La mirada de una niña que lee
“La lectura es un placer, si te cansas después de dos o tres páginas, lo dejas y luego vuelves; con estos cinco libros te vas a transportar a otros mundos, los chicos necesitan eso”, le dice a los tres con mucho cariño y ternura. “¿Te vas a convertir en mi lectora?”, remata.

La autora famosa no está en el stand. Heyzel, de diez años, la espera pacientemente junto a su madre y padre. Sara Mancilla, la escritora cruceña que lleva vendidos 40.000 libros de su saga juvenil de ciencia ficción Benjamín, llega y atiende amorosamente a su joven lectora.
“La lectura es un placer, si te cansas después de dos o tres páginas, lo dejas y luego vuelves; con estos cinco libros te vas a transportar a otros mundos, los chicos necesitan eso”, le dice a los tres con mucho cariño y ternura. “¿Te vas a convertir en mi lectora?”, remata.
Junto a Heyzel y Sara está un viejo libro con miles de frases agradecidas para Mancilla de lectores de todo el mundo (principalmente de Bolivia, México, Argentina y Estados Unidos). La madre y el padre pagan Bs 200 y sienten que es la mejor inversión de su vida. Una niña que lee es un adulto que piensa. “No hay espectáculo más hermoso que la mirada de un niño que lee”, dijo una vez el Nobel alemán Günter Grass.
El rostro de Heyzel rezuma felicidad: “son mis primeros libros autografiados”. Sara, la “J.K. Rowling” boliviana con su Harry Potter chiquitano, también está chocha: ahí va otra niña dichosa con libros bajo el brazo.
* Esta columna salió incompleta el viernes, por lo que la repetimos.