Del encuentro pictórico Siñani-Ballivián en Neo Galería
José Ballivián y Maximiliano Siñani transforman los formatos y experimentan con materiales en una exposición que cuestiona valores y juega con las convenciones aceptadas.
En Neo Galería tuvo lugar la más reciente exposición conjunta de pintura –que estuvo vigente hasta ayer sábado–, de los artistas José Ballivián y Maximiliano Siñani. Presentaron un ensayo visual que combina el ánimo lúdico con el afán experimental. La muestra, compuesta por 24 pinturas de óleo sobre madera y sobre lienzo, fue titulada «*****» (5 estrellas). Los artistas declararon su deseo de que ni la palabra «estrellas» ni el número «5» fueran escritos en los textos de difusión, sino que se representara directamente el símbolo de las estrellas anotado cinco veces.
Lo curioso del título es que alude a las formas internacionales de calificar un servicio o un producto, como la puntuación de una película en una crítica de cine o de un local turístico en TripAdvisor; más cercano es el caso de los hoteles, que se califican con estrellas según una convención que los clasifica de acuerdo con parámetros como las dimensiones de la infraestructura, comodidad de los espacios o calidad de los servicios. Así pues, los artistas habrían puesto su nota a priori al trabajo presentado, asegurando un servicio de cinco estrellas. Pero es ante todo un juego; ambos artistas comentaron que se trató principalmente de una aspiración compartida.
Formas
Ahora, siguiéndoles el juego, cabe preguntarse: ¿bajo qué criterios podríamos puntuar esta exposición de pintura? Partiremos considerando como referencia las pautas marcadas por el mismo espacio expositivo de Neo Galería. La directora Canela Ugalde ya nos había comentado el deseo que tienen de estimular entre los artistas la exhibición de obras con formatos no tradicionales.
Esto se reafirmó con las palabras de su hermano Mariano Ugalde, director de la Galería El Salar: «El trabajo que está haciendo mi hermana también es de formación, de educación del ojo. Apuntamos a que Neo Galería marcará una pauta, elevará la vara de lo que se muestra, porque ahí los formatos serán siempre diferentes; con el ánimo de salir del cuadrito, del marquito típico, irnos a nuevos medios, empujando a los artistas a que hagan propuestas en ese sentido».
La palabra clave aquí es «formato». Este término, que en la producción artística y la historiografía del arte designa las dimensiones de una obra cualquiera –altura y anchura en el caso de las bidimensionales (pintura, dibujo, grabado, fotografía)–, se expresa convencionalmente en centímetros (o en pulgadas en países como Estados Unidos). A partir del formato se determina el encuadre; además, influye en la composición a través de las proporciones y de la orientación. Las proporciones más utilizadas son las que se aproximan a la razón áurea y las equilibradas del cuadrado; y menos habituales son los formatos curvos (circulares –tondo– o elípticos) o mixtilíneos. Las orientaciones más habituales son la vertical o la horizontal, siendo raro ver otras como la diagonal.
La exposición en Neo Galería
En este sentido, las obras presentadas por Ballivián y Siñani muestran a primera vista el ánimo de variar los formatos que utilizaron. Ballivián es ya de por sí dueño de una obra ecléctica, ambigua y cargada con agudo sentido del humor; trabajó en esta ocasión sobre el imaginario de las montañas en el Altiplano y los paisajes bolivianos, pero sin repetir los ejercicios de la pintura realista o figurativa –de amplia tradición en nuestro país–, sino haciendo que pase por el tamiz de un lenguaje contemporáneo, cercano también a la estética de las historietas. Sus personajes entre humanos y animales continúan apareciendo, incluyendo un guiño a la novela de Kafka, «La metamorfosis».
El formato de algunos de sus cuadros es sui géneris; ya no son figuras geométricas regulares, sino diferentes tipos de recortes del rectángulo o del cuadrado, donde aplicó empastes gruesos y colores cálidos, de estado de ánimo relajado. «Cada uno avanzó en lo suyo, no pintamos en función de lo que el otro hacía, pero compartíamos las premisas y entendimos que podía funcionar. Igual pienso, como artistas contemporáneos, que tenemos necesidad de enfrentarnos con el color» (Ballivián, 2024).
Materiales
Por su parte, Maximiliano Siñani continuó la travesía que lo ha ligado desde hace años a la invocación de las piedras y sus usos sociales en el territorio boliviano, desde lo más rústico, como es el bloqueo de carreteras, hasta el carácter ritual, como son las ofrendas que se hacen en el campo con las apachetas. Siñani recuperó trozos de madera de una construcción para convertirlos en soportes para su pintura, variando en diferentes tamaños rectangulares alargados, donde aparecen hileras de sus piedras. Prescindió del marco tradicional, adoptando una composición lineal, que plantea la idea de secuencias. Dispuso los cuadros en la exhibición variando la orientación, tanto de modo vertical como horizontal, en franco diálogo con las pinturas de Ballivián. «El óleo en madera ya se pinta desde hace siglos, sin ir muy lejos en el Renacimiento, pero no deja de ser sorprendente la potencia con que penetra el óleo en la madera. Ni José ni yo nos aferramos a un formato fijo, podemos hacer pintura, video, dibujo… de todo» (Siñani, 2024).
Encuentro
Recuerdan haberse conocido en Santa Cruz el año 2015, cuando Siñani realizaba una residencia en Kiosko Galería y Ballivián estaba dando un taller de dibujo en la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno. Cada uno avanza desde hace tiempo con caudal propio, ambos muy interpelados por el imaginario simbólico de La Paz, pero también movidos por las secretas pulsaciones que emanan de la vida sorprendente en El Alto. Nos comentaron que esta no sería una experiencia única, ya que entre sus planes se encuentra para el año una futura exposición conjunta en un museo de La Paz y otra más en un museo de Santa Cruz.
Naturalmente, el acto de exponer juntos corresponde a un deseo de multiplicarse, o de dejarse llevar un poco, también de compartir el viento, transitar la corriente de aire que representa el otro en su trabajo. Es un ejercicio entre dos colegas que además son amigos de años, que comparten diversas afinidades, siendo al mismo tiempo muy diferentes en sus aproximaciones y expectativas. Siñani, mucho más minimalista en los gestos y obsesivo con la significancia de los materiales que usa, mientras que Ballivián, más detallista en la morfología, atento a las referencias hipertextuales y complejo en la cantidad de capas de sentido que reúne en cada obra.
Un encuentro en verdad, un devenir, que solo podremos evaluar más adelante de manera retroactiva, no tanto por los resultados comerciales de la muestra o la atención crítica que genere, sino por el lugar que tendrá esta exposición en los recorridos de ambos artistas a la larga; juego de capturas y donaciones; allá en el futuro cuando pueda avistarse a dónde los impulsará estas conversaciones de imágenes en su venidera producción individual que, en el fondo, siempre será una enunciación colectiva, la de las tribus que se movilizan en sus respectivas obras.
Le puede interesar: Se estrena la segunda parte de La bicicleta de los Huanca en Tv abierta