Thursday 17 Apr 2025 | Actualizado a 23:56 PM

Comunicación digital: una carrera nueva para tiempos nuevos

/ 1 de marzo de 2025 / 21:03

Claudio Rossell, docente de la UCB, destaca cómo la digitalización ha transformado el acceso a la información y la narrativa multimedia.

En un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados, la comunicación digital se ha convertido en un pilar fundamental de la sociedad. La digitalización está transformando no solo cómo nos comunicamos, sino también cómo consumimos información, nos entretenemos y construimos narrativas. Este cambio profundo ha generado nuevos desafíos y oportunidades, especialmente para los jóvenes que buscan desarrollarse en el campo de la comunicación digital y multimedia.

La importancia de este tema es tal que instituciones educativas de primer nivel, como la Universidad Católica Boliviana (UCB), han decidido responder a estas demandas. A partir de 2025, la UCB lanzó la carrera de Comunicación Digital y Multimedia, una apuesta innovadora que busca formar profesionales capaces de enfrentar los retos de un mercado laboral global, competitivo y en constante evolución. Esta carrera no solo responde a la revolución tecnológica que vive Bolivia y el mundo, sino que también busca integrar valores éticos y una visión integral del ser humano en la formación de sus estudiantes.

Claudio Rossell, comunicador y docente a tiempo completo de la UCB, es una de las voces más autorizadas para analizar estos cambios. En un diálogo exclusivo con Escape, de La Razón, el también periodista desglosa cómo la comunicación ha evolucionado, qué habilidades son esenciales para los profesionales del futuro y cómo las universidades deben adaptarse para formar a los comunicadores del mañana. Desde los cambios culturales que ha traído la digitalización hasta los desafíos éticos que emergen, el profesional ofrece una visión profunda y crítica de lo que significa comunicar en la era digital.

 La digitalización y sus impactos culturales

Rossell inicia su análisis destacando los cambios culturales que ha traído consigo la tecnología. «La digitalización ha producido una reducción de costos generalizados en la producción y circulación del conocimiento», afirma. Desde la década de 1990, la World Wide Web ha permitido que la información sea más accesible, y en los últimos 15 o 20 años, las redes sociales han transformado la forma en que interactuamos con el mundo.

El experto distingue tres etapas clave en esta evolución: la Web 1.0, donde la publicación de textos e imágenes se volvió más accesible; la Web 2.0, donde los usuarios comenzaron a compartir conocimiento de manera más democrática; y la Web 3.0, que se enfoca en el usuario individual y su interacción con los mensajes. «Estamos lejos de haber llegado al límite en la transformación de la vida digital», asegura Rossell, quien cree que aún estamos en los albores de esta revolución.

Sin embargo, este avance no está exento de desafíos. Nuestro invitado señala que los jóvenes, a quienes se les denomina «nativos digitales», enfrentan una sobrecarga informativa. «Circula demasiada información, y por un lado es escasa la capacidad humana para procesar esa cantidad de información disponible cotidianamente», explica. Además, los jóvenes tienen poca capacidad para hacer una lectura crítica de los mensajes que reciben, lo que plantea un reto educativo fundamental: formar a las nuevas generaciones con conciencia crítica para lidiar con esta sobrecarga.

La influencia de lo digital

Las plataformas digitales han transformado no solo cómo consumimos información, sino también cómo nos entretenemos. Rossell describe este fenómeno como una «cornucopia de información y contenidos». Las redes sociales, en particular, han permitido acceder a rincones del planeta que antes eran inalcanzables. «Información a la que nunca hubiéramos podido acceder, datos, conocimiento al que por ejemplo nuestros padres nunca hubieran podido ingresar», comenta.

Sin embargo, esta abundancia de información también ha generado un problema: la multiplicación de versiones de un mismo hecho. «Hay muchas versiones de la realidad y al final del día uno puede terminar teniendo que elegir una de ellas», explica el comunicador. Este fenómeno, conocido como «posverdad», ha llevado a una fragmentación de la realidad, donde cada individuo puede encontrar una versión que se ajuste a sus preferencias personales o ideológicas.

La evolución de la comunicación

Rossell destaca que la comunicación ha cambiado radicalmente con la llegada de las plataformas digitales. «Literalmente está al alcance de nuestra mano la comunicación con cualquier persona en cualquier lugar del globo», afirma. Este cambio ha facilitado no solo la comunicación con conocidos, sino también con personas desconocidas, lo que ha abierto nuevas posibilidades de interacción.

En cuanto a la narrativa, nuestro entrevistado señala que las historias ya no se cuentan únicamente en un solo lenguaje. «Hemos pasado de estilos narrativos que se fundaban en el dominio de un lenguaje, a formas narrativas llamadas multimedia», explica. Además, la narrativa transmedia, donde una historia se cuenta en diferentes partes a través de diversos medios, ha revolucionado la forma en que se construyen y consumen las historias. Un ejemplo claro es la saga de Star Wars, que se expande a través de películas, novelas, cómics y series animadas.

El papel activo de las audiencias

En la era digital, las audiencias ya no son pasivas. El docente explica que el paradigma de la comunicación masiva ha cambiado: «La comunicación ocurre en forma de red, hay ya no solamente un emisor sino una multiplicidad de emisores». Las audiencias ahora comentan, celebran o deploran los mensajes que reciben, y tienen la capacidad técnica de replicarlos o redistribuirlos. «Las audiencias son activas», afirma.

Esta interactividad ha llevado a una mayor inmediatez. «Los mensajes circulan de modo prácticamente instantáneo», dice Rossell. Además, los mensajes quedan disponibles para ser revisitados, lo que ha generado un fenómeno conocido como «documentalidad», donde todo lo que se publica en línea deja una huella digital que puede ser recuperada en el futuro.

Oportunidades para los jóvenes profesionales

Rossell ve un futuro prometedor para los jóvenes profesionales en el campo de la comunicación digital. Considera que la transición hacia la vida digital está todavía en sus momentos iniciales. En ese marco, destaca que las universidades están adaptando sus currículos para responder a las demandas del mercado laboral. La UCB, por ejemplo, se ha lanzado la carrera de Comunicación Digital Multimedia, que combina pensamiento estratégico, manejo de tecnología y creatividad narrativa.

El experto también resalta la importancia de incorporar nuevas habilidades como la programación y el diseño interactivo. «La programación exige un modo de pensar y de estructurar el pensamiento que sea fácil de entender para el robot», explica. Además, el diseño de interfaces y la experiencia de usuario son competencias clave en la comunicación digital, ya que permiten crear mensajes que lleguen de manera efectiva a las audiencias.

Los desafíos éticos de lo digital

Uno de los temas más importantes que aborda Rossell es el de los desafíos éticos en la comunicación digital. «Los desafíos éticos me parece que son más grandes que nunca», afirma. En un mundo donde la posverdad y la desinformación son moneda corriente, los profesionales de la comunicación tienen la responsabilidad de poner un freno a los excesos.

“El problema es que la verdad no se puede conocer de manera directa, sino que se conoce a través de las diferentes representaciones que se hacen de la realidad», explica. Por ello, las universidades tienen el reto de formar a los estudiantes en pensamiento crítico y ética profesional, para que puedan discernir entre la información veraz y la desinformación.

El futuro de la comunicación digital

Claudio Rossell cierra su análisis con una reflexión sobre el futuro de la comunicación digital. «Estamos en tiempos de incertidumbre, pero también de grandes oportunidades», afirma. La digitalización ha transformado la forma en que nos comunicamos, contamos historias y consumimos información, pero también ha planteado desafíos éticos y educativos que deben ser abordados con urgencia.

Las universidades, como la UCB, están tomando la delantera en la formación de profesionales capaces de navegar en este nuevo ecosistema digital. «La comunicación digital multimedia es una carrera que responde a los retos actuales y futuros del país», concluye Rossell, quien ve en la combinación de creatividad, tecnología y pensamiento crítico la clave para el éxito en la era digital.

En un mundo donde la información es poder, la formación de comunicadores digitales éticos y críticos será fundamental para construir una sociedad más informada y consciente.

Le puede interesar: Miles de visitantes nacionales y extranjeros disfrutan del Carnaval del Bicentenario en Oruro

José Ballivián destaca en la Bienal de Mercosur, en Brasil

El proyecto del artista boliviano “Fe y otros relatos” combina videoarte y dibujo para explorar temas de fe, marginalidad e identidad.

/ 14 de abril de 2025 / 16:17

Una grata noticia que llega desde Porto Alegre (Brasil), es la destacada participación del artista boliviano José Ballivián (La Paz, 1975) en la décimo cuarta edición de la Bienal del Mercosur (27 de marzo al 1 de junio). El artista fue seleccionado por la curaduría del evento –a la cabeza de Raphael Fonseca, junto con los curadores adjuntos Tiago Sant’Ana y Yina Jiménez Suriel–. Ballivián es uno de los 76 artistas invitados de distintas regiones del mundo, y participa con el proyecto “Fe y otros relatos”, consistente en una obra de videoarte y cuatro dibujos, de 105 x 150 [cm].

El concepto de esta versión de la bienal titula “Estalo” (palabra en portugués cercana al significado de chasquido), y se organizó con el objetivo de llegar a un público más amplio y diverso, insistiendo en mediar el arte a audiencias locales y globales. La Bienal Mercosur sucede en 18 instituciones diferentes en Porto Alegre. La participación del artista boliviano tiene lugar en uno de los mejores espacios de toda la bienal, se trata de la Fundación Ibere Camargo (Av. Padre Cacique, #2000, Cristal, Porto Alegre).

En comunicación desde Brasil, el artista manifestó: “la experiencia me ha permitido conocer artistas de otros países con los cuales tenemos coincidencias de intereses, y además gente muy buena”.

En la página de la Bienal Mercosur (https://www.bienalmercosul.art.br), se detalla los perfiles de cada artista y de los lugares de exhibición; de Ballivián destaca que “su producción se basa en temas que van de lo popular, a lo marginal y lo híbrido, representados em múltiples formas como diseño, escultura, instalación, performance y vídeos. Participó de proyectos en instituciones como la 57ª Bienal de Venecia, Bienalsur, Museo de Arte Contemporáneo (ARG), Museo Nacional de Arte (BOL), Kiosko Galería (BOL), entre otros”.

La 14ava Bienal de Mercosur permanecerá abierta durante 66 días, centrándose en los intercambios entre diferentes contextos sociales y lenguajes artísticos como una forma de abordar la multiplicidad de experiencias entre el arte y la vida.

Le puede interesar: Muere Vargas Llosa, el último escritor del ‘boom’ latinoamericano

Comparte y opina:

Matías Paradela: de pintura, garrafas e inestabilidad social

Matías Paradela convierte un objeto cotidiano en símbolo estético y existencial, explorando desde la pintura las tensiones entre fragilidad, rutina y estallido.

/ 12 de abril de 2025 / 20:26

“Es como un dedo que apunta a la luna. No te concentres en el dedo o te perderás toda esa gloria celestial”, Bruce Lee, Striking Thoughts

Una experiencia sui generis estuvo abierta al público de la ciudad de El Alto en el último trimestre del año pasado. Situada en la zona Ciudad Satélite, esta infraestructura que en otro tiempo fue un tanque de agua elevado, se convirtió desde hace un par de años en el Museo de Arte Antonio Paredes Candia, dotado de varias salas a lo largo de cuatro pisos, incluyendo un espacio para biblioteca, y con una colección llamativa de pinturas, esculturas y bienes culturales. En este lugar se realizó la exposición de pinturas “De batalla”, del artista argentino Matías Paradela (La Plata, 1989).

La muestra, distribuida en dos salas, hizo confrontar la presencia física de relucientes garrafas de GLP intervenidas –posadas sobre pedestales– junto a representaciones pictóricas de garrafas; estas pinturas al óleo, sin ser abstractas, se evaden a cualquier deseo de reflejar la realidad, ya que el afán del artista no corresponde a la pintura figurativa, y sí en cambio a hacer proliferar las posibles sensaciones y significados que despierta una garrafa en el imaginario colectivo de los bolivianos. 

La garrafa en escena

El tanque de gas, comúnmente conocido en Bolivia como garrafa, forma parte del sistema habitual de distribución de gas licuado de petróleo. Este tipo de vasija metálica con cierre hermético y de color amarillento, casi mostaza o a veces café, se utiliza para contener gases a presión o líquidos muy volátiles. Para el artista Paradela, la presencia tan fuerte de la garrafa en la vida cotidiana, fue un detalle que no le pasó inadvertido, cuando se vino a vivir de Buenos Aires a Bolivia el año 2013. Desde un principio le llamó la atención, y él mismo comentó que en Argentina la vida de una garrafa es mucho más anodina, menos vista.

Paradela recuerda que el 2020, durante la pandemia, se vio obligado a comprar una garrafa para tener gas, aunque al principio se había resistido un poco, ya que allá en Buenos Aires lo que se acostumbra usar en todas partes es la instalación de gas domiciliario.

“La garrafa es bastante menos común en Argentina, probablemente sea más de la vida del campo. Por eso me pareció extraño ver las garrafas en La Paz, yo lo tenía relacionado más con una cuestión de emergencia, o una situación particular. Allá las usas generalmente cuando algo no está bien. Entendí que aquí se vuelve una cuestión más cultural, porque ya funciona así. El Keiko (González) por ejemplo tiene la instalación en su casa, pero sigue usando la garrafa, para no hacer adaptar su cocina. Es algo super arraigado de aquí”. 

La garrafa es un objeto funcional, frágil a pesar de su dureza, que acompaña los quehaceres de muchas familias bolivianas, pero que poco o nada se luce en el plano estético. Mayormente sucia, manchada, pasea en los camiones de distribución, con el pitido tradicional por las calles, movilizando a los vecinos de los lugares por donde pasa. Tratada como mero contenedor del gas licuado, puesta en la cocina, su existencia es poco valorada a nivel visual.

Por otro lado, Paradela se refiere también a las bondades de la garrafa, las cuales fue descubriendo en su mismo uso.  

“No es tan inconveniente como parece el artefacto. Primero cuestionaba cuánto podría durar, pero luego vi que dura un montón, más de lo que imaginas. Se vuelve práctico, porque sabes cuánto vas a gastar, es como un gas prepago. Te va avisando, no te deja en cero de buenas a primeras. Y su fisicalidad es bien agresiva en algunas cosas, por ejemplo, al momento de abrirla, es bien dura. También tiene esta cosa de invasión a tu casa, con ese aspecto de objeto extraño. Mi esposa le tiene miedo por el hecho de que puede explotar. La garrafa tiene esa dualidad que me atrae mucho. […]. Es muy propio de Bolivia, no lo he visto en otro lado”.

La estrategia pictórica de la garrafa

Como buen artista contemporáneo, Paradela se apropia del signo de la garrafa para situarse en una zona de ambigüedad semántica, pero a la vez jugando con la carga política y simbólica del objeto, que en Bolivia recuerda eventos como la guerra del gas que se vivió a inicios de este siglo. No se entromete demasiado ahí Paradela, en el fondo su asunto es la pintura, no la política. Estos artefactos amarillentos los toma como disparadores de sensaciones, él pinta cuadros coloridos donde parece haber dibujado a las garrafas con la mano de un niño. No deja de ser un ejercicio juguetón y que también es consciente de la dimensión comercial del cuadro de pintura, en su faceta decorativa de ambientes.

Como hemos dicho, el asunto central de Paradela es la pintura. Incluso cuando opera con la garrafa misma como objeto y la coloca dentro de sus exposiciones, lo hace pensando en la materialidad de la pintura. No aborda el hecho de colocar una garrafa dentro de un museo en tanto que readymade, ya que la perspectiva idealista, o desobjetualizante, no le interesa, al contrario, él se posa en el objeto, lo resalta, le saca brillo, y lo interviene con diseños de su propia mano, casi como tatuando una piel. Desnaturaliza a la garrafa, será entonces objeto de contemplación estética, será soporte, pero también será, por analogía, una especie de símbolo muy decidor en su dualidad, como los tiempos que corren, situaciones de fragilidad absoluta combinadas con imágenes de la más silvestre cotidianeidad, la sensación de que todo se puede ir al diablo más temprano que tarde, pero que al mismo tiempo se contiene, como una bomba de tiempo muy cerca, en medio de nuestras vidas.

Habiendo migrado de su país natal, actualmente en posición de “residente-extranjero” y además en calidad de “permanente–por cinco años”, él lo cuenta así de manera graciosa mostrando su carnet, Paradela reflexiona en esta exposición acerca del estar en tránsito, sentirse un fluido, o en sus palabras, “un espectro sin cuerpo que busca reclamar su propio territorio” , como una de las razones por las que ha pintado repetidamente esta serie de pinturas sobre garrafas.   

Lo que quisiéramos agregar es que Matías Paradela no pinta garrafas, sino que ante todo pinta; el fin de su pintura no es la representación de un objeto tal como existe en la realidad, sino la necesidad de captar una sensación existencial contemporánea que lo atraviesa. Paradela no pinta garrafas, sino que pinta con la sensación de las garrafas. ¿Y qué sensación será esta? Tal vez la de la inestabilidad, la continua posibilidad de que todo cambie en un estallido.

Epílogo: no te concentres en el dedo

Si tomamos nota de las figuras de dragones que suele pintar en sus garrafas, habiendo titulado una de ellas “Operación Dragón”, veremos la clara alusión a uno de los referentes de la cultura pop que Paradela utiliza, nos referimos a Bruce Lee (1940-1973), artista marcial, actor y divulgador de la filosofía oriental. Para cerrar este texto, recordaremos palabras de Lee hablándole a un estudiante en dicha película: “no te concentres en el dedo que apunta a la Luna, o te perderás de toda esa gloria celestial”. Pasa algo similar con las garrafas en la pintura de Paradela, la garrafa es el dedo que apunta a otra cosa, un fondo rico en sensaciones y posibles conversaciones.

Le puede interesar: La octava entrega de Misión Imposible llega a los cines en mayo

Comparte y opina:

Pati García y “La Senda” de la conservación

La teatrista y educadora presentará un libro interactivo el 15 de abril en el teatro del Colegio Calvert.

/ 12 de abril de 2025 / 20:09

Las segundas oportunidades son el motor del primer libro de Pati García, «La Senda». Actriz, directora, educadora… como la artista apasionada que es, siempre ha tenido muchas fuentes de inspiración, pero fue una experiencia como madre la que le llevó a esta obra. Los paseos a Coroico con sus hijos y su curiosidad por las historias de los animales silvestres rescatados le dieron la idea de esta publicación interactiva que combina cuentos con ilustraciones, música, teatro y video, todo un viaje sensorial para despertar la conciencia ambiental y resaltar la importancia de las segundas oportunidades. «La Senda» se presentará este martes 15 de abril, a las 19.00, en el Teatro Michael Donahue del Colegio Calvert (Calle 10 de Calacoto).

«Con mis hijos hemos ido muchas veces a los Yungas y ahí hemos hecho el recorrido del refugio Senda Verde, en Yolosa. Año tras año conocimos las diferentes historias de los animales silvestres que se han rescatado. Al escucharlas tantas veces y ver cómo los chicos reaccionaban con el entorno, empecé a anotar todas las historias concretas, con los nombres incluso de cada ‘bicho’, y decidí que iba a hacer una obra de teatro. Luego de analizarlo mejor, pensé en que no era el medio adecuado por la logística, pues se me hacía muy difícil poder llevarla a todos lados. Entonces participé con mi proyecto en el premio Eduardo Abaroa y gané: un desafío enorme que implicaba escribir el libro para después hacer una hora de teatro y después un podcast. Yo quería vincular las artes con el libro para tener más llegada a papás y niños», recuerda García.

Así finalmente nació el enfoque interactivo de esta publicación para las artes con las páginas: códigos QR para que niños y niñas puedan acceder a videos, música y material audiovisual que complementen la narrativa, las ilustraciones y así ofrecer una experiencia inmersiva en las artes escénicas. Los videos fueron dirigidos por la propia autora y filmados en el Teatro Michael Donahue. «Conocía a Carolina Paz, la ilustradora, porque ya hizo teatro conmigo cuando era mi estudiante y ya venía ilustrando animales bolivianos. Hablé con ella y se animó a hacerlo junto a mi mirada sobre el libro, pues el proceso fue distinto: no simplemente escribía el cuento, sino que lo planteaba escénicamente, imaginaba cómo eran los colores, para que pueda plasmar esta idea que había surgido desde una mirada teatral». Al equipo de ilustración se unió Oscar Zalles.

Fusión de artes

El proyecto es un trabajo de Escenalmargen, colectivo de creación artística creado en 2013 bajo la dirección de García. «La idea era vincularme con este equipo de gente joven para que desde ahí se generen las escenas teatrales dentro del libro. Hemos seguido el mismo proceso de investigación que siempre hacemos para una obra de teatro», agrega la directora nacida en Madrid, España, y radicada en Bolivia, donde desde muy joven ha forjado una reconocida carrera artística de 30 años.

Los videos cuentan con las actuaciones de Avril León, Mariana Torrico y Wenceslao Urquizo. La cámara y edición estuvieron a cargo de Marcelo Huarachi, y la musicalización de Juan Andrés Palacios, quien compuso la canción original «La Senda». «Como tras la noche, la cortina/ Deja entrar la luz del día/ En la espesura de la selva/ Entra un rayo de sol», dice la canción. «La parte musical nos ha ayudado mucho en plantear el concepto de la segunda oportunidad en educación para los niños», apunta la directora.

García destaca que el mensaje del libro gira en torno a las segundas oportunidades, como las de los animales silvestres de la fauna boliviana rescatados por Senda Verde. «Como resaltamos la sostenibilidad y el aprovechamiento de los recursos en la obra, los vestuarios y decorados utilizados en los videos fueron creados con materiales reciclados de producciones teatrales anteriores, dando una nueva vida a estos elementos escénicos y reforzando la idea de reutilización y creatividad en el arte».

«Para mí ha sido todo un aprendizaje. Yo no tenía idea de todo lo que implica hacer un libro, porque una piensa que solo es la parte creativa en sí misma, pero existen muchos factores contemplados, como el formato adecuado, cosa que cuando el niño abra el libro, tenga una experiencia única. También debimos pensar en quiénes se involucrarán con el libro, pues puede que el niño necesite un adulto para entenderlo o bien, lo pueda manejar solo. Los niños de hoy no sueltan el celular, entonces teníamos que ofrecerles la posibilidad de que puedan escanear y encontrarse con algo nuevo».

Pati García y la experiencia de Senda Verde

Situado en el municipio de Coroico, el refugio de vida silvestre Senda Verde tiene como misión salvar y cobijar animales silvestres rescatados del tráfico ilegal y de la destrucción de sus hábitats, e inspirar acciones para resilvestrar, sanar y proteger la naturaleza, motivando desde su visión para lograr transformaciones significativas. Sus fundadores, Vicky Ossio y Marcelo Levy, desde su amor a los animales y la naturaleza, iniciaron este viaje en 2003 rescatando un primer mono capuchino huérfano. Actualmente es el hogar de más de 1.000 animales de 70 especies diferentes.

«Desde el inicio hablé con Vicky y le dije que tenía esta idea del libro. Yo también quería generar recursos económicos que pudiesen ir para Senda Verde. Si bien el libro es todo un gasto gigantesco, se tiene contemplado entregar una cantidad de libros a Senda Verde para que puedan recaudar fondos. La idea es que los visitantes tengan también la oportunidad de encontrar el libro in situ y que el dinero que se recaude sea para los animales», comparte García.

Como la vocación del libro es educativa, la idea es llegar a los niños de la escuela de diferentes comunidades de la zona. «La presentación del libro de este martes nos permitirá tener cierta llegada a gente a la que le pueda interesar ser padrino o madrina de un libro para que vaya a las comunidades. Ahí se continuaría moviendo el libro de otra manera, como con la presencia de un cuentacuentos que pueda relatar el libro en una escuela y dejarlo ahí para proyectar después todo el material que está dentro de la publicación».

La presentación de «La Senda» contará con la participación de Vicky Ossio, como representante de Senda Verde; Carolina Paz, ilustradora y directora de Contento Estudio; Juan Andrés Palacios, responsable de la musicalización del libro; y la moderación de Nicole Nucinkis.

La invitación está abierta a todo el público interesado en conocer más sobre este proyecto y que desea sumarse a la reflexión sobre el rol de las personas en el cuidado del planeta. Si se desea participar, se puede escribir a [email protected] para recibir una invitación. Y para adquirir el libro y ayudar a que este proyecto continúe creciendo, escribir al WhatsApp 78888403.

Le puede interesar: El grupo chileno Kudai regresa a La Paz para un concierto en julio

Comparte y opina:

La fotografía de Juan Murillo: 60 años a luz y sombra

Juan Murillo Dencker presenta un recorrido visual íntimo y reflexivo atravesado por la memoria, el arte y la filosofía.

/ 12 de abril de 2025 / 19:42

En un acto que conjuga memoria, arte y filosofía, el reconocido crítico y ensayista boliviano Juan Murillo Dencker inauguró el pasado miércoles su exposición de fotografía «60 años de luz y sombra» en la Galería Vertical del Espacio Patiño en La Paz. La muestra, compuesta por cien fotografías cuidadosamente seleccionadas, es la segunda muestra del autor y revela una faceta profundamente arraigada en su sensibilidad artística.

Crecer con la fotografía

El vínculo de Murillo con la fotografía comenzó tempranamente. «Yo tenía ocho años, ahora tengo 70, y a mis ocho años me tocó hacer la primera comunión, como hacen todos los niños que estudian en un colegio de formación católica. Yo estudiaba con los jesuitas en el Colegio San Calixto«, relata Murillo.

En esa ocasión tan especial, recibió un regalo que cambiaría su percepción del mundo. «Mi padrino de primera comunión me regala una cámara fotográfica Kodak brownie, y yo recibo la cámara, recibo película, y como todo niño empiezo a usar mis juguetes, y empiezo a sacar fotos el día de mi primera comunión», rememora el artista.

Sin embargo, lo que comenzó como un juego infantil adquirió una dimensión existencial más grande apenas unas semanas después. «Un mes después, muere mi padre, y por alguna casualidad, en la cámara grande de la familia, donde se sacaban fotografías con diapositivas o slides, como se llaman, por alguna extraña razón, se velaron», cuenta Murillo.

«Por tanto, las últimas fotos de mi padre en vida, fueron las que yo tomé con mi pequeña cámara, a propósito de mi primera comunión», señala el autor, subrayando cómo este hecho marcaría profundamente su relación con la imagen fotográfica.

El photo-lapsus en Murillo

Con el paso de los años, y tras décadas de capturar imágenes sin hacer de ello una profesión formal, Murillo desarrolló una mirada teórica sobre su práctica fotográfica. Influenciado por su lectura de Roland Barthes, particularmente «La Cámara Lúcida», el autor elaboró un concepto propio que denomina «photo-lapsus».

«Hay una analogía entre lo que es el lapsus linguae y lo que yo he acuñado como un neologismo propio, que es el photo-lapsus», explica Murillo. «O sea, precisamente la mirada te provoca un tropiezo a mirar, te provoca una sensación diferente y dices, ah, estoy frente a una pintura, perdón, es una fotografía. O estoy frente a un carretón y resulta que es un tanque de guerra. O estoy frente a un paisaje del atardecer y pienso que es otra situación», detalla.

Murillo reflexiona sobre el arte de la fotografía

Esta interpretación del fenómeno fotográfico tiene raíces en la experiencia personal del autor con las ideas del teórico francés. Según relata Murillo, durante un encuentro con la biógrafa de Barthes en la Sorbona, ésta le hizo notar la coincidencia extraordinaria. «Ella tuvo una frase que para mí fue una conclusión muy interesante, no solo en lo poético, en lo fotográfico, en lo literario, sino que me dijo ‘tú has leído el libro de Roland Barthes antes de que Roland Barthes lo haya escrito’, porque era exactamente la misma vivencia».

Murillo también rescata el célebre aforismo de Barthes que dice «a veces para ver mejor una fotografía es mejor cerrar los ojos». Una idea que desarrolla al afirmar que «cuando tú miras una imagen, una fotografía, y te toca, te conmueve, como puede ser un poema escrito, te lleva a habitar un espacio, y ese espacio es el que tú quieres disfrutar o sufrir, porque no solamente es felicidad lo que produce cuando te conmueve un poema».

Murillo y una escritura de luz

El título de la exposición, «60 años de luz y sombra», no es casual. Para Murillo, la práctica fotográfica constituye un ejercicio de escritura con luz, en consonancia con la etimología misma de la palabra fotografía.

«Empecé a mirar mis fotografías, y empecé a mirar las que ya había tomado, las que ya había hecho, y las que podía potencialmente tomar, como una propuesta mía de perseguir la poesía frente a una imagen», expresa el autor, sugiriendo una búsqueda constante por capturar algo más allá de lo evidente.

Esta concepción se relaciona directamente con su labor como escritor y crítico. «En la poesía, sobre todo cuando la lees en voz alta, porque yo no escribo poesía, pero en la poesía que leo de los poetas evidentemente me interesa la sonoridad, me interesa la cadencia, el ritmo que puede tener. Le exiges un ritmo y esta lectura va creando de una u otra manera en tu mente una imagen», reflexiona Murillo, estableciendo un vínculo entre la creación literaria y visual.

La fotografía a través del tiempo

La trayectoria fotográfica de Murillo atraviesa los grandes cambios tecnológicos del medio. «Es interesante porque tengo toda la parte de mi etapa analógica, cuando había la película tuve el cuarto oscuro, mi ampliadora y mi reveladora», recuerda.

Este proceso forma parte esencial de su relación con la fotografía. «La fotografía en sus orígenes y procesos de laboratorio ha estado muy cerca del campo de la alquimia, es decir una relación mágica entre el disparo, la película, y los químicos que convertían las sales de plata en imagen».

Sin embargo, el autor también ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos. «Después fue crucial el momento que tuve que entrar y aceptar que el mundo se había hecho digital, que también tenía que tener una cámara digital para seguir haciendo lo que me gusta hacer, que es captar instantes y que de alguna manera crean espacios fotográficos que tienen su propia narrativa», comenta.

Una galería en movimiento

La exposición «60 años de luz y sombra» no es solo notable por su contenido, sino también por la forma en que invita al espectador a relacionarse con las imágenes. Al estar dispuesta en la Galería Vertical del Espacio Patiño, las fotografías se distribuyen a lo largo de diferentes niveles conectados por escaleras.

«Esta exposición la estoy haciendo en cuatro pisos alrededor de las escaleras de lo que se denomina la Galería Vertical de la Fundación Patiño por tanto uno va mirando la fotografía, pero como vas cambiando de altura o ganando altura según vas en la dirección de las gradas, tu punto de vista también va cambiando y no es la misma fotografía quizás la que vas viendo cuando te subes o bajas o te acercas a la imagen en el descanso», explica Murillo.

Esta disposición espacial no es arbitraria, sino que refuerza la concepción del autor sobre la mirada fotográfica como algo en constante transformación, donde el punto de vista físico altera la percepción de la imagen.

De lo íntimo a lo público

A pesar de su larga trayectoria capturando imágenes, Murillo confiesa que durante mucho tiempo sus fotografías permanecieron en la intimidad de sus archivos personales. «Durante 60 años todo lo que estaba fotografiando, todo lo que estaba ‘escribiendo con luz’ quedaba en mis archivos. Tenía revelados los rollos, impresas las fotos y cada vez me daba cuenta que tenía más y más fotografías impresas hasta que el año pasado me animé a hacer la primera exposición», precisa.

Previamente, su obra visual había tenido una circulación limitada. «Hice algunas publicaciones en revistas académicas y junto a la poeta española Teresa Domingo Catalá se publicó en España el libro ‘Majar las rosas’ con mis fotografías y su poesía», afirma. Sin embargo, la actual exposición representa una oportunidad para que el público conozca esta faceta del reconocido ensayista.

La muestra, que permanecerá abierta por dos meses en el Espacio Patiño, será inaugurada con la conferencia «Acuñando un neologismo: photo-lapsus», donde Murillo expondrá en detalle esta concepción teórica que vincula su práctica fotográfica con su labor de escritor y crítico.

«60 años de luz y sombra» no es solo una exposición fotográfica, sino un testimonio visual de seis décadas de mirada atenta, donde cada imagen contiene en sí misma una narrativa propia, un tropiezo visual que nos invita a habitar ese espacio donde, como sugiere Barthes y reafirma Murillo, a veces es necesario cerrar los ojos para ver mejor.

Le puede interesar: La segunda Feria del Libro de El Alto atrajo a 42.000 visitantes y tuvo más expositores

Comparte y opina:

Recuperarse tras el fuego, una tarea de cooperación y voluntad

Jóvenes y líderes comunitarios se han convertido en agentes de cambio en las comunidades de Santa Ana y El Carmen luego de enfrentar los incendios forestales.

/ 5 de abril de 2025 / 23:32

Diana Yamba sonríe sentada en el patio de su casa sobre un asiento largo hecho de madera, rodeada de un paisaje lleno de verde, humedad y un cielo cargado de nubes que anuncian un aguacero sobre la Comunidad de Santa Ana del Municipio de Urubichá. Tiene veinte años y se dedica a la venta de empanadas, gelatina y somó, entre otros productos. Pero seis meses atrás la situación era totalmente distinta, su comunidad estaba siendo azotada por los incendios forestales y un humo espeso cubría el ambiente, enfermando principalmente a niños, niñas y personas mayores.

2024 fue un año de horror para el país, diez millones de hectáreas de bosque y pastizales totalmente calcinados. Santa Cruz fue el departamento más afectado. Cientos de personas trabajando para apagar las llamas y una declaratoria de desastre nacional dejaron una huella de carbón y cenizas de la que poco o nada se habla, pero, sin embargo, es una etapa en que se suman voluntades para realizar acciones concretas y preventivas para devolverle la esperanza -y un aire limpio- a las comunidades afectadas. Diana fue una de las mujeres más jóvenes en sumarse a los equipos voluntarios para emprender tareas de recuperación tras el fuego.

Ella recuerda que el mayor miedo que tenían sus vecinos era perder sus casas y que los techos de palmera se quemaran con facilidad, como lamentablemente pasó con la mayoría de los alimentos que sembraron. En los momentos más difíciles del incendio Diana se concentró en ayudar y socorrer a los ancianos de su comunidad, además, a través de diversos proyectos de capacitación, fue una de las primeras jóvenes en aprender a clorar el agua, un proceso de desinfección para potabilizar este importante recurso natural y eliminar microorganismos, deteniendo la diseminación de enfermedades transmitidas por beber agua contaminada. «Ahora tomamos agua más saludable, más sana» dice Diana.

La vida tranquila del campo, el aprecio por la naturaleza, la época de siembra, el cultivo y jugar al fútbol con sus amigas es lo que más le gusta de vivir en comunidad. Ella se encarga de capacitar a otros jóvenes en acciones de prevención de incendios y tareas básicas de gran importancia como: chaquear con cuidado y control, respetar el medio ambiente y desinfectar el agua. Sus acciones dejan un testimonio real de cómo las comunidades campesinas se comprometen y se apoyan para seguir adelante luego de que las llamas se apagan, pero dejan un largo camino de recuperación y desafíos futuros.

Ricardo Procchio Eguez es Presidente de la OTB Comunidad El Carmen, un hombre alegre y amable que ama su trabajo, dedicado a enseñar la materia de Lenguaje a jóvenes chiquitanos. El año pasado, cuando el desastre se encontraba en su pico más alto, el profe tuvo que dejar sus actividades regulares y pasar a la primera línea de acción para contener el fuego y proteger la riqueza de la reserva natural que se encuentra en su comunidad, donde habitan árboles importantes como el Copaibo, el Almendro y las tan apreciadas Orquídeas, consideradas un emblema de Concepción.

Esta flor se ve amenazada en las épocas de incendios y con ella la economía de las comunidades, el Festival de la Orquídea no tuvo edición 2024.

«El Carmen sufre» a consecuencia de los incendios, nos cuenta el profesor Ricardo, quien ha experimentado afectaciones en su salud, ardor en los ojos y dificultades para respirar, ya que muchas veces ha encabezado las tareas de combate al siniestro sin ningún equipo de protección especializada.

Cada vez que Santa Cruz experimenta estas catástrofes, las secuelas son evidentes, dejando sequías en el suelo, en las norias y las quebradas. El trabajo de recuperación de los recursos hídricos es arduo.

Según explica el Profe, el equipamiento de bomberos, extintores en cada propiedad, capacitación constante, manos voluntarias, alerta y respuesta inmediata, forman parte de la estrategia que El Carmen implementa cada año para evitar que el fuego cause mayores consecuencias, son una muestra de resiliencia y acción colectiva para afrontar el desastre y conservar la belleza del territorio que es altamente visitado por turistas nacionales y extranjeros. Este 2025 tienen previsto que el Festival de la Orquídea vuelva con más fuerza y alegre la vida de los concepcioneños, guardianes de esta flor ícono que la toman como inspiración para generar conciencia en el cuidado del medioambiente y la naturaleza.

Las alianzas entre instituciones públicas y la cooperación Internacional, en coordinación con autoridades indígenas y diversas comunidades, han sido claves en las acciones de recuperación luego de los incendios. Por ejemplo, el proyecto de Atención y recuperación a la emergencia por Incendios Forestales en la Chiquitanía, fruto del esfuerzo de los Gobiernos Autónomos Municipales de Ascensión de Guarayos, El Puente, Urubichá, San Ignacio de Velasco y Concepción, junto a la Cooperación Internacional de Suiza – COSUDE desde el Hub Regional Lima, Helvetas Swiss Intercooperation, Solidar Suiza Bolivia y el Consorcio de Agencias Humanitarias en Bolivia.

El proyecto de Atención y recuperación a la emergencia por Incendios Forestales en la Chiquitanía se encuentra en el marco del acuerdo de cooperación bilateral en ayuda humanitaria de los gobiernos de Suiza y Bolivia.

Le puede interesar: Pixi Kata Matis, cineasta indígena brasileño: ‘Nuestro futuro es vivir entre dos mundos’

Comparte y opina: