Implantes
La más reciente crónica del reconocido artista y cantautor, Manuel Monroy Chazarreta, el Papirri.
Terminando los conciertos del Teatro Municipal de La Paz celebrando mis 45 años de canciones, fui al dentista de emergencia. No podía masticar. El doctor observó todas las concavidades, llegaron las radiografías, exámenes varios, entonces vino la sentencia: «Su parte de arriba está fatal, hay que poner 4 implantes y colocar una prótesis. No hay de otra». Luego del diagnóstico y con cara de banquero, me enseña el presupuesto. Era una cifra difícil de asimilar.
-Los implantes, señor Manuel, son hechos a medida, son unos clavos mágicos que suplantan la raíz… Ya colocado el implante, el tiempo que requerirá para cicatrizar la herida suele ser aproximadamente de tres meses.
-Una pregunta, doctor, ¿los implantes se pueden heredar? -le digo con cara de cojudo.
-¿Por qué pregunta eso?
-Mire, yo ya estoy en la sala de preembarque, en cualquier momento me iré al más allá, o al más acá; o sea, ya no voy a estar enaquí.
-¿Y…?
-Bueno, he decidido que me incendien nomás…
-¿O sea, señor Monroy?
-No quiero una tumba desabandonada, es triste… Prefiero nomás navegar el Titicaca en infinito luego de que me hagan polvo. Entonces, ¿lo que va a quedar de mí son esos implantes, no?
-Bueno, son de titanio…
-O sea, polvo seré y 4 implantes quedarán. Yo quisiera sinceramente, doctor, que mi amigo querido, el Astroboy, sea el heredero…
-¿El heredero de qué?
-De lo que va a quedar de mí. A él le tendrían que entregar los clavos mágicos de titanio. El Astroboy verá qué hacer; podría, por ejemplo, ir por la avenida Buenos Aires y hacerlos derretir para que se conviertan en aretes para las hermosas cholitas que bailan en el Gran Poder… Imagínese unos topos de titanio… O, por último, los puede vender nomás como materia prima para fabricar balas. La otra alternativa es que me ponga unos implantes, tal vez… ¿flexibles?
-Eso no es posible, don Papirri, el material es incorruptible, no se puede cortar, lijar, nada de eso.
-Bueno doctor, yo le aviso entonces, tengo que ver cómo hacer para pagarle…
-Me da el 50% y luego el saldo en 4 meses, ¿qué le parece? Es buena oferta… Ahora, tengo unos implantes coreanos que están más baratos, solo que no sé si aguantarán hasta su incendio.
– Entiendo. Bueno. Gracias, doctor.
Salgo a la calle con un alivio de urgencias. Aparece el Astroboy cargando dos humintas: «Vamos a cascarle, Manuelito, hora del té es…» Nos sentamos en una placita a masticar las humintas, entonces le digo: «Hermano Astroboy, he decidido dejarte de herencia mis implantes. Cuando te entreguen mi cuerpo vuelto cenizas, vas a reclamar; son 4 clavos de titanio que no se van a derretir. Vas a solicitar la devolución, seguro los de la empresa fúnebre no te van a querer devolver, por eso vamos a hacer una escritura con notario que te autorice a ser propietario de los clavos mágicos…»
-¿Y qué hago yo con esos clavos, Manuelito?
-Yo decía, ¿no?… Son pues duros, durísimos… Podrías, por ejemplo, hacer un gran martillo con dos de ellos… Con los restantes, puedes jugar a que son guardias de un palacio… o cambiar los cuatro por un anticrético mixto, no sé, che. Pero no los dejes ahí, en la intemperie, en manos ajenas.
-Ya, Manuelito, tal vez a mi mamá le sirvan los clavos mágicos.
-Puede ser, yo creo… Rica la huminta, hermano.
Días después llegaron las colas para un préstamo; 30 requisitos tenían el préstamo. Entonces llegó la cirugía de horrores: jodido estoy, tengo colmillos de titanio, zurcido estoy, en filigranas amargas, solo como puré, el documento vamos a tener que hacer luego de que me saquen los puntos.
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