel «más peligroso» al interpretar a un mito mundialmente conocido.
A sus 35 años y con más de dos décadas de experiencia a sus espaldas, la actriz se mostró cálida en la presentación de un filme que le ha valido el aplauso unánime de la crítica presente en la Mostra.
Un personaje arriesgado porque se trata de alguien no solo real sino muy conocido, un símbolo y casi un mito por su matrimonio con John Fitzgerald Kennedy y una personalidad más desconocida de lo que su presencia en los medios haría suponer.
«Es quizás el personaje más peligroso que he interpretado porque todo el mundo sabía cómo hablaba, cómo se movía, nunca había interpretado a un personaje así», reconoció la actriz en una rueda de prensa en la que fue recibida con una ovación.
Reconoció sin pudor que está aterrada con este trabajo y recibió hasta una declaración de amor por parte de un periodista que dijo adorarla desde que la vio por primera vez en «Léon» (1994), cuando ella solo tenía 13 años.
Entre risas, contó que el rodaje de «Jackie» se había desarrollado precisamente en los estudios que Luc Besson, director de «Léon», tiene en París.
Y más seria explicó las dificultades de dar vida a Jackie Kennedy, papel para el que se preparó mirando parte de la ingente documentación escrita, visual y sonora que existe de la viuda de Kennedy.
Ahí pudo observar por ejemplo cómo cambiaba el tono y el timbre de su voz cuando ejercía de esposa del presidente o cuando estaba con sus amigos, pero reconoció que la figura de Jackie es más desconocida de lo que se cree en lo que se refiere a su parte más personal, por lo que tuvo que echar mano de la imaginación.
También le ayudó trabajar con actores como Peter Sarsgaard o con John Hurt, con el que ya había coincidido en «V for Vendetta» (2005) y al que calificó de «increíble».
Menos intimidadora que su personaje en la pantalla, la actriz no paró de sonreír y se mostró tan tímida como la Jackie en sus inicios como primera dama.
Con un largo y holgado vestido blanco con estampado de flores en negro y rojo, la actriz dejó gran parte del protagonismo en la rueda de prensa al director de la cinta pese a que la mayor parte de las preguntas se dirigían a ella.
Agradeció las alabanzas hacia su trabajo y se mostró parca en palabras pero satisfecha por un papel que podría suponer su tercera nominación al Óscar y su segundo premio.
La primera nominación le llegó por «Closer» en 2005 y la segunda, que se tradujo en premio, en 2011, por «Black Swan», en cuyo rodaje conoció a su marido, el bailarín francés Benjamin Millepied, con quien tiene un hijo, nacido en 2011.
Son las dos películas que más reconocimientos le han supuesto a una actriz que debutó en un largometraje con «Léon» y que enamoró a todos, especialmente a Timothy Hutton en «Beautiful Girls» (1995) cuando tenía solo 15 años.
Ha protagonizado películas como «Garden State» (2004), «The Other Boleyn Girl» (2008), «No Strings Attached» (2011) o «Knight of Cups» (2015).
Además de interpretar a la reina Amidala, nada menos que la madre de Luke Skywalker y la princesa Leia en la primera trilogía de «Star Wars».
Y también ha dado el salto a la dirección, primero con dos cortometrajes y el año pasado con su primer largo, «A Tale of Love and Darkness», una adaptación de un relato autobiográfico de Amos Oz que también protagonizó.
Un canto de amor al hebreo, la lengua de sus ancestros, y a sus orígenes israelíes, donde vivió hasta los tres años, cuando emigró con sus padres a Estados Unidos. (07/09/2016)