Puños de salvación
Una gala en Boxing Gym, en El Alto.
En El Alto, un grupo de exboxeadores ha habilitado un centro de ceremonias como foco de adiestramiento para alejar a los varones del vicio y preparar a las mujeres ante al abuso masculino
La música de Eye of the Tiger es inevitable. La canción principal de la banda sonora de Rocky III, compuesta por el grupo Survivor a pedido del mismísimo Sylvester Stallone, se escucha desde la planta baja del edificio Camel en la zona 16 de Julio. Sus gradas empinadas conducen a lo que fue antaño, en un primer piso, un lugar de festejos, donde se celebraban diversos aniversarios tradicionales de la sociedad alteña. Pero hoy, y desde hace más o menos tres meses, en lugar de un escenario para artistas, con mesas, sillas y luces de colores, se sitúa un ring iluminado con un solo foco y, alrededor, bolsas de entrenamiento que cuelgan desde el techo. Allí hay jóvenes saltando a la cuerda, algunos amagando movimientos de defensa y ataque frente a un espejo, y otros pegándole una y otra vez a esas bolsas de cuero relleno. Es el Boxing Gym, donde se reúnen, en ajetreadas faenas, mujeres, hombres y niños para aprender el oficio de la defensa personal con los puños en alto.
La metrópoli alteña se encuentra a 4.150 metros de altura y es la más joven del país, al ser fundada en 1985. Creció en la adversidad, en medio de un clima y paisaje agreste, con una población que se acerca al millón de habitantes en la actualidad. Empero al progreso logrado en los últimos años, la ciudadanía de esta urbe también ha sufrido las consecuencias de su crecimiento. Según informes del Gobierno Autónomo Municipal de El Alto, en 2022 se registraron 3.172 casos de violencia en diversas tipologías, femicidios que suman 14, violencia física (213), violencia psicológica (607) y falta de asistencia familiar, que alcanza a un total de 1.726; muchos de estos casos son producto del elevado consumo de alcohol. Pero en medio de aquel torbellino altiplánico, un grupo de instructores de box, a la cabeza de Johnny Zegales, se propuso instruir a jóvenes de ambo sexos en el arte del boxeo con el fin de escaparle a los vicios y a la violencia machista, de uno y otro lado. “Aquí enseñamos a quienes quieren aprender a defenderse en la vida. Siempre aclaramos que la violencia no es buena, pero es necesario aprender la exigencia del esfuerzo físico porque cuando uno entrena ya no bebe alcohol, se cuida del cigarrillo y otros vicios. Y en el caso de las mujeres, pues aprenden a defenderse de aquellos abusivos golpeadores”, comienza explicando este hombre que ronda los 60.

Zegales empezó con el pugilismo en 1981, inspirado tras la realización de los Juegos Bolivarianos en 1977 en Bolivia, donde destacó el recordado Walter “Tataque” Quisbert arriba del ring. Peleó hasta mediados de la década de los 90, tiempo en el que las obligaciones laborales y familiares lo obligaron a renunciar a la actividad profesional. Entre sus duelos más importantes se encuentra la pelea que tuvo contra Faustino “Comando” Barrios, el boxeador argentino que llegó a ser guardaespaldas del Papa Juan Pablo II. Y en este nuevo trajín lo acompaña Poli Flores, otro instructor de pugilistas de aquellos años dorados de los guantes bolivianos. “En los 80 vivimos una suerte de furor en el ambiente boxístico, entrenábamos en el Coliseo Cerrado (Julio Borelli Viterito), al frente se encontraba el gran púgil boliviano y campeón latinoamericano y bolivariano, Isidro Guarachi”.
Zegales y Flores intentaron hasta hace poco instruir a los interesados en el Julio Borelli Viterito, pero se encontraron con un ambiente tomado por otros boxeadores de renombre que impidieron sus objetivos. Entonces miraron hacia arriba y encontraron un entorno que los necesitaba. “Queremos dejarles un legado a estos jóvenes, el deporte les puede dejar un mejor destino y también podemos encontrar grandes valores que representen al país”, apunta Flores.
Boxing Gym

El Salón Camel se encuentra en la avenida 16 de Julio del barrio alteño del mismo nombre. Estaba destinado al alquiler para la organización de prestes (celebración en comunidades que pueden ser familiares, gremiales o religiosas), cumpleaños, casamientos y etcétera. “Encontramos el lugar y, gracias a la colaboración de algunos amigos, pudimos construir el ring. También compramos las bolsas de entrenamiento que ya se fabrican aquí en El Alto al igual que los guantes, y de esa manera empezamos a correr la voz entre vecinos para que vengan los interesados de forma totalmente gratuita, aunque aceptamos colaboraciones para cubrir los servicios de este gimnasio”, explica Zegales.
Al llamado acudieron hombres, mujeres y niños y el lema —por demás trillado, pero no por ello menos cierto— es el “mente sana en cuerpo sano”. “Queremos ayudar a los jóvenes contra las malas conductas. El deporte es la salida a los vicios; nosotros no tenemos incentivos con el lucro, lo que buscamos es impulsar a los jóvenes a una vida donde el ejercicio físico sea lo más importante”, dice Zegales sobre los cerca de 30 consuetudinarios diarios del Boxing Gym. Entre ellos hay varones que estuvieron a punto de virar hacia caminos pedregosos. Uno de ellos, que no quiso ser identificado por razones obvias, admite que encontró en el boxeo su tabla de salvación. “Yo tuve un grupo de amigos con los que íbamos a tomar y a veces nos portábamos de forma violenta. Era típico de nuestra edad. Pero después la cosa fue empeorando, algunos probaron la droga y cayeron en la adicción. A mí siempre me dio miedo, y aunque estuve a punto de hacerlo, pues uno siempre encuentra un pretexto, por suerte me dediqué al deporte y por ahora elegí el boxeo. Me alejé de aquellos amigos que no se pueden recuperar”.
Catherine Apaza es otra habitué del Boxing Gym. Aún cursa la carrera para recibirse como policía y vio la necesidad de aprender boxeo como una forma de defensa personal. “Soy alteña y he sido testigo de varios casos de abusos de hombres contra mujeres; aquí la verdad no hay muchos policías varones, menos mujeres”, explica. Catherine va por el Título Profesional en el nivel de Licenciatura que le conllevará el uniforme verde, previo cumplimiento de los requisitos exigidos para cada carrera durante los cuatro años de formación. Y también es consciente de que debe aprender a enfrentar la violencia de los abusadores sueltos. “Me enteré de este gimnasio hace poquito, al principio dudé en venir porque sabía del prejuicio de que esto no es para mujeres. Pero mis mismos compañeros de la academia (de Policía) me animaron”, confiesa esta mujer de cabello corto y pegada dura.

Asimismo, la familia Alarcón empezó a preocuparse por los constantes casos de abuso en la urbe a 4.150 metros de altura, y anotó en el gimnasio a su segunda hija, Camila, la menor de su prole (la primogénita ya fue anotada en taekwondo), para aprender técnicas para enfrentar mejor la vida. “Mis padres me han dicho que venga para aprender a defenderme y a mí, como también a mi hermana, nos encanta hacer deporte”, explica ella, por un lado. Y por el otro, José Luis Alarcón, padre del hogar, dice que tanto él como su mujer empezaron a alarmarse por los casos de inseguridad de su ciudad. “Ella tiene nueve años y empezamos a pensar en su vida de aquí a futuro. Claro que no queremos que sea una chica violenta, pero nosotros pensamos que el deporte es muy importante para su salud y también para su seguridad en estos tiempos de terribles noticias”.
Mientras los padres ayudan a quitarle las vendas de protección para los nudillos a Camila, Johnny instruye a gritos desde el fondo. Luego explica que las jornadas semanales incluyen ejercicios de calentamiento, saltos a la cuerda y golpes contra esas bolsas instaladas en ese gimnasio que queda cercano a la feria que se instala cada jueves y domingo, la cual es considerada la más grande de Sudamérica. “Para quienes empiezan, pueden conseguir allí sus implementos. Nosotros les indicamos dónde pueden obtener los protectores bucales y otros accesorios. Los interesados que quieran venir a practicar boxeo nos pueden encontrar en las Redes y serán siempre bienvenidos”, dice Zegales. Con los brazos en alto.
Las raíces del pugilismo
El boxeo se remonta al año 6000 a. C. en la zona de la actual Etiopía, desde donde se difundió primero a la antigua civilización egipcia y luego a las civilizaciones mesopotámicas. El boxeo moderno nace a principios del siglo XVIII en Inglaterra; en esta época se comienzan a practicar peleas a puño desnudo, pero ya adoptando la posición de guardia y ciertas técnicas en cuanto a los golpes que serán los precursores de lo que hoy en día se ve representado en los combates pugilísticos modernos. En 1681 ya aparece en una gaceta de Londres la reseña de una pelea, si bien parece tratarse de un acto aislado que no se puede considerar como origen de este deporte. En ella se dice: “Ayer se celebró un combate de boxeo ante el duque de Albermarle entre su repostero y su carnicero; ganando este último el premio”. El noble arte, en un primer momento ligado a las clases altas, pronto degenera al hacerse popular y atraer a las masas, y comienzan a pactarse peleas —ilegales— por dinero. En ellas está permitido prácticamente todo excepto las patadas, los golpes por debajo de la cintura y golpes una vez que el adversario está en el suelo. Los mejores boxeadores de la historia son aquellos que han ganado más cantidad de peleas, que han vencido en más oportunidades por nocaut o que han conquistado títulos en varias categorías.

Nacido como Cassius Clay en Kentucky, Estados Unidos, Muhammad Alí es considerado el mejor boxeador de todos los tiempos gracias a sus logros y campeonatos. Mike Tyson fue el púgil más joven en ganar un título mundial de los pesos pesados: tenía solo 20 años. Floyd Mayweather Jr ha practicado el deporte de forma oficial por 22 años y ostenta el récord de ser uno de los pocos púgiles en no perder ninguna pelea de las 50 disputadas en su carrera. El cuarto de la lista es de origen mexicano, considerado el más importante de su país. Durante sus 25 años de carrera, Julio César Chávez ganó títulos mundiales en tres categorías diferentes. Por último, Rocky Marciano es el quinto en la lista. De nombre Rocco Francis Marchegiano, de ascendencia italiana, nacido en Estados Unidos, comenzó a boxear en el ejército en 1944.
Por otro lado, en 1880, un puñado de mujeres se plantó por primera vez en un cuadrilátero de boxeo. Pero poco después fueron relegadas a participar exclusivamente en espectáculos circenses y debieron librar una ardua batalla hasta conseguir, en la década de 1990, una participación en peleas reales reconocidas por la disciplina del boxeo. En la actualidad, quien destaca es Alejandra Marina Oliveras, una boxeadora y activista social y política argentina. Como profesional del boxeo obtuvo seis coronas mundiales que incluyen las de peso supergallo de la WBC, de peso pluma de la WBA y de peso ligero de la WBC. A lo largo de su carrera acumuló 33 victorias, tres derrotas y dos empates.
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Texto y Fotos: Marco Basualdo