Saturday 14 Dec 2024 | Actualizado a 02:34 AM

Tres rostros de Coquimbo

El fotógrafo boliviano Salvador Saavedra muestra la conjunción de turismo, pesca y extractivismo en Coquimbo, municipio del norte chileno.

/ 3 de abril de 2020 / 12:52

La zona turística, adonde cada día llegan bañistas y turistas para disfrutar de las aguas cálidas.

A mil metros de la vorágine turística, pescadores y pelícanos pelean todos los días por encontrar sus presas.

Atardecer en las playas de Coquimbo, Chile.

La pesca es una de las actividades principales en la zona.

En otro lado de la playa y también dentro del mar, enormes maquinarias extraen minerales

Extractores de minerales.

Después de más de 24 horas de viaje por tierra desde La Paz, el fotógrafo boliviano Salvador Saavedra visitó, por primera vez, una playa. Fue en Coquimbo, municipio al norte de la República de Chile, como parte de su participación en el FOCCO20 (Festival de Fotografía Contemporánea).

El sueño de tocar con sus pies las aguas celestes del océano Pacífico se estaban haciendo realidad pero, más que ello, a Salvador le llamaron la atención unos murales pintados en las calles de la bahía de Guayacán, barrio de Coquimbo. “Unos colores intensos llamaron mi atención, así es que me acerque a la caleta, donde encontré un mural que relataba la historia de Coquimbo —desde la cosmovisión andina, la llegada de foráneos para tener mejores días, la extracción de minerales y el turismo—”, escribe en las memorias que iniciaron este proyecto fotográfico, denominado «No Metal».

En su recorrido por esta región, Salvador muestra las playas de La Herradura, sitio popular para visitantes y bañistas, “donde da gusto desvestirse y zarandear el cuerpo por las aguas cálidas”.

Un panorama distinto se observa a mil metros distancia, en la caleta de Guayacán, donde personas y pelícanos parecen pelear por encontrar a sus presas, para luego prepararlas en las orillas, un trabajo arduo y sacrificado.

El otro espacio es un enorme extractor de metales en medio del mar, “que junto a un aire soberbio transforma el celeste del cielo en negro, de manera desapercibida por los habitantes, pero no para los visitantes”.

“Es curioso y cuesta creer acciones tan contrastantes en un espacio tan pequeño. Además de agua y sal, ¿qué otros elementos llevo conmigo cuando salgo de la playa? ¿Este sabor tan salado que me llega a los pulmones es debido solamente al mar? ¿La gente está consciente de esta realidad compartida?”, se pregunta Salvador, rostros que muestra en esta colección de fotografías.

Fotos: Salvador Saavedra

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‘De Desamor’, el viaje sonoro de Daniel Álvarez en cuecas

El destacado pianista y compositor boliviano, radicado en Alemania, lanza su más reciente álbum donde presenta un ciclo de cuecas.

/ 7 de diciembre de 2024 / 22:55

Daniel Álvarez Veizaga, pianista y compositor nacional, se posiciona como uno de los talentos más innovadores de la música contemporánea en Bolivia y la región andina. Su nuevo álbum, “De Desamor”, compuesto por un ciclo de cuecas para piano, es un ejemplo excepcional de su capacidad para fusionar tradición y modernidad. Inspirado en los versos perdidos del poema “Sed de Amor” de Rafael García Rosquellas, Álvarez transforma la rica herencia de la cueca en un lenguaje instrumental renovado, que invita al oyente a un viaje íntimo y emotivo por los rincones del desamor.

El álbum incluye siete cuecas propias y obras de otros destacados compositores bolivianos como Ramiro Soriano Arce y Jaime Mendoza-Nava, explorando las múltiples facetas de este género emblemático. Las composiciones de Álvarez destacan por su capacidad de dialogar con la historia y el folklore de la región andina, mientras experimenta con texturas contemporáneas y elementos simbólicos como el uso del charango y el piano en un mismo ámbito conceptual. Este enfoque no solo preserva el alma de la cueca, sino que la eleva a nuevas dimensiones artísticas.

Reconocido por su virtuosismo y su profunda comprensión del arte musical, Daniel Álvarez Veizaga ha sido galardonado en numerosos concursos internacionales, entre ellos el prestigioso Concurso Internacional de Composición “Euregio Klassika” en Italia. Su trayectoria incluye estudios en instituciones de renombre como la Hochschule für Musik Karlsruhe y la Universidad Nacional de las Artes en Buenos Aires, consolidando una formación que combina técnica, sensibilidad y una perspectiva sensible de la música latinoamericana.

Una entrevista

En esta conversación exclusiva con Escape, de La Razón, el autor nos comparte los detalles de su proceso creativo, desde las sesiones de grabación en estudios de Alemania, hasta la colaboración con Virtuoso Records, un sello comprometido con la difusión del patrimonio musical de América Latina. Además, reflexiona sobre la importancia de la cueca como expresión cultural y su papel en la construcción de una narrativa personal en torno al desamor.

“De Desamor” no es solo un álbum; es una invitación a redescubrir la cueca como una danza del alma, un viaje sonoro que transita entre la melancolía y la esperanza. En cada pieza, Álvarez reafirma su lugar como un puente entre lo clásico y lo popular, entre lo académico y lo visceral.

¿Cómo nace la inspiración para la música De Desamor? ¿Qué aspectos de la composición musical son los que se busca resaltar en este álbum?

Poco después de terminar de escribir las “Fugas Bolivianas” tenía ganas de escribir un ciclo de cuecas, pero me faltaba un armazón y un vector para moverme. El chispazo definitivo sucedió en una tertulia en Cochabamba. Ernesto Flores Meruvia, pensador y músico cochabambino me contó sobre unas palabras perdidas en la letra original de la memorable “Sed de amor”, cueca compuesta por Miguel Ángel Valda sobre un poema de Rafael García Rosquellas. Estos versos trastocados son siete, y así, tuve la excusa perfecta para escribir siete cuecas, a partir de cada uno de estos retazos de versos perdidos. Normalmente suelo nombrar a una pieza musical después de terminarla, o al menos, durante el proceso. Por primera vez me vi enfrentado a empezar desde una sugerencia literaria del título, una especie de fatum inexorable, que ya está escrito, como esa voz en off tan indiferente que anticipa los hechos en la película Barry Lyndon de Stanley Kubrick.

En cada pieza del ciclo “De desamor”, quise hacer una exploración distinta de algunos gestos tan peculiares de la cueca. Las siete cuecas pueden escucharse de forma individual, pero si se escuchan, o interpretan, las siete cuecas como algo unitario, juntas, narran una epopeya.

¿Por qué cuecas? ¿Qué significado especial tiene la cueca como expresión musical y cultural boliviana?

Pienso que la tradición de escribir cuecas es algo que no se ha perdido. Si bien a veces no es de interés común para los que hacemos música de tradición escrita, estoy seguro que a más de un lector, le resonará alguna cueca inédita propia o de sus abuelos en su mente. Mi acercamiento a la música. en mi primera infancia. fue con un charango y cuecas.

Además, el hecho de que la cueca -con algunas variantes- se practica en toda la región andina, la convierten en una expresión no solo boliviana sino andina y latinoamericana. Como ya había intuido el filósofo y compositor Marvin Sandi, con el problema de “individualidades contingentes” en el folclore nacionalista, esa amplitud que trasciende fronteras otorga una nueva libertad para recrear los gestos de una danza folclórica en un discurso renovado y puramente instrumental.

La cueca es redonda, piensa en el tres, en el dos, en el seis, su multiplicación. Pañuelo, cortejo, danza erotismo y sensualidad se (con)funden en una clara huella/índice de mestizaje. Es por eso, que en las partituras de “De desamor” algunas indicaciones de tempo y carácter contienen una palabra en italiano -como es usual en la escritura musical universal- y otra, en aymara o neologismos propios de Bolivia, como un fiel reflejo del típico sombrero borsalino de chola o un charango. Grazioso con ch’akhi, molto libero con ajayu, etc.

¿Cómo describes el proceso de crear cuecas de concierto para piano que se alejan de la conformación tradicional del baile?

Al desprenderse de la letra y la danza, la libertad y plasticidad propias de la música aparecen relucientes para crear un discurso musical con búsquedas propias. Tener el armazón, derivado de los títulos de cada uno de los versos originales de “Sed de amor” (una especie de bendición de Miguel Ángel Valda) me sirvió mucho para arrojarme, como buen cueconauta, al espacio del desamor.

¿Qué importancia tiene la colaboración con Virtuoso Records?

Virtuoso Records es un sello argentino que promueve y difunde la música latinoamericana, ellos son distribuidos por NAXOS, otro sello especializado en música clásica. Para mi, Virtuoso Records es un lugar donde me siento muy creativo y propositivo, porque no solo puedo desempeñarme como intérprete de piano sino también como compositor. ¡El equipo de Virtuoso es a todo dar!

¿Cómo fue tu experiencia de grabación en Access All Areas Studios y Soulvision Studio en Alemania?

Con Jan Niemeyer (Soulvision) grabé las 6 cuecas de Soriano Arce, recuerdo muy bien que a Jan le entusiasmaban los finales exuberantes y grandiosos de los jaleos finales de Soriano.

Con Nils Völcker (AAA) grabé las restantes 8 cuecas, Nils es una persona muy jovial y llena de ideas refrescantes en cuanto a sonido. En ambas sesiones de grabación empleamos un hermoso Steinway C de cola, tomamos mucho café e hicimos una alquimia de teclas, botones y perillas, para conseguir una experiencia de concierto en el disco.

¿Cómo se da la coincidencia con Ramiro Soriano Arce y Jaime Mendoza-Nava en De Desamor? ¿Qué aspectos resaltan de las composiciones con las que aportan?

Las cuecas de Ramiro Soriano y de Mendoza-Nava muestran, cada uno a su manera, una mirada distinta de la cueca instrumental.

En el caso de Ramiro Soriano, las bellas exploraciones armónicas cromáticas están dentro del marco de la elegancia propia de la danza y los contrapuntos o melodías superpuestas distan mucho del control melódico de las cuecas de Simeón Roncal o Miguel Ángel Valda. El maestro Soriano, al ser también director de orquesta, emplea una paleta orquestal más rica y dinámica (en el piano) para engrosar sus zapateos. La “Cueca Lenta” es una de mis favoritas, porque sin perder expresividad, es la cueca que más se aleja de un pensamiento tonal, dentro del grupo de cuecas de Soriano Arce.

La cueca “Trenzas” de Mendoza-Nava es un poco más atrevida y gestual. En ella se perciben rastros andaluces y no duda en usar su ingenio y sus pulidas técnicas de composición. Se escuchan momentos bitonales, disonancias ríspidas y texturas ingeniosas. Algo que me llamó mucho la atención es el empleo de un recitado (en el piano) para anunciar “se va la segundita, adentro”. Este recitado, tan fantástico, fue una idea que quise explorar con más convicción en mi cueca “Aquesta”, donde además del anuncio de la famosa segundita, hay un borracho que se cae, luego un aro-aro, un silbido lejano, la narración del chiste y carcajadas. Luego… recién suena la segundita.

En De Desamor, cada cueca parece tener un título evocador como Sin Sol o En el Mal.  ¿Qué historia o emoción quieres transmitir con estos nombres?

Los títulos en el ciclo de cuecas “De desamor”, como conté antes, parten de los versos originales del poema “Sed de Amor” de García Rosquellas. De hecho, “de desamor” es un anagrama de “sed de amor”. Creo que las asociaciones son de carácter personal, al igual que las emociones, será tarea del oyente crear las suyas propias. Lo polisémico es esa dimensión mágica de la música. De todas formas, dejo algunas curiosidades aquí: Para “Esperar”, quise representar el tedio de la espera con la repetición obstinada de cuatro notas en el bajo (lamento), conocida en la jerga musical como passacaglia. Para representar la soledad de “Sin Sol” la introducción es nimia, a una sola voz, y con una sola mano. También encontrará el oyente, en el ciclo “De desamor”, algunos rasgos más simbólicos: las notas de un charango con las cuerdas al aire; toques directos a la cuerda (corazón) del piano (palm mute) y un invento mío que llamé “cueca doble” para elaborar las cuecas siamesas Quedamente 1 y Quedamente 2.

¿Cómo contribuye este álbum a tu desarrollo personal como artista? ¿Cómo se inscribe en tu devenir como compositor y ejecutante?

Este álbum es el segundo disco que tengo como intérprete y compositor. El primero fue “Historias quechuas de la naturaleza y el amor” (2021), que grabé junto al tenor Carlos Diego Sarmiento, lanzado el 2023, también con Virtuoso Records.

Escribí “De desamor” sabiendo que las iba a tocar yo, es un álbum muy personal y también una tesis de muchas ideas musicales que tengo en torno al folklore. Esta exploración tendrá un eco en mi próximo proyecto: “Flores para Nayjama”, una suite de 13 danzas para guitarra sola, basadas en folklore de todo el mundo.

De las siete cuecas que compones en este álbum, ¿cuál te resulta más significativa o personal y por qué?

Me es imposible seleccionar alguna en particular, y más, cuando el ciclo de cuecas está pensado como algo unitario. Pero me gustaría esbozar algunos rasgos representativos del ciclo y también una lectura personal del ciclo.

La simetría en “De desamor” es uno de sus parámetros formales y expresivos más importantes. Entre el final de la primera cueca “Sin Sol” y el principio de la segunda “En el Mal” hay una continuidad (attacca), el final funciona también como un “caminar hacia…”. Lo mismo sucede entre la primera cueca “Quedamente 1” y la segunda cueca “Quedamente 2” en la segunda mitad de la suite.

Las tres primeras cuecas tienen “segundita” a diferencia de las tres últimas cuecas que no tienen esa repetición variada, sin embargo, la longitud es compensada por la extensión y un mayor desarrollo de los materiales.

Si bien no podemos afirmar que la danza de la cueca tenga como antecedente la Jota Aragonesa, ambas danzas son ternarias y tienen varios puntos en común. El musicólogo Marius Schneider en uno de sus numerosos viajes visitó Aragón y se percató que el baile de la tarántula era la jota y no la tarantela, como sucede más al sur. Ambas danzas representan la batalla contra la enfermedad, la melancolía, el mal de amores o los malos espíritus.

Todo un recorrido en cuecas…

Con estas ideas en mente me gusta imaginar el plan general de las siete cuecas “De desamor” con un corazón dividido por su mese en la nota re (“Hasta”) y dentro de esta dolorosa partición se ahonda, se tejen caminos, como lo hiciera Orfeo en su descenso al Hades; o el tormentoso camino de Sócrates, con su preocupación clueca (cueca) del gallo a Esculapio, poco antes de morir, mientras un daemon le susurraba que hiciese música; el camino de Boecio; en fin… cualquiera que recorra este sendero órfico que explora las sombras como único medio de purificación.

El camino inicia desesperanzado, sin sol, desciende y continúa nerviosamente en el mal, entre cacareos de gallos y escalas infernales para despertar (con un ch’akhi fulero) en una fiesta, aquesta que incluye aro-aros y gritos chapacos. A la mitad del camino (de la vida) aparecen sombras oníricas y reflejadas que van desde sonidos de infancia de charango hasta la promesa de un renacer (en Re). En el camino de regreso se asoman dos caminos bifurcados, quedamente transito ambos para llegar, catárticamente, al destino final y esperar la redención de la Sed de amor con música de desamor.

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Wicked, parte I

El reconocido crítico de cine, Pedro Susz, escribe sobre la más reciente aventura en el mágico mundo de Oz.

/ 7 de diciembre de 2024 / 22:46

Todavía rememoro, con cierta añoranza, cuando las celebraciones cumpleañeras de los niños, que hoy son animadas por los payasitos y los videojuegos, recurrían a la exhibición, mediante un antiguo, frágil proyector portátil, de copias de películas en formato de 16 milímetros, de la adaptación original de la novela infantil de Frank Baum publicada en 1900 «El maravilloso mundo de Oz», y volcada a la pantalla con el título «El Mago de Oz» en 1939 por Víctor Fleming, con Judy Garland en el papel de Dorothy Gale. De tal suerte vimos en aquellos tiempos infinidad de veces, sin fatiga alguna, dicha realización que, aparte de la memorable personificación de Garland, supo sacarle el máximo rédito figurativo al entonces hegemónico Technicolor.

No fue aquella, por cierto, la única ocasión en la cual el cine echó mano del texto de Baum. En 1972, Hal Sutherland rodó «Regreso a la tierra de Oz» con Liza Minnelli a cargo del rol protagónico. En 1978, Sidney Lumet acometió su propia versión, apelando en «El mago» a un elenco conformado únicamente por intérpretes afroamericanos.

En 1982, el director japonés Fumihiko Takamaya presentó una versión anime de la misma historia y otras dos series de anime para televisión fueron producidas en Japón en 1986 y 1992, esta última una versión futurista de ciencia ficción titulada «La maravillosa galaxia de Oz». Corría el año 1990 cuando David Lynch en «Corazón salvaje» se inspiró libremente en la historia de Oz. Más recientemente, en 2013, fue el turno de Sam Raimi con «Oz, un mundo de fantasía».

Wicked, el proyecto

La saga pareció cobrar un nuevo impulso con la publicación en 1995 de la novela para adultos «Wicked, memoria de una bruja mala» escrita por Gregory Maguire, la cual fue adaptada en 2003 para un musical que desde entonces ha permanecido ininterrumpidamente en la cartelera de Broadway. Y este año, la productora Time Warner, que adquirió los derechos anteriormente en poder de la Metro Goldwyn Mayer, trasladó esa versión teatralizada al celuloide, dando a entender, pero sin decirlo con claridad, que el proyecto constaría de dos entregas, supuestamente un par de precuelas del original dirigido 75 años antes por Fleming.

El anuncio dio lugar enseguida a la pregunta de si esa vuelta atrás tendría algún sentido o si tan solo vendría a ser un síntoma adicional de la inocultable escasez de ideas en una industria obsesionada frenéticamente en rehacer éxitos del ayer con la mira puesta exclusivamente en la taquilla, instrumentando la nostalgia del mercado, sin importar un ápice ninguna otra consideración.

Lamentablemente, anticipo, viendo «Wicked I» (anglicismo que traducido al español significa malvado), esta última parece ser la respuesta a la señalada interrogación, dejando constancia, una vez más, de que la epidemia de secuelas, precuelas y malas copias indisimuladas de algún clásico no solo constituye una torpe estrategia de marketing, adicionalmente, por lo general, acaba siendo un desaprensivo manoseo del original.

Los personajes de Wicked

Glinda (Ariana Grande), rebautizada ahora como Galinda, y Elphaba (Cynthia Erivo), las dos brujas que son el eje central del relato de «Wicked I», ya asomaban en la versión de 1939, si bien la segunda con el apelativo genérico de «la bruja mala del oeste», dejando en claro que ella era la villana mayor del asunto. Adicionalmente, allí figuraban cuatro hechiceras, una por cada punto cardinal y, como no he visto el musical, no podría decir si las dos aquí faltantes reaparecen en la segunda parte de «Wicked», cuyo estreno ya ha sido programado para el 15 de noviembre del año entrante. Semejante adelanto es parte de la tramposa jugarreta, marketinera en esencia, instrumentada con la película dirigida por Jon M. Chu.

Cabe en este punto señalar que en su versión teatral musicalizada la adaptación de la novela de Maguire dura 165 minutos, mientras cuando sorpresivamente, luego de interminables 160 minutos, aparece en pantalla el aviso «continuará», recién el espectador se entera que pagó una entrada para ver media película y si desea enterarse dónde desemboca esta caótica trama deberá adquirir una adicional dentro de doce meses, amén de armarse con la paciencia requerida para soportar otro, hasta el empacho, inflado mejunje.

Historia

Vamos empero a lo que cuenta, y cómo, Chu. Elphaba, reinvención entonces de uno de los personajes de la producción de 1939, es el centro de atención en «Wicked I». Es en la oportunidad una joven tímida dotada de fantásticas facultades mágicas, pero cuya piel verde la convierte en blanco de mofas y menosprecio, haciendo que se sienta excluida de su entorno, en buena medida debido al rechazo de su padre, indisimuladamente asqueado por el color de su piel. Cierto día Elphaba llega a la universidad para brujas de Shiz en Oz, únicamente con el propósito de instalar allí a su hermana Nessa Rose, la protegida de papá, condenada a desplazarse en silla de ruedas. Casi de inmediato, los poderes sobrenaturales de Elphaba, que se manifiestan sobre todo cuando se encuentra enfadada o molesta, deslumbran a Madame Morrible, la maestra de brujería más connotada, quien no duda en registrarla como alumna. Y a fin de alojarla, resuelve hacerle compartir el cuarto con la muy atractiva, si comulgamos con los dogmáticos modelos imperantes, Glinda, pese a las reticencias de esta última, quien dará rienda suelta a su malestar arrinconándola en un pequeño y oscuro espacio de la habitación.

Adicionalmente, Glinda, cuya frivolidad es visualmente remarcada con el incesante pestañeo, el empalagoso movimiento de su melena y su obsesión por la elegancia al vestir, se entretiene molestando a su indeseada compañera con agresivas pullas, desafiándola en cierto momento a rivalizar en un baile de la universidad con la mera intención de humillarla, si bien Elphaba goza de un talento danzarín muy superior. Más adelante, sin que la trama se interese en ilustrar el motivo, Glinda pareciera sentir cierta compasión, dando paso a una incipiente amistad que nunca llegará a ser tal dada la subyacente competencia entre las dos. Agudizada cuando ambas se sienten atraídas por un compañero de clase, el apuesto Príncipe Fiyero, que en un inicio se siente seducido por Elphaba pero, hipnotizado, acaba formando pareja con Glinda.

La endeble simpatía recíproca da la fugaz impresión de mutar en real complicidad al enterarse Glinda (la futura Bruja Buena del Este) y Elphaba (la futura Bruja Mala del Oeste) de que el temible Oz tiene previsto enjaular a los animales del lugar y privarlos de habla. Resuelven entonces enfrentarlo sin saber que ello (recuérdese que la película de Chu ambiciona ser una precuela) decidirá sus propios destinos. O sea, la estirada trama da la impresión de tentar básicamente ilustrar el mito de origen de la segunda, si bien nada queda del todo claro en el revoltijo de música y acción armado con notoria torpeza por el director y su masivo equipo técnico.

Aspectos técnicos

O Chu y el montajista desconocen la diferencia entre ritmo y apresuramiento, o pensaron que tal era el mejor recurso para enmascarar las innumerables endebleces de la historia. El hecho es que reiterativos, alocados saltos de una secuencia a la siguiente establecen una distancia tan grande entre el espectador y los personajes que impiden no solo interiorizarse de los pormenores del relato, sino que acaban fatigando hasta el hastío, lo cual ahonda esa distancia al punto de diluir cualquier interés por cuanto sucede en la pantalla.

Erivo se encuentra dotada de una voz prodigiosa, pero su actuación resulta bastante falta de matices. Y en el caso de Grande, esta deja a consideración del espectador dictaminar en cuál de los rubros su desempeño es peor. Las interpretaciones de los varones protagónicos Jonathan Bailey como Fiyero y Jeff Goldblum en el papel del mago de Oz, mostrado con los rasgos de un bobo, no pasan de la insipidez. Ni se diga el resto del elenco secundario, mero relleno dejado en boceto.

Visualmente, la película resulta afectada por el uso, abuso en realidad, de los efectos generados por computadora, desde la misma escena inicial con un montón de simios voladores que más bien parecieran ser parte de un videojuego —igual sucede más adelante con la escena de una deliberación secreta entre animales parlantes—, y no así imágenes de cine con la magia de sumergir en la ficción a quien mira, alejándolo por el contrario hacia el hartazgo a consecuencia de su demasiado artificiosa paleta de color.

Tal obstáculo para mantener interesado al espectador se ve agrandado por la dispersa acumulación de personajes, anécdotas, subtramas, apuntes humorísticos ayunos de gracia y metáforas montadas, para peor, con una incompetencia imperdonable en cualquier producción, más todavía en una, como la de Chu, en extremo pretenciosa, anclada en la autovaloración de la supuesta importancia de los hechos que cuenta, con un no menos escurridizo acento crítico, en definitiva diluido por la sobredosis de azúcar, deambulando sin norte en su hechura, con el director perdido entre el exhibicionismo y la sustancia.

Wicked, un musical

Tratándose de un musical, cuando menos las melodías y la coreografía ameritaban ser objeto de un cuidado especial. Y si bien las canciones, algunas al menos, tienen su encanto, los movimientos coreográficos fueron filmados de un modo demasiado tosco, acentuado por el ya dicho desmadrado montaje que quiebra de un modo inoportuno la continuidad, confundiendo, se anotó también, ritmo con barullo.

La pedestre moraleja admonitoria que, al parecer, los autores del musical tentaban soplar al oído de los espectadores y Chu termina por empastelar del todo vendría a ser «nadie nace perverso, dependerá del trato recibido de los demás si se convierte en uno». Y puesto que en la hechura de Fleming la mala lo era a pleno, pero al día de hoy caracterizar como una perversa sin matices a una mujer, negra encima y, para colmo de los colmos, protagonizada por una confesa bisexual, exponía a «Wicked» a ser puesta en el banquillo, acusada de racismo, misoginia y homofobia, con posibles afectaciones a sus ingresos, Chu, tratando de aparentar la debida corrección política que lo ponga a buen resguardo de tales apreturas contables, apela a embrollar al extremo la historia, que ya venía enredada en el guion de Winnie Holzman y Dana Fox.

La última canción que se escucha lleva un sugestivo título: «Defying Gravity», ergo «desafiando a la gravedad», pero salvo se trate de una deliberada autoironía, nada en la puesta en imagen coincide con tal invitación a retar a la solemnidad. Más al contrario, de pe a pa, una cargosa aparatosidad lastra, del todo, la construcción de un relato, en buenas cuentas extraviado en sus grietas formales y conceptuales.

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Este joven

El Papirri cuenta sobre sus inicios, sus años de formación musical en el exterior del país y aquello que le inspiró.

/ 7 de diciembre de 2024 / 22:31

Este joven debuta hace 45 años como compositor en el Paraninfo de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), La Paz, Bolivia, el 22 de noviembre de 1979. Un año antes había salido bachiller, la dictadura de Banzer se caía, sin embargo, la democracia en Bolivia duraba muy poco. El 1ro de noviembre de 1979 irrumpe el sangriento golpe militar de Natusch Busch; este joven sale a las calles a combatir a los tanques con naranjazos, un balazo le roza el hombro en la Garita. Derrotado el golpe en las calles, la UMSA convoca al «1er Festival de la Canción Social Universitaria»; este joven había entrado obligado a estudiar Derecho, no existían estudios musicales superiores en la época, tenía que presentarse con una canción inédita según la convocatoria.

Este joven había compuesto a los 9 añitos, su primera canción llamada «Zamba del Gaucho», pero no tenía nada que ver con la canción social. Se inscribe representando a Derecho. En el jurado del Festival se encontraban el compositor Cergio Prudencio, el pianista y compositor Nicolas Suárez, Savia Nueva, Julio César Paredes, el gestor cultural y poeta Fernando Lozada, entre otros. Una noche antes, el 21 de noviembre, este joven compone «Dialéctica de la flecha a la bala», canción que gana el segundo lugar del festival; el primer lugar gana la carrera de Sociología mediante su representante, el cantautor chuquisaqueño Jesús Durán, con su canción «Las Barricadas de Noviembre», referida al golpe de Natusch.

Este joven tenía la mirada triste, había perdido a su madre 5 años atrás, no podía creer que había ganado el segundo lugar del concurso, sus ídolos Adrián Barrenechea y Jenny Cárdenas competían en el Festival. En diciembre de 1979 compone la canción «Hoy es Domingo», dedicada a su madre adoptiva, la cholita paceña Hilaria Chami, la Hilariashon. En enero de 1980, parte a Santa Cruz junto a Jesús Durán al Festival nacional representando a La Paz, Jechu había ganado también en la categoría Dúo, junto a la cantante Emma Junaro.

Tenían que llegar a Santa Cruz —como invitados especiales al Festival nacional— los trovadores cubanos Vicente Feliu y Lázaro García, pero son detenidos en el aeropuerto de El Alto por Arce Gómez, célebre torturador que ya operaba en el Ministerio de Gobierno. Los cubanos no llegan al Festival, son liberados gracias a la COB y devueltos a Cuba. Una noche antes del Festival nacional, la derechista Unión Juvenil cruceñista pone una bomba en el hotel donde este joven estaba alojado con Jechu y Emma; la bomba es desactivada, este joven es llevado en pijama a la casa de un compañero del movimiento «Jenecherú» que organizaba el Festival.

En febrero de 1980 este joven compone el huayño «Hasta Ahurita», dedicado a su primera decepción amorosa, una paceña muy linda que lo deja por un señor que tenía un Mercedes Benz amarillo. Este joven en abril de 1980 canta sus tres primeras canciones, otra vez , en el Paraninfo de la UMSA, en un evento sentido en homenaje al padre Luis Espinal, asesinado y torturado en marzo por Arce Gómez y sus secuaces; en el homenaje participan Matilde Casazola, Coco Manto, Julio César Paredes.

En julio de 1980 este joven se tiene que refugiar en el consulado de México junto a su padre y su hermano mayor, quienes estaban perseguidos por el nuevo golpe militar del narco dictador García Meza y su compinche Arce Gómez. Los paramilitares habían allanado el departamento donde vivía este joven con su papá, salvan la vida gracias a que fueron a almorzar a la casa de la Maca, esposa de su hermano.

Este joven llega desterrado a México D.F., la ciudad era gigantesca, su sueño era tocar con Silvio Rodríguez, no lo logra, sobrevive el destierro trabajando en boliches mexicanos, ingresa al Conservatorio de la UNAM con examen complicado, retoma las partituras que había dejado con la muerte de su madre, estudia con el Mtro. Roberto Salas, prestigioso guitarrista mexicano que solo recibía 30 alumnos de los 300 ingresados. Este joven tenía mucha angustia en el pecho, el subte lo atormentaba, quería volver a La Paz pero no podía. Este joven estudia a Leo Brouwer que le abre las alas musicales, estudia a Heitor Villa-Lobos que alimenta su espíritu angustiado; los tres valses de Antonio Lauro más una “Serenata para Django” de Pierre Lerich van gestando un posible repertorio para dar el examen anual.

Este joven se enamora de una hermosa joven boliviana que estudiaba danza contemporánea en la UNAM, es feliz, compone «Llockallita» en su cuartito mexicano, compone «Señora Gorda» dedicada a la dueña de casa, compone «Mi Compañera» dedicada a la bailarina que un día de esos lo deja, pues el novio titular llega al D.F. Este joven tenía tendencias suicidas, compone la desgarrada balada «Dónde», agarra el trago de manera compulsiva junto a su amigo íntimo Rolito Costa, también familiar desterrado; ahí los veías pateando la botella por debajo de la caja de un supermercado, mientras compraban tres caramelos por arriba.

Logra pasar los 2 primeros años del conservatorio con buenas notas, pero la necesidad lo lleva a aceptar un trabajo inaugurando su carrera de docente en Aguascalientes, una ciudad pequeña y entrañable, a nueve horas del D.F. en bus. Hasta aquí, la historia de este joven que un día como hoy, 22 de noviembre, hace 45 años, realizaba su debut en la canción de autor boliviana. Este joven, aún habita en mí.

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Gladiador II desde la mirada de Pedro Susz

El reconocido crítico de cine Pedro Susz da su perspectiva sobre la más reciente entrega del afamado director Ridley Scott.

/ 23 de noviembre de 2024 / 21:26

Próximo a cumplir 87 años, Ridley Scott, el director de Gladiador II, nombre en cierto momento de la historia del cine -los años 70′ y 80′-, ineludible cuando de traer a colación a los mejores realizadores inscritos en el género de las películas de acción se trataba, resolvió ahora emprender un doble viaje retrospectivo: veintisiete centurias atrás a los tiempos, siglo VI a.C., del imperio romano, y a su primera exitosa visita a esa época, veinticuatro años hace, cuando elevó el peplum, término que nombra al subgénero de espada y sandalia, a niveles difícilmente equiparables.

Por cierto, al rever hoy aquel Gladiador I, fruto de las innumerables copias, por lo general mediocres, que anduvieron dando vueltas por las pantallas del mundo entero en estas dos décadas y media, la ponderación del original suma algunos puntos, amén de haber encendido muchas expectativas respecto a la secuela desde el momento cuando trascendieron los iniciales frondosos rumores acerca de su inminente producción.

Sin embargo, tal cual quedó patentizado viendo Napoleón, filmada en 2023, Scott ya no se encuentra en su mejor momento -aun cuando suenen a demasía las alusiones en algunos comentarios a una eventual «senilidad creativa»-, y si aquella coja aproximación a la personalidad del emperador galo daba lugar a preguntarse por la pertinencia de un recomendable pase a retiro del director, cuya insistencia en seguir dándole a la manija comportaba el riesgo de ensombrecer el conjunto de su filmografía, Gladiador II acentúa esa admonición.

Una de las endebleces inocultables de aquel vigésimo noveno largo de Scott resultaba detectable en la escasísima consistencia del guion de David Scarpa, el cual, empero, no obstante las casi unánimes observaciones de la crítica, también acabó siendo el responsable de elaborar el libreto, igual de fútil, deshilvanado, o un tanto más aún, del que ahora tenemos en la mira: trigésimo eslabón de la ya, demasiado artificialmente, extendida obra del realizador británico que había alzado vuelo en 1977 con Los duelistas, escalón inicial en aquella, ya distante en el tiempo, mejor etapa de su carrera.

El proyecto de este segundo episodio anduvo dando vueltas al por mayor, inicialmente debido al capricho de Russell Crowe, intérprete del personaje central del primero al finalizar del cual moría, lo cual, a su parecer, obligaba a incluir en la rehechura algún episodio sobrenatural que justificara su reaparición sano y salvo. Más tarde, el afán tropezó con la debacle financiera de la productora DreamWorks y su venta a Paramount, cuya propietaria dispuso encajonarlo bajo llave durante una década.

Por último, Scott resolvió satisfacer su antojo invirtiendo buena parte de los 300 millones de dólares que demandó la producción de Gladiador II. Y la taquilla pareció darle la razón con los 87 millones de dólares recaudados en el mundo al cabo de su primera semana en pantalla.

Gladiador bajaba el telón cuando Maximus, afanado en poner fin a los desmanes de los sucesivos despóticos césares que habían convertido al imperio romano en una asfixiante dictadura, donde el pueblo no tenía voz ni voto, asesinaba a Cómodo, entonces emperador de Roma que soñaba con mutar ese estado de cosas. Tentando poner a buen resguardo a Lucio, el primogénito de Cómodo, su esposa Lucilla conseguía exiliarlo en la costera ciudad africana de Numidia. Allí, encubierto en una falsa identidad y casado, lo reencuentra, unos veinte años después, la trama de Gladiador II.

Esta arranca en el momento en que Lucio, interpretado por el actor irlandés Paul Mescal, se enfrenta a la Guardia Pretoriana comandada por el general Acacius quien, obedeciendo las disposiciones expansionistas de un nuevo par de ocupantes del poder, los caricaturescos hermanos emperadores Geta y Caracalla, pintados sencillamente como un par de débiles mentales, se dispone a invadir Numidia.

Lucio, cuya esposa perece victimada por los legionarios del implacable Acacius, acaba empero derrotado, preso, vendido como esclavo por el ambicioso traficante Macrinus, y destinado a jugarse la vida en una de las peleas a muerte escenificadas regularmente en el Coliseo romano -divertimento para las masas conceptuado por algunos historiadores el lejano precedente de los actuales reality shows-, manipulando el morbo para distracción de los sumisos y aterrorizados ciudadanos. No sin antes dejar en claro su irrenunciable rebeldía contra el dúo de inhumanos captores, amos absolutistas del sistema.

El tal Macrinus aspira a escalar a esa cúspide del poder activando múltiples insidias y componendas que, con un poco de esfuerzo y buena voluntad, pueden verse, al igual que los payasescos gemelos emperadores, en el modo de una satírica alusión a los detestables personajillos de la catadura de Trump, Meloni, Orbán, Bolsonaro, Milei, Netanyahu, Putin, Kim Jong-un y muchos semejantes, que al día de hoy hacen noticia encarnando desquiciados relatos a fin de enmascarar sus aberrantes miradas sobre el presente y el futuro, así como su angurria de dominio absoluto.

No obstante, si ese grito de socorro de Scott era su motivación central a la hora de reiterar el éxito, terminó resignándose a una suerte de tartamudeo muy a menudo ininteligible debido a la volubilidad de la construcción dramática, en todo momento distraída por los afanes de espectacularidad que acaban ladeando el relato hacia el sinsentido, un híbrido de fábula de aventuras y de intrigas palaciegas maniobradas por Lucilla. El aderezo de escenas mucho más brutales, sanguinarias que en el inicial acercamiento de Scott a la Roma imperial no aporta en definitiva un ápice al redondeado dramático de Gladiador II. Como tampoco ayuda el endeble, anticlimático y precipitado final.

La postiza aparición de enormes simios en plenos combates entre gladiadores, de un rinoceronte asimismo más semejante a un mirón entrometido y la súbita transformación de la arena del coliseo en una extensa laguna habitada por tiburones, al igual que los varios innecesarios flashbacks en blanco y negro, no alcanzan a encubrir yerros técnicos, y algo parecido a una puesta en imagen televisiva, que otrora hubiesen sido impensables que el talentoso Scott cometiera. Tampoco disimulan las chambonadas del montaje, cuyos encargados no parecieran haberse percatado de algunas oscilaciones de la cámara, aparte de haberse contentado con imprimir a la narración un ritmo previsible, muy semejante a la rutina absoluta.

Los, hace momentos referidos, flashbacks en blanco y negro regresan insistentemente al desamparo de Lucius cuando en el exilio pasaba los días añorando a su padre y su esposa. Pero el recurso de esa vuelta al pasado más bien daría la impresión de haber sido pensado a modo de una reiterativa alusión a la precuela, sin que Scott y Scarpa cayesen en cuenta de que así solo terminarían aburriendo a la platea, aparte de acentuar el vacío de una película en largos tramos ayuna de real urdimbre dramática.

Fácticamente, en varias instancias uno se pregunta si Scott quiso hacer al mismo tiempo una secuela y un largo, machacón spot orientado a abrir el apetito de quienes no tuvieron la oportunidad de ver el film del 2000, incitándolos a buscarlo en las plataformas de streaming, y a quienes sí lo degustaron en ese entonces, a reverlo en estas últimas. Es como si por ese doble objetivo el enfoque de la historia acabase atravesado por una suerte de arrebato esquizoide de identidad disociativa, que termina dañando irremisiblemente la contextura de Gladiador II. Para no mencionar el progresivo deslustre de los dardos irónicos contra los actuales ejemplares tóxicos, enfermos de idénticos desvaríos mesiánicos a los de sus lejanos antecesores romanos.

Asimismo, conspiran contra la consistencia del producto final las escenas que, a título de retrotraer al espectador al original, se limitan a copiar, literalmente si se permite la licencia, secuencias enteras de aquel. Y la banda sonora aportada por Harry Gregson-Williams peca de idéntico malentendido, contentándose con replicar de la manera más automática concebible la compuesta en el 2000 por Hans Zimmer y Lisa Gerrard.

En cuanto a la interpretación, Mescal, teóricamente a cargo del personaje principal, o sea Lucio, confronta el dilema de saber de antemano, pues de seguro habrá leído el guion entero, que a fin de cuentas no lo será. Y es muy posible que tal presunción lo hubiese empujado a desempeñar su papel con una distanciada pasividad, es decir, sin esforzarse casi nada en imprimir a su labor la fuerza requerida para activar una mínima empatía en el espectador.

En cambio, Denzel Washington, superada su confesa adicción a las drogas, logra ser el verdadero eje del asunto en la piel de Macrinus. Su faena se encuentra muy por encima de las opacas entregas de otros protagonistas centrales como Connie Nielsen y Pedro Pascal en los papeles de Lucilla y Acacius respectivamente. Endeblez una vez más endosable a las insuficiencias del guion. En el extremo opuesto, el dúo de emperadores, basado en personalidades reales, a cargo de Joseph Quinn y Fred Hechinger, sobreactúa hasta el hartazgo intentando parecer cómicos, pero terminando por resultar enervantes, al extremo de parecer caricaturas animadas un tanto exageradas, así ello se antojase imposible, de sus actuales réplicas de carne y hueso listadas, parcialmente, párrafos arriba. Enésimo desbarre atribuible al deshilvanado libreto.

Si las antes referidas fisuras del guion de Napoleón, sumadas a las inexactitudes históricas en las cuales el guionista David Scarpa se atrevió a incurrir, resultaban hasta cierto punto disimuladas por el pulso de Scott para armar un producto visualmente magnético, sostenido en un ritmo trepidante y alimentado de escenas en gran medida filmadas renunciando a la coartada de utilizar efectos especiales, en vez de aprovechar las posibilidades de la fotografía para imprimir un tono realista al relato, en Gladiador II, asunto en gran medida fantasía pura, con esporádicas pinceladas basadas en las investigaciones relativas al imperio romano, el brío, hasta cierto punto aún vigente, de Scott para la puesta en imagen no alcanza en absoluto para salvar las inconsistencias del libreto.

Mientras transcurren los extensos 148 minutos visionando un espectáculo que pareciera actualizar la sabida receta romana de «pan y circo» apelando a la pura pirotecnia visual, así sea esta deslumbrante, en algún momento hasta el espectador menos demandante, dependiendo del tamaño de su paciencia, sentirá ganas de incorporarse en la butaca y salir corriendo en busca de oxígeno.

Ficha técnica

Título Original: Gladiator II — Dirección: Ridley Scott — Guion: David Scarpa — Historia: Peter Craig, David Scarpa — Personajes creados por: David Franzoni — Fotografía: John Mathieson — Montaje: Sam Restivo, Claire Simpson — Diseño: Arthur Max — Arte: Claudio Campana, Anthony Caron-Delion, David Ingram — Música: Harry Gregson-Williams — Maquillaje: Amanda Agius, Kamanza Amihyia, Thiago Herrera Aquilini — Efectos: Lawrence Attard, Javier Aliaga, George Anati, Zuzana Milfort, Stephen Aplin, Richard Bentley — Producción: Aidan Elliott, Ridley Scott, Lucy Fisher, David Franzoni, Michael Pruss, Douglas Wick — Intérpretes: Connie Nielsen, Paul Mescal, Pedro Pascal, Denzel Washington, Joseph Quinn, Derek Jacobi, Fred Hechinger, Rory McCann, Matt Lucas, Peter Mensah, Yuval Gonen, Tim McInnerny, Lior Raz, Alec Utgoff — USA/2024

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Semana del Arte en el Centro de la Cultura Plurinacionales

A partir del lunes 25 de noviembre se celebrará la Semana del Arte en el Centro de la Cultura Plurinacional en la capital cruceña.

/ 23 de noviembre de 2024 / 21:16

El Centro de la Cultura Plurinacional (CCP) y la carrera de Arte de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (UAGRM) se preparan para celebrar la segunda versión de la Semana del Arte, un evento que busca tender puentes entre la academia y la sociedad cruceña. Esta iniciativa, que nació en 2023, se ha convertido en un espacio vital para mostrar el trabajo artístico que se desarrolla en las aulas universitarias y permitir un encuentro directo entre los nuevos creadores y el público.

La programación de este año incluye la participación de reconocidos artistas cruceños como Lorgio Vaca, Tito Kuramoto, Olga Rivera y Eberth Román, quienes compartirán escenario con estudiantes y egresados de la carrera de Arte. El evento contempla conferencias, presentaciones musicales, cursos abiertos de dibujo, cerámica y pintura, además de la presentación de una investigación especial sobre las técnicas muralísticas del maestro Lorgio Vaca.

Esta alianza entre el CCP, bajo la dirección de Edson Hurtado, y la carrera de Arte de la UAGRM, liderada por el arquitecto Pedro Bazán, representa un esfuerzo conjunto por documentar y difundir la rica cultura cruceña, formando nuevas generaciones de artistas y creando espacios de encuentro entre la academia y la ciudadanía. Como señalan sus organizadores, el evento busca no solo mostrar el arte que se está generando en la sociedad cruceña, sino también obtener el respaldo moral de la comunidad para esta nueva generación de artistas.

Conversamos en exclusiva para Escape, de La Razón, con Edson Hurtado y Pedro Bazán, quienes dan detalles sobre la Semana de Arte y más.

¿Cómo nace la Semana del Arte en el Centro de la Cultura Plurinacional? ¿Desde cuándo se celebra y cuál es su periodicidad?

Pedro Bazán: Bueno, la Semana del Arte nace a iniciativa de ambas instituciones que nos reunimos el año pasado, a pedido de la carrera de Arte y viendo la necesidad de mostrar lo que hace la universidad al pueblo cruceño, es que buscamos un espacio público, un espacio que pueda permitir la visita de la ciudadanía a conocer todo lo que se está haciendo a nivel de academia en el tema de arte. Por eso fue que nosotros buscamos al Centro Cultural Plurinacional, quienes gentilmente accedieron y ya se dio la primera versión el año pasado, el 2023.

Edson Hurtado: Este será el 2do. año que llevamos adelante esta actividad, luego de una primera experiencia exitosa junto a la Carrera de Arte de la estatal U.A.G.R.M. La Semana del Arte es un evento que muestra los trabajos realizados por los alumnos de dicha carrera, sus resultados principales y sus propuestas estéticas y conceptuales. Sirve, sobre todo, para conocer la formación que están recibiendo los estudiantes, así como sus preocupaciones, expectativas y cosmovisiones. Con este evento, el acercamiento con el público y la sociedad en general se hace más efectivo.

¿Cuáles serán las principales actividades de la Semana del Arte? ¿Qué artistas estarán presentes?

Pedro Bazán: Bueno, nuestros artistas son nuestros estudiantes, o sea, son estudiantes que se han recibido y los que están en etapa de formación, además contaremos con la presencia de grandes artistas cruceños en este momento, como lo es el profesor Lorgio Vaca, Tito Kuramoto, Olga Rivera, Eberth Román y otros grandes artistas actuales. La presencia de estos artistas destacados es importante ya que cumplen el rol de gestor de todas las obras y trabajos que se van a mostrar. Si bien son trabajos de los estudiantes, estos son herederos de las técnicas y los conocimientos artísticos y los movimientos artísticos que estas personas nombradas han hecho en Santa Cruz desde mediados del siglo pasado. Vamos a tener, por ejemplo, conferencias, un poco de música, cursos abiertos y al vivo de dibujo, cerámica, pintura y mucho más. Una experiencia para el público en general que quisiera conocer la manera en como enseñamos y prácticamos el arte en nuestra carrera.

¿Cómo surgió la alianza entre el Centro de la Cultura Plurinacional y la carrera de Arte de la UAGRM para organizar esta Semana del Arte?

Pedro Bazán: Bueno, esta alianza surgió el año 2023 en realidad, cuando recibimos una visita del Ministerio de Cultura, quienes nos propusieron ser parte de un concurso nacional sobre pintura. Entonces nosotros aceptamos muy gentilmente y a partir de ahí, como el CCP, forma parte de las instituciones culturales del país pudimos conocer su agenda y el trabajo que vienen desarrollando por el arte en Santa Cruz y Bolivia. Todo nace desde el encuentro y acercamiento que tuvimos gracias al Ministerio de Cultura.

Edson Hurtado: La propuesta de realizar esta semana nació de la Carrera de Arte de la universidad estatal, y de inmediato nos pareció que era el camino que había que seguir. Desde el CCP decidimos que todo el equipo, así como la infraestructura se pondrían a disposición de este evento, para realzar una alianza que va dando frutos cada año. No solamente porque atrae otro público a nuestra institución, sino porque las y los artistas que se están formando, tienen la oportunidad de salir de sus aulas y exponer, mostrar y compartir sus capacidades artísticas.

¿Qué es lo que principalmente se busca visibilizar con la Semana del Arte ante la sociedad cruceña?

Pedro Bazán: Bien, esto es muy importante, esta pregunta es muy importante porque no puede haber una civilización sin arte, si nosotros conocemos la historia de la humanidad es justamente por el arte que se hizo a través del tiempo, entonces nosotros creemos que la cultura cruceña es muy rica y variada y que se la tiene que plasmar, se la tiene que dejar documentada para las futuras generaciones, entonces por esa razón es que es importante que el pueblo cruceño vea el arte que se está generando en su sociedad y lo aprecie y, lógicamente, lo apoye, que conozca a sus artistas a los nuevos o a los que van a salir. Esa es la dimensión de lo que se pretende con esta actividad, que la sociedad cruceña pueda asistir para poder dar un respaldo moral a toda esta nueva generación de artistas.

¿Qué aspectos destaca la nueva investigación del CCP sobre la técnica muralística de Lorgio Vaca?

Edson Hurtado: Lorgio Vaca nos encargó el año pasado la misión de ayudarlo a terminar un manual de sus murales. Quería compartir sus técnicas muralísticas, que durante tantos años de trabajo y dedicación ha adquirido y perfeccionado, y nosotros aceptamos con mucho gusto. El libro, que será presentado durante la Semana del Arte, es una guía que servirá a los siguientes muralistas que en el futuro quieran dedicarse a hacer murales al estilo de Lorgio Vaca. Es una condensación de su aprendizaje, el clave lúdica y pedagógica y que, mediante ejemplos específicos, muestra cómo hizo sus grandes murales, y las técnicas que utilizó. Me parece que será un gran material artístico y didáctico para las siguientes generaciones de artistas plásticos.

¿Cuáles son las otras actividades más importantes realizadas por el CCP en 2024?

Edson Hurtado: Este año hemos seguido trabajando con artistas, colectivos culturales e instituciones aliadas. Nuestro desfile de moda, que realizamos junto a la UPSA, presenta cada año a los diseñadores emergentes más destacados y a través de sus diseños siempre se destaca varias características importantes, como el cuidado del medio ambiente, el reciclaje de materiales y se realizan conversatorios sobre moda, apropiación cultural, tendencias, estilos, etc. Luego, nuestro Encuentro del Charango, brinda un escenario inédito para los exponentes de este instrumento, que es patrimonio cultural de las y los bolivianos. Junto a Luciel Izumi, gran charanguista cochabambina, llevamos 3 años reuniendo a jóvenes exponentes, y grandes valores del charango, como una manera de reivindicarlo y de mantenerlo vigente. Durante estos años hemos producido más de 80 podcast, siguiendo la corriente comunicacional del momento, y hemos entrevistado a gestores culturales, artistas y artivistas de Santa Cruz y de Bolivia. Realizamos más de 300 actividades y recibimos cerca de 100.000 visitantes al año, lo que nos convierte en uno de los centros culturales más dinámicos de la capital oriental.

¿Qué actividades se tienen previstas en lo que queda del año y que se puede esperar en 2025, el año del Bicentenario?

Edson Hurtado: En 2025 nuestra programación estará centrada, como la de la mayoría de las instituciones del país, en el Bicentenario de Bolivia. Vamos a enfocarnos en la reflexión, el debate y la crítica y autocrítica de estos 200 años de existencia de nuestra patria, desde la mirada de los artistas, gestores culturales, para tratar de entender el concepto de bolivianidad, y para reconocernos a través del arte y las culturas de nuestro país.

¿Cómo está la producción personal del director del CCP, Edson Hurtado?

Edson Hurtado: En el poco tiempo que me queda, o que me dejan las labores administrativas y burocráticas de la institución, tengo un libro listo para publicarse, sobre los años que viví en Nueva York y mi experiencia en esa ciudad; otro de cuentos a medio terminar, que espero poder concluir el año que viene, y por último, estoy terminando mi nueva película documental, cuyo tema principal son las diversidades LGBTIQ de Bolivia, y la Ley de Identidad de Género, promulgada en 2016, y que ha influido muchísimo, sobre todo en la comunidad de mujeres trans de Bolivia.

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