Material
Imagen: FREEPIK
Imagen: FREEPIK
El escritor paceño René Alejandro Canedo Peñaranda comparte este relato con los lectores de Escape
Me mira con recelo. Es guapo el muchacho, tiene un agradable desaliño, rebelde digamos. Me dice que no tiene ese “material”. Le agradezco y me despido; casi fuera del local, le escucho murmurar algo que no entiendo. En la siguiente tienda, mucho más grande y surtida que la anterior, el dueño está conversando por celular, me mira y cuelga; algo cambia en su mirada cuando le pregunto por el “material” que busco (me copié el término que utilizó el jovencito aquel: “material”). Casi de inmediato, el muchacho entra y saluda familiarmente al propietario, prácticamente interponiéndose entre nosotros. Se sonríen. Confirmado, el chico es atractivo, más con el evidente enojo o la incomodidad que le provoca mi presencia. Simulando un accidente, le piso un pie, me disculpo y le tomo de los brazos, casi abrazándolo; siento su temblor, es muy delgado, aunque fuerte. De pronto el propietario pasa entre los dos diciendo algo que no entiendo del todo y me pide que lo siga.
2 Busco otro trabajo en el periódico. Mi hijita debe comprar no sé qué materiales para la escuela, también necesito para el alquiler del cuarto, y mi mujer que no deja de reclamar y reclamar. De repente, entra el tipo este, pidiendo esas cosas; parece bien educado, bien harto habla. Con su sonrisita y su gorra naic (original debe ser), bien jailón, carajo, seguro que es maricón. Me explica que necesita ese material para trabajar y no sé qué más; más bronca me da: ¿para trabajar en qué? Sí, maraco es, fija. Le digo que no hay ese material que quiere. Cuando sale, digo despacito, pero como para que me escuche: “ojalá te violen maraco de mierda”. Ese mismo ratito le llamo a mi suegro, porque seguro que el maraco irá a la tienda grande; o mejor voy para ver qué onda con el maraco. Llego y tal cual: el maraco está preguntándole a mi suegro sobre esas cosas que quiere para su “trabajo”, explicándole que … bla bla bla. ¡De repente, me pisa! ¡el muy cabrón! ¡y me agarra de los brazos! ¡creo que quiere abrazarme! ¡ay no, qué asco! ¡uta, bien fuerte el tipo! sus manos, tremendas…, si se raya, seguro me despacha de un piñazo; me calmaré nomás; además, no sé de cómo, mi suegro nos separa (¡gracias, dios bendito, padre amado, padre celestial!); el maricón se va detrás de mi suegro después de soltarme y sonreírme; carajo, casi me meo al imaginarme lo que pensó el marica al tocarme.

3 Me llama el Santi. Dice que un maraco “anda rondando, cuidado don Johnny”, me dice. Este Santi, es buena gente, pero tiene sus cosas, ojalá encuentre trabajo rápido, yo no puedo pagarle mucho más; además, con el internet, ese netflix y no sé qué más, nos está jodiendo la competencia. ¡Zas! cabalito, entra un tipo como el que dijo el Santi: alto nomás, con gorrita naic, bien amable, bonito habla: me explica que debe hacer un trabajo o no sé qué para la universidad y no sé qué más. Yo, le escuuuucho nomas, pensando en la caja donde guardo esas cosas que quiere. Ese mismo ratito llega el Santi, nervioso, casi ni me deja hablar con mi cliente; de pronto, no sé de cómo, el «maraco» se abraza o algo así con el Santi, sin querer, creo; el Santi casi se muere de bronca ahí mismo (ja ja). Entonces, hago un chiste y paso entre ellos para separarlos; el “maricón” se ríe conmigo y me sigue, aunque creo que alguito siempre le ha dicho al Santi; y el Santi, callaaaaaro nomás. Saco la caja donde guardo lo que quiere “el maraco”; creo que no es de los que quieren con wawas, así que le muestro las de entre adultos nomás que veo a veces, aunque no mucho porque me aburro; además, los tipos ¡bien casco! ¿cómo pues aguantan tanto? Deben drogarse o hacer varias tomas y editarlas; eso debe ser; y las chicas, todas operadas, ¡fulero! Al final, el maricón escoge tres, de las más nuevas; yo solo vi dos. Esperaba que me pida de las que sí son bien jodidas, entre hombres, negros, blancos o combinados, todos bieeen musculosos o bieeeen flaquitos… ja, ja, como el Santi; pero no. Me paga y se va, despidiéndose bien amablemente ¡buena onda el cuate!
También puede leer: La defensa de la Educación Integral en Sexualidad desde el arte
4 ¡Ya voy! Ya, ya… yo le ayudo en su tarea… ¡pero no me grites…! [sus manos, todavía siento sus manos… en mis brazos…]
5 En la cena, el Santi sigue puteando contra “esos maricas… no es natural, dios no lo permite, a la wawa hay que cuidar don Johnny, hay que protegerla de estos, quieren legalizar sus matrimonios y adopciones, dice, ¿se imagina, don Johnny? A la iglesia deberíamos ir, anímese a recibir a dios… porque eso del preste, pecado es, idolatría es, botadera de plata nomas es, esas fiestas que arman los de su pueblo…” Yo le escuuuuucho nomas. Ojalá encuentre trabajo rápido este mi yerno.
6 Buen material el del señor, y tan amable; don Johnny, así le llamó el muchacho bonito. Y ese chango, me miraba como si estuviese por brincarle, debe pensar que soy gay como él.

El Autor
Escritor, investigador y educador, René Alejandro Canedo Peñaranda nació en La Paz en 1975. Con Editorial Jaguar Azul Editores publicó los poemarios: poemasesino (2014), urbanos y bitácora (2015), nervaduras en colaboración con el fotógrafo Fernando Miranda (2016), informe murciélago en colaboración con el poeta Jorge Campero (plaquette, 2016), delírium trémens en colaboración con el poeta Sergio Gareca (plaquette, 2016), ejercicio forense (2017) y barbijo de plata, plaquette ad hoc por los25 años del Bocaisapo en colaboración con Benjamín Chávez, Ada Zapata, César Antezana/Flavia Lima (2023).
Texto: René Alejandro Canedo
Imágenes: Freepik