Atrapanieblas que exprimen agua de las nubes
Imagen: Guimer Zambrana Salas
Imagen: Guimer Zambrana Salas
La comunidad de Lampasillos, en Villa Serrano, instaló un dispositivo que le permite cosechar agua. Basta que esté nublado para tener el líquido
“¿Cómo, pues, se va a atrapar el agua de la neblina?”, vacilaba Victoria Soliz, una joven madre de Lampasillos. A su comunidad había llegado la propuesta de construir un sistema de atrapanieblas para mejorar el abastecimiento del líquido. La respuesta fue un caudal de dudas. La interrogante inundó los espacios de descanso del trabajo agrícola, los encuentros casuales en el camino y hasta las comidas familiares: “La comunidad no creía, decían que era una estafa, no estaba de acuerdo la mayoría”. Y, sin embargo, gotea…
Pero tampoco había demasiadas alternativas para saciar la sed. Hasta hace dos décadas, las 50 familias que habitan Lampasillos se abastecían de una pequeña vertiente que aún existe en la parte baja. Un proyecto conjunto del Gobierno Municipal de Villa Serrano y la Gobernación de Chuquisaca les dotó de un sistema de distribución que se alimenta con el bombeo de agua de un pozo subterráneo. El problema es que en época seca el aparato eléctrico succiona también el barro, al no encontrar mucha agua. Y la gente está obligada a desempolvar los valdes para volver al acarreo…
Y así fluyó el milagro del agua: 10 redes semisombra, colocadas cada una sobre dos soportes de madera, que atrapan las partículas de humedad de la niebla y las convierten en gotas, ellas son recogidas por una canaleta que las reúne en un tanque de almacenamiento. Describirlo demanda menos de 40 palabras, pero concretarlo exigió muchísima saliva: reuniones, dudas, aclaraciones, encuentros y desencuentros, acuerdos… Diálogo, le llaman.
Santiago Tango es famoso por los murales que tiene pintados en varias paredes del centro poblado de Villa Serrano. Quizá por ello, la organización en la que trabaja le dio la difícil misión de ayudar a pintar en las cabezas de la gente de Lampasillos un futuro con más y mejor agua. La tarea no era nada sencilla: Había que convencer a la comunidad para que invierta en la adquisición de 10 pares de troncos y toda la mano de obra que demandaba el experimento. “La gente dudaba mucho, les dije: si falla, se va a quedar para ustedes el tanque de almacenamiento que vamos a construir, eso nadie se lo va a poder llevar”. Y la comunidad se metió de lleno a la aventura.
Lorenzo Galarza se jacta de conocer hasta los últimos rincones de Villa Serrano: “Hay muchas comunidades de altura que tienen niebla todo el tiempo”. Es maestro rural y por ello vivió en varias de las poblaciones, grandes y pequeñas. Ello votó a favor suyo en los últimos comicios, en los que fue elegido alcalde. Consciente de la falta de agua que afecta a la zona y de sus posibilidades atmosféricas no dudó en sumarse a la iniciativa. Puso a disposición la arena y la piedra que se requería para la obra, además de su traslado. Un técnico municipal acompañó todo el proceso para replicar el proyecto si daba buenos resultados.
Martha Leyton también conoce bastante la zona. LIDER, la organización no gubernamental que dirige hace varios años, desarrolló varios proyectos en las comunidades: “Entre agrónomos, ingenieros ambientales, estaban buscando alternativas para dar agua a las comunidades de altura”. Hasta que quedaron atrapados por estos sistemas que dieron excelentes resultados en diversas regiones de Chile y Perú. La habitual concentración de neblina en las alturas y los bajos costos del dispositivo a ser instalado hicieron que fluyera esta opción.
Ernesto Aldunate es un estudiante de último año de la carrera de Producción Agropecuaria, de la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca. Esta institución académica puso sus conocimientos al servicio de la iniciativa. El joven se comprometió tanto con el proyecto que hasta se quedó noches enteras para medir las cantidades de agua cosechada por los paneles. Las madrugadas son las más nubladas en Lampasillos y su curiosidad empírica lo llevó a hacer serenazgo hasta la salida del sol. Hoy es un experto en la instalación y funcionamiento de los atrapanieblas.
La propuesta de construcción del sistema de atrapanieblas para la cosecha de agua fue puesta a consideración del Proyecto Diálogo y Apoyo Colaborativo DAC, una creación de Solidar Suiza, realizada con recursos de las cooperaciones oficiales de Suiza y Suecia. Uno de los requisitos para acceder a este fondo es que las iniciativas sean innovativas y surjan de espacios de diálogo entre actores públicos, privados, organizaciones sociales y la academia. Ello garantiza que las soluciones se mantengan en el tiempo, más allá de lo que dura el financiamiento externo.
Una vez despejadas las dudas, Lampasillos se puso manos a la obra. Fue la comunidad la que fijó el lugar donde deberían ser colocadas las mallas. Pero la cabecera, donde habitualmente habita la niebla, no tiene acceso carretero. Ello exigía que todos los materiales sean trasladados sobre las espaldas, como antes, como ahora, como siempre…
Toda la comunidad suspendió el resto de sus labores para dedicarle tres jornadas al trabajo. “No había excepción ni del viejito ni del joven, mujeres, hombres, los mayores hemos cambiado el bastón por el mango de la picota. Teníamos una gran emoción porque íbamos a solucionar nuestra necesidad de agua”, recuerda sonriente don Vicente.
Una vez colocados los paneles, comenzó la construcción del nuevo tanque. Este tiene capacidad para almacenar 10 mil litros y se encuentra al lado del antiguo depósito donde se acumula el agua que se obtiene a través del bombeo. Una llave de paso separa al uno del otro. Ambos llegan a los domicilios a través del mismo sistema de distribución.
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Pero las primeras gotas se dejaron esperar. Como no había pasado antes, durante varias semanas la niebla desapareció de las alturas de Lampasillos, era imposible verificar la efectividad del nuevo sistema. Las dudas volvieron a aflorar en la comunidad, la sospecha de estafa crecía con cada día despejado. Santiago Tango revisaba las previsiones del tiempo en su celular apenas se despertaba, tenía la esperanza de encontrar pronóstico de lluvias o al menos de cielo nublado. No podía volver al lugar con las manos secas…
Hasta aquel día en que Villa Serrano amaneció nublado. Cuando Santiago llegó a la comunidad encontró a varios de los dirigentes reunidos, estaban igual de ansiosos por probar el agua atrapada por el nuevo sistema. ¡Y funcionaba! Las redes se encontraban totalmente cubiertas por las gotas, que comenzaban a deslizarse…
Pero surgió un nuevo problema: El viento soplaba con tal fuerza en las alturas de Lampasillos que muchas de las gotas caían fuera de la canaleta. Fue entonces que comunarios, técnico y estudiante universitario decidieron instalar calaminas, en forma de medias aguas, para que ayuden a que todo el líquido capturado llegue al tanque de almacenamiento.
Fue entonces que el universitario Ernesto Aldunate se pasó noches enteras en su intento de medir la cantidad exacta de agua atrapada por el dispositivo. Estableció que el sistema capta más de tres litros y medio por minuto. Según sus cálculos, el tanque de 10 mil litros debería llenarse en más o menos un día y medio, dependiendo de cuánta niebla se acumule en las alturas. La organización LIDER descubrió en Sipotendi, una comunidad vecina, que si los atrapanieblas están encima de un sector forestado capturan más de seis litros por minuto. “Es como si alguien estuviera echando vasos de agua”, sonríe Santiago Tango.
El alcalde Lorenzo Galarza está interesado en replicar la experiencia en otras comunidades de su municipio: “Hay muchas que tienen las condiciones y sufren de agua”. Gente de otros villorrios de la zona ha comenzado a peregrinar a Lampasillos atraídos por la novedosa solución. “Vienen, nos preguntan, quieren saber qué hemos hecho y nosotros les mostramos, ¿para qué vamos a ocultar?”, dice el dirigente Augusto Cuba. La organización LIDER también recibe a alcaldes de municipios de Chuquisaca y Potosí atrapados por los resultados de la innovación: “Ya tenemos un acuerdo con un Gobierno Municipal”, comenta su directora Martha Leyton.
Victoria Soliz sonríe. Esa mañana abrió la pila y el agua corría limpiecita. El día anterior el grifo estaba seco, la bomba estaba sacando más lodo que líquido. Tuvieron que detenerla. Pero felizmente la noche estuvo nublada y los atrapanieblas exprimieron las nubes a su paso. Ahora, cuando ella se despierta y ve que la neblina ha cubierto la parte alta de la comunidad sabe que tendrá con qué preparar sus alimentos sin tener que bajar a la vertiente.
Años atrás, ella y su esposo Mariano emigraron a Santa Cruz de la Sierra, pero la pandemia los obligó a tomar el camino de retorno. Dice ser feliz viviendo en su comunidad, que ese es su mundo, que ahí están sus padres, todo su círculo de apoyo. Pero la permanente falta de agua le impedía soñar un futuro en Lampasillos para su pequeña hija Sofía…
Texto y Fotos: Guimer Zambrana Salas