Trump 2.0: entre promesas audaces y un mundo desafiante
Los economistas Alberto Bonadona y Armando Ortuño analizan los primeros días del líder republicano tras su regreso a la Casa Blanca.

En su retorno a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump no ha perdido tiempo en imprimir su característico estilo de gobierno. Desde el primer día, ha emitido decretos que buscan desmantelar el legado de su predecesor, Joe Biden, y reafirmar su visión de «hacer a Estados Unidos grande otra vez». Las medidas abarcan desde un giro hacia el proteccionismo económico hasta una política migratoria más restrictiva, generando reacciones tanto dentro como fuera del país.
Para entender el impacto de estas decisiones, entrevistamos a dos reconocidos economistas: Alberto Bonadona y Armando Ortuño. Ambos ofrecen perspectivas complementarias sobre las políticas de Trump, analizando sus implicaciones económicas, políticas y sociales tanto para Estados Unidos como para el mundo.
La importancia de este segundo mandato radica en las implicaciones que podría tener para el orden internacional. En palabras de Ortuño, “Trump está poniendo fin al ciclo neoliberal clásico, al modelo de globalización que dominó los años 90”. Esta afirmación, respaldada por las acciones iniciales de su administración, plantea una ruptura con el consenso multilateralista y una apuesta por el bilateralismo y el nacionalismo económico.
Entre las promesas y lo posible
Desde su discurso inaugural, Trump ha dejado claro que su enfoque prioriza los intereses de Estados Unidos por encima de cualquier consideración global. Ha ordenado la salida del Acuerdo de París y de la Organización Mundial de la Salud (OMS), mientras declara una “emergencia energética nacional” para aumentar la producción de petróleo y gas en su territorio. Estas medidas, según el líder republicano, buscan garantizar la independencia energética de Estados Unidos y fortalecer su economía interna. Sin embargo, la decisión de retirarse del Acuerdo de París ha generado críticas por ignorar los compromisos internacionales en la lucha contra el cambio climático.
Alberto Bonadona señala que “la mitad de las cosas que Trump dice son difíciles de cumplir y gran parte son armas de negociación”. Esto sugiere que muchas de sus acciones iniciales buscan establecer una posición firme en futuros acuerdos internacionales. Por ejemplo, la salida de la OMS podría ser vista como una estrategia para presionar a la organización a implementar reformas o cambios que favorezcan los intereses estadounidenses.
Realidades
Por otro lado, Armando Ortuño advierte sobre las limitaciones y riesgos de estas políticas. “No porque el presidente de Estados Unidos diga que las tasas de interés bajen, estas lo harán. Hay otros factores económicos en juego”, explica. Ortuño también cuestiona el impacto ambiental y económico de las medidas energéticas. “Si aumenta la producción de petróleo, podría provocar una baja en los precios globales, afectando economías dependientes del crudo, especialmente en regiones como América Latina y el Medio Oriente”.
El enfoque proteccionista de Trump también incluye medidas arancelarias destinadas a fortalecer la industria nacional. Sin embargo, Bonadona destaca que “estas políticas podrían terminar perjudicando a Estados Unidos, especialmente si desatan represalias de otros países”. Este enfoque unilaterialista, añade Ortuño, refleja una visión más autoritaria del rol de Estados Unidos en el mundo. “Trump ve al país como una potencia que no debe rendir cuentas a nadie, lo que genera tensiones tanto internas como externas”, afirma.
Así, las primeras decisiones de Trump marcan un contraste significativo con su predecesor, mostrando una combinación de pragmatismo y retórica que desafía las normas establecidas del orden global. Queda por ver hasta qué punto estas políticas lograrán sus objetivos sin generar conflictos mayores o consecuencias imprevistas.

Trump recargado y con impacto global
La agenda de Trump no solo afecta a Estados Unidos; también redefine relaciones internacionales clave. Su postura hacia China es ejemplificadora: propone aranceles agresivos para equilibrar la balanza comercial. Sin embargo, Bonadona destaca la resiliencia de China: “El país ha diversificado su producción en naciones como Vietnam e Indonesia, lo que le permite sortear las tarifas estadounidenses”. Este enfoque refleja la capacidad de adaptación de China en un contexto global cambiante.
Ortuño señala que estas tensiones podrían desencadenar guerras comerciales de amplio alcance: “Un aumento excesivo de aranceles podría generar inflación en Estados Unidos y respuestas similares de otros países, afectando el comercio global”. Las guerras comerciales, explica, no solo impactan a los actores principales, sino que también repercuten en las economías de países más pequeños que dependen del comercio internacional.
El impacto global de este mandato también se manifiesta en la relación de Estados Unidos con Europa. Trump ha criticado a varios países europeos, incluyendo a Alemania, por sus superávits comerciales. Ha amenazado con imponer aranceles elevados a productos europeos, lo que podría tensar aún más las relaciones transatlánticas. Bonadona advierte que “estas políticas pueden erosionar alianzas históricas y empujar a Europa a buscar acuerdos más sólidos con Asia, particularmente con China”.
Paradojas
Por otro lado, Ortuño destaca la paradoja de las políticas proteccionistas de Trump. “Mientras busca proteger la economía nacional, sus acciones podrían debilitar la posición de Estados Unidos en el sistema económico global”, observa. La dependencia de cadenas de suministro globales hace que las medidas proteccionistas sean más difíciles de implementar sin consecuencias negativas para los consumidores y las empresas estadounidenses.
Además, la retirada de Estados Unidos de varios acuerdos multilaterales durante el mandato de Trump envía un mensaje de unilateralismo que ha sido criticado por líderes internacionales. Esto podría reducir la influencia de Estados Unidos en foros globales y abrir espacio para que otras potencias, como China y Rusia, aumenten su protagonismo.
En resumen, el segundo mandato de Trump está marcando un cambio significativo en las relaciones internacionales, reforzando un enfoque unilateral que podría alterar el equilibrio de poder global. Si bien algunas de sus políticas buscan fortalecer la economía estadounidense a corto plazo, sus implicaciones a largo plazo plantean dudas sobre el liderazgo global de Estados Unidos y su capacidad para adaptarse a un mundo multipolar.
Trump y Latinoamérica
La región no escapa de las políticas de Trump, aunque no ocupa un lugar central en su agenda. “América Latina es un ámbito secundario para Trump, salvo en temas como la migración y la seguridad,” afirma Ortuño. En este contexto, destaca la declaración de emergencia nacional en la frontera con México, que autoriza el uso de militares para controlar el flujo migratorio.
Bonadona, por su parte, subraya la paradoja de estas políticas. “Estados Unidos necesita a los migrantes tanto como ellos necesitan ingresar. Muchas labores esenciales dependen de esta mano de obra”. Según Bonadona, actividades como la recolección de basura, la agricultura o la venta en restaurantes rápidos quedarían desatendidas sin la participación de inmigrantes, especialmente de origen latinoamericano.
Ortuño resalta que la agenda migratoria de Trump incluye presiones directas a países como México y los de Centroamérica para frenar los flujos hacia el norte. “Esto podría generar conflictos diplomáticos en la región, particularmente si las medidas se perciben como unilaterales o intervencionistas,” explica. Asimismo, advierte que el discurso de Trump, al calificar a los migrantes como una amenaza, perpetúa estereotipos que deterioran las relaciones entre Estados Unidos y sus vecinos del sur.
No solo migración
Por otro lado, las políticas de Trump hacia Latinoamérica no se limitan a la migración. En temas de comercio, su postura proteccionista podría impactar negativamente las exportaciones de países de la región hacia Estados Unidos. Bonadona señala que “las economías latinoamericanas están estrechamente vinculadas a las de Asia, especialmente China, y un alejamiento de Estados Unidos podría acelerar esta tendencia”.
Ortuño menciona que la renovada Doctrina Monroe que Trump parece adoptar reafirma a Estados Unidos como hegemón del hemisferio. Sin embargo, cuestiona si esta visión es realista en un contexto global donde la influencia de China en Latinoamérica es creciente. “Es improbable que Estados Unidos pueda mantener el control total de la región como lo hizo en el siglo XX. Los desafíos actuales son mucho más complejos”, indica.
Trump, el Estado y el comercio mundial
Trump redefine el papel del Estado, debilitándolo en ámbitos como la protección social mientras refuerza su intervención en temas de migración y comercio. Alberto Bonadona señala que esta visión se alinea con un estilo autoritario: “Trump concentra el poder en la presidencia, alejándose de los principios democráticos tradicionales de Estados Unidos”. Este enfoque contrasta con la descentralización que ha caracterizado al sistema político estadounidense.
Armando Ortuño profundiza en la paradoja de esta postura. “Por un lado, debilita al Estado de bienestar, desmantelando programas de protección social esenciales para la clase trabajadora. Por otro, refuerza el rol del Estado en áreas clave como la seguridad fronteriza y el comercio exterior”, explica. Este modelo híbrido refleja una ruptura con el neoliberalismo clásico, introduciendo elementos de mercantilismo y nacionalismo económico.
En términos de comercio mundial, Trump ha adoptado una estrategia proteccionista que desafía las lógicas de la globalización. “El uso de tarifas como herramienta geopolítica busca favorecer a la industria nacional, pero puede desatar represalias de otros países y perjudicar las cadenas globales de valor”, advierte Bonadona. Esto podría resultar en una menor competitividad para Estados Unidos a largo plazo.
Nuevo proteccionismo
Ortuño añade que esta estrategia también afecta el papel de Estados Unidos en organismos multilaterales como la Organización Mundial de Comercio. “Al priorizar acuerdos bilaterales, Trump reduce la influencia de estas instituciones, debilitando el marco normativo global que ha sostenido el comercio internacional desde la posguerra”, afirma.
Ambos economistas coinciden en que esta visión del Estado responde a una lógica de poder concentrado, donde las decisiones buscan maximizar beneficios inmediatos para Estados Unidos, aunque a menudo a costa de alianzas estratégicas y estabilidad global. “Trump apuesta por un modelo que mezcla unilateralismo con pragmatismo económico, pero su éxito dependerá de cómo reaccionen otros actores internacionales”, advierte Ortuño.