Historia de un viaje por la Segunda Guerra Mundial
Imagen: MITSUKO SHIMOSE
‘Conocer el pasado para comprender el futuro’ dice Marthe Cohn.
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Marthe Cohn fue una enfermera judeo-francesa sobreviviente del Holocausto que se convirtió en espía y ayudó a poner fin al conflicto militar global en 1945
¿Cómo acabó convirtiéndose una joven de una familia judía-ortodoxa en espía, cuyos esfuerzos ayudaron a resistir la guerra en Europa en 1945? Esta respuesta fue la que Marthe Cohn, o Hoffnung, que era su apellido de soltera, guardó para sí misma durante casi medio siglo. Nacida en 1920, en la ciudad francesa de Metz, en la región de Lorraine, cerca de la frontera con Alemania, fue una de los siete hijos Hoffnung.
La familia era religiosa, aun así no tenía inconvenientes en relacionarse con sus vecinos no judíos. Pero este transcurrir cotidiano encontró su quiebre repentino en las nubes de guerra que ya se divisaban en el horizonte en septiembre de 1939, que fue cuando los Hoffnung y muchos de sus vecinos judíos decidieron mudarse.
El lugar elegido fue la localidad de Poitiers, al suroeste de París. Sin embargo, no estuvieron a salvo por mucho tiempo. Los nazis invadieron Francia y, con poca resistencia, el gobierno francés capituló. Inmediatamente, la vida empezó a cambiar.
Ese fue el punto de inicio de la historia del viaje que Cohn hizo a través de la Segunda Guerra Mundial. Por ello, el 7 de noviembre de 2019 estuvo en el auditorio Saint-Michel, de Les Sables-d’Olonne, en Francia, para dar su testimonio al público, principalmente a estudiantes de los liceos Savary de Mauléon y Valère Mathé.
“Me alegro especialmente de que haya estudiantes mujeres entre el público. Ustedes son el futuro, yo soy el pasado. Pero se debe tener presente que es muy importante conocer el pasado para prepararse para el futuro”, remarcó en la conferencia organizada por la Asociación Histoire, Mémoire et Passion 85 (Historia, Memoria y Pasión, HMP) y presentada por Yves Béraud, general retirado y en ese entonces vicepresidente de dicha asociación, a quien Cohn agradeció por la invitación.

Durante un tiempo, a pesar de las diversas restricciones impuestas a los judíos, los Hoffnung pudieron dedicarse a sus actividades diarias. Cohn comenzó a estudiar enfermería en la Escuela de la Cruz Roja Francesa del hospital universitario de Poitiers y se comprometió con un joven estudiante de medicina.
Pero a medida que avanzaba la guerra y se generalizaba la resistencia a los nazis y sus colaboradores franceses de Vichy, la familia empezó a correr más riesgos. Cohn y sus hermanas escondieron a judíos que no tenían los documentos y su prometido se involucró en actividades de resistencia.
“Mi hermana Stéphanie y yo organizamos la resistencia permitiendo que cientos de personas cruzaran la línea divisoria que no era recta, sino más bien en zigzag. Por suerte contábamos con una amiga enfermera en el pequeño pueblo de Dienne, cerca de Poitiers, que tenía una propiedad, la cual estaba asentada una parte en una zona ocupada y la otra, en zonas libres. Una vez en su propiedad, era fácil pasar de una zona a otra”.
Además de ella, Cohn también mencionó al granjero Noël Degout, quien también salvó a miles de personas, y al que un día, su hermana le escribió una carta junto con un vale de tabaco olvidado por un joven a quien había ayudado a cruzar la zona franca. La Policía de Seguridad (SiPo, en la Alemania nazi, según relata Cohn) interceptó la misiva que su hermana había firmado con su nombre real, por lo que la arrestaron y luego a su padre. Cuando su padre fue liberado poco después, la familia logró escapar utilizando documentos falsos que no los identificaban como judíos. Había un plan para ayudar a Stéphanie a escapar de la cárcel en la que estaba detenida, pero, lamentablemente, fracasó.
“Mi hermana celebró su cumpleaños número 21 en el campamento de la carretera de Limoges el 10 de julio de 1942. Después de un mes en prisión, la Gestapo la trasladó al campo donde solo había familias enteras de extranjeros judíos. Mi hermana era estudiante de medicina, por lo que comenzó a brindar cuidados a los niños del campo. Cuando nosotros, la familia, organizamos su fuga, encontramos a dos guardias franceses que aceptaron ayudarla a escapar. Ella se negó porque tenía la certeza de que lo que estaba haciendo por los niños era muy importante, además de que estaba segura de que si se escapaba, toda su familia sería arrestada”.
El 21 de septiembre de 1942 fue deportada con destino desconocido. “Después me enteré de que la enviaron a Auschwitz y que por eso nunca más regresó”.

La per(tin/sist)encia del recuerdo
El 27 de enero fue el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto, efeméride instaurada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2005 en ocasión del 60 aniversario de la derrota del régimen nazi y de la liberación de los campos de concentración nazis.
El Holocausto se basaba en la persecución y aniquilación sistemática, auspiciada por el Estado, de judíos europeos por parte de la Alemania nazi y sus colaboradores entre 1933 y 1945, periodo en el que más de 6 millones de judíos fueron asesinados, según la página el Museo Conmemorativo del Holocausto de los EEUU.
Sin embargo, el 75% de los judíos en Francia sobrevivieron a la ocupación, según Cohn. “Y si sobrevivimos es porque muchos franceses no judíos arriesgaron sus vidas y las de sus familiares para salvarnos”, resaltó con la voz entrecortada.
“En Poitiers, unas semanas antes de que arrestaran a mi hermana, conocí al señor Albert Charpentier, con quien había trabajado en el ayuntamiento de Poitiers, en la oficina de requisas donde yo era traductora del francés al alemán y del alemán al francés. Él me dijo que podía conseguirme documentos de identidad sin el sello judío para todos los miembros de mi familia, sin tener en cuenta que arriesgaba a la suya, pero estaba seguro de que si no me ayudaba, no podría vivir consigo mismo”.

La mayoría de la familia Hoffnung fue a las montañas para unirse a un hermano mayor que era jefe de la resistencia allí. Cohn terminó sus estudios de enfermería en Marsella y ocasionalmente tuvo la oportunidad de reunirse con su prometido Jacques, a quien después arrestaron y ejecutaron por sus actividades de resistencia. Luego, en el verano de 1943, se fue a París para trabajar durante un mes en una posta sanitaria, viajando nuevamente con documentos falsos. Cohn regresó a Marsella, se graduó y luego volvió a París para realizar un registro. Permaneció allí hasta que los alemanes liberaron Francia.
“Cuando escuchamos por la radio que las tropas entraban en París, empezaron a sonar todas las campanas de las iglesias, abrimos las ventanas y toda la ciudad cantaba La Marsellesa”.
Casi inmediatamente después de la liberación, Cohn se alistó en el ejército francés, en el 151º Regimiento de Infantería, donde inicialmente se desempeñó como trabajadora social en la región de Alsacia, cerca de su ciudad natal Metz. Cuando su coronel Pierre Fabien —quien era el combatiente de la resistencia que había matado al primer alemán en la estación de metro de Barbet en1943— se enteró de que Cohn hablaba alemán con fluidez, la reclutó para unirse a la Inteligencia del Ejército. “Me presentaron al coronel Bouvet. Me dijo que necesitaba que interrogue a oficiales de la Wehrmacht y a prisioneros de guerra, para saber cuál era la estrategia de los alemanes, si se estaban retirando o no, y cuántas personas había allí, para saber toda esta información militar”.
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Después de obtener datos de los prisioneros de guerra nazis, Cohn estaba lista para su misión de espionaje. Implicaba cruzar la frontera de Suiza a Alemania para ver cuán atrincherados estaban todavía los nazis. Luego tendría que transmitir esa información a los aliados. Fueron necesarios más de 13 intentos, pero Cohn logró cruzar la frontera hacia Alemania. Su fachada era la de una enfermera alemana que intentaba descubrir qué le pasó a su prometido nazi. Un día se encontró con un grupo de soldados alemanes que se habían retirado de los aliados.
“Entre nosotros había un suboficial, que era un SS, que presumía cuántos judíos había matado. Lo habían asignado a la Línea Sigfrido —un sistema de defensa a lo largo de 630 km, que consistía en más de 18.000 búnkeres, túneles y trampas para tanques—, pero como estaba herido, se desmayó. Como yo era una enfermera supuestamente alemana llamada Marta Ulrich, lo asistí de inmediato”.
Cohn tenía la obligación de obtener información importante de este soldado sobre lo que ocurría en la frontera nazi y en Francia. Al regresar a la frontera suiza, pudo transmitir su informe con la ayuda de una familia de agricultores suizos. Luego, Cohn volvió a cruzar la frontera y regresó a Alemania para ver si había algo más que pudiera descubrir. “Caminé hasta la Línea Sigfrido para ver qué estaba pasando. Cuando llegué, estaba casi evacuada. Los últimos rezagados se marchaban. Me dijeron que la Línea Sigfrido estaba vacía”.
La información que Cohn descubrió ayudó a acortar el esfuerzo aliado para derrotar a los nazis y salvó un número incalculable de vidas. Durante casi medio siglo, Cohn no habló de sus experiencias, ni siquiera con su familia. Pero a mediados de los 1990, mientras estaba de visita en Francia, solicitó sus registros del ejército francés. Cuando los funcionarios del Archivo Francés vieron su expediente de asignaciones y logros, se pusieron en marcha para que le concedieran la Médaille Militaire, uno de los honores militares más altos, y la misma medalla otorgada a Sir Winston Churchill por el gobierno francés.
“Si no dije nada no fue por modestia, sino porque pensé que nadie me creería. Aun así, no me considero una heroína. Solo hice lo que se tenía que hacer”, me dijo esta exespía judeofrancesa, que en un par de meses cumplirá 104 años, cuando le expresé mi profunda admiración por su tan valerosa historia, la misma que ya está plasmada en tres de sus libros: Im Land des Feindes: Eine jüdische Spionin in Nazi-Deutschland (2018); Moi, Marthe, juive et résistante derrière les lignes ennemies (2004); y Behind Enemy Lines: The True Story of a French Jewish Spy in Nazi Germany (2002); y la cual también ya inspiró dos películas: For Womenkind (2020) y Chichinette – How I Accidentally Became a Spy (2019).
Dicen que “la humildad es la base de toda verdadera grandeza”; otra razón por la que esta mujer es grande a pesar de su altura de menos de metro y medio, como ella misma dijo entre risas al final de la conferencia.
Texto y Fotos : Mitsuko Shimose