Música
Dobet Gnahoré, cuando canta el corazón.

Fue el 5 de noviembre de 2005 que la cantante de Costa de Marfil subió al escenario del Teatro Municipal de La Paz y lanzó esa invisible red —entramada con su potente voz, su felina danza, una romántica guitarra y evocadoras percusiones— capaz de atraparnos, hacernos bailar, cantar y aplaudir emocionados. Algo misterioso pasaba con esta joven cantante africana radicada en Francia, nos había engarzado el anzuelo directo en el corazón. En ese entonces llegó —gracias a una iniciativa de la Alianza Francesa— con las canciones de su disco Ano Neko.
Luego vino Na Afriki (2007) y Djekpa La You (2010). En este último trabajo, Dobet Gnahoré muestra su trabajo en el máximo esplendor. No por nada se llevó ese mismo año el Grammy por la mejor performance alternativa por la canción Pearls, en una colaboración con la cantante de neo soul India.Arie.
Con canciones de espíritu aguerrido, con una esencia panafricana y conectada siempre con la sensibilidad, Gnahoré habla de identidad, de familia, de sentimientos y denuncia temas sociales — como el trabajo infantil— a través de letras poéticas y melodías dulces y evocadoras. La sinceridad de su voz —siempre potente y clara; a veces desgarradora, a veces arrulladora como una canción de cuna— alimenta las 23 canciones del disco dedicado a los niños con sida.
Hija del percusionista Boni Gnahoré, Dobet no plantea tema sociales con torpeza o para llamar la atención. Su trabajo es multidisciplinario, comprometido, consecuente, y refleja las preocupaciones de una mujer africana que vive en Francia, lugar que le permite internacionalizar la música que lleva en la sangre. Para eso recurre a las danzas tradicionales del continente negro, así como a las lenguas tribales —como el bété, fon, baoulé, lingala, malinké, mina y bambara— y, evidentemente, al francés.
Para quien no ha tenido la dicha de conocerla, basta una vuelta por la red (www.youtube.com/watch?v=bI_giOX1Vhs). Seguro quedará enganchado otro corazón. Miguel vargas
Sonidos recomendables
Benny Moré/Lo mejor de Moré Sonero/Cuba
Benny Moré era guajiro, como pregonaba en sus canciones. Cubano, mulato, campesino… estrella popular de la música cadenciosa que supo cantar y componer. Murió hace mucho tiempo ya, en 1963, pero para los cubanos, como si estuviese vivo. Moré caló hondo en el sentimiento del público; mambo, guaracha, bolero, todo le iba bien a su voz que se hizo famosa con la banda de Pérez Prado, que dio fama al Conjunto Maramoros y que floreció en su propio grupo, La banda gigante. Al Sonero Mayor de Cuba se le puede escuchar en YouTube, aunque no hay casi nada de imágenes en movimiento Préstame tu caballo es una excepción, gracias al cine mexicano. Quizás no importe tanto verlo, pues su voz es la que envuelve y desenvuelve. Mata Siguaraya es una lección de canto, carisma y todo cuanto se espera de un artista. Mabel Franco
She (EP)/Laura Mluva/Música del mundo/Inglaterra, 2012
Una de las nuevas promesas en la música se llama Laura Mvula. Calificada por la BBC como una de las voces que hay que escuchar en este 2013 y fuertemente aclamada por la crítica en la entrega de los Brits de 2012. El sonido de Mvula es fresco y armonioso, con una voz que nos recuerda a Estelle y con la onda africana. La joven londinense llegó primero con un EP de cuatro canciones titulado She, en el que destaca la canción del mismo nombre, cantada con tal sentimiento que llega, incluso en la simpleza de su video. Sin embargo, la pieza de presentación más grande es Green Garden, el primer single del que será su primer disco Sing to the Moon que se presentará en marzo. La canción va creciendo con las escuchas y no se puede dejar de ver el video, en el que Laura nos demuestra que menos es más. José Torrez
Oddfellows/TomaHawk/Rock alternativo/EEUU, 2013
Si existe alguna característica común en los cuatro álbumes de estudio de TomaHawk, probablemente es el humor sarcástico que salpica la mayoría de sus letras, independientemente del ritmo que decida explorar, el cuarteto encabezado por el legendario Mike Patton disfruta hacer música y se nota.
Oddfellows parte de la fórmula básica del álbum debut, riffs duros y bien construidos sobre pasajes que traen de vuelta los momentos más feroces de los extintos Faith No More al tiempo que exploran aproximaciones al pop sin caer en facilismos, una idea que vienen rodando desde el proyecto Peeping Tom. La polifacética voz de Patton nos conduce por pasajes sombríos (White Hats/Black Hats), melodías que invitan al descontrol (South Paw) o irreverencias apologéticas (Waratorium). Estamos ante un álbum redondo en su variedad y merecedor de más de una vuelta en el playlist de este año. Sergio Candia