Energías & Negocios

Saturday 22 Mar 2025 | Actualizado a 17:54 PM

Cita de los BRICS en kazán: el camino a un mundo multipolar

Los BRICS resultaron ser el escenario perfecto para intentar construir desde cero un nuevo orden mundial.

/ 13 de octubre de 2024 / 14:37

Del 22 al 24 de octubre, Rusia albergará la décimo sexta cumbre de los BRICS en la ciudad de Kazán. Los BRICS se formaron en 2009 con cuatro miembros originales: Brasil, Rusia, India y China. Sudáfrica se unió en 2010. Este grupo, que abarcan el 30% de la masa terrestre del mundo y el 45% de su población, se creó para proporcionar un foro para las potencias industriales que estaban excluidas del llamado “Occidente colectivo” y su foro económico, el G7, una organización intergubernamental aparentemente compuesta por las mayores economías desarrolladas del mundo.

Sin embargo, China y la India son la segunda y quinta economías más grandes del mundo, y la economía de Brasil supera a las de los miembros del G7, Canadá e Italia.

Durante gran parte de su historia, los BRICS también han funcionado como una reunión informal de las principales potencias económicas del llamado “Sur Global”, un término que en términos generales comprende a África, América Latina y el Caribe, Asia (excluyendo a Israel, Japón y Corea del Sur) y Oceanía (excluyendo a Australia y Nueva Zelanda).

Naturaleza cambiante

Tal como se organizó inicialmente, el foro de los BRICS buscó evitar ser visto como un competidor tanto del G7 como de su derivado, el G20 (que incluye a los miembros de los BRICS en sus filas), optando en cambio por participar en consultas informales en lugar de formular e implementar políticas estructuradas.

Sin embargo, la geopolítica exigió un cambio en esta postura. El 4 de febrero de 2022, el presidente ruso, Vladimir Putin, y el presidente chino, Xi Jinping, se reunieron en Pekín, donde emitieron una declaración conjunta de más de 5.000 palabras que marcaba el comienzo de una relación de confrontación entre estos dos miembros fundamentales del BRICS y el “orden internacional basado en reglas” que sustentaba la seguridad exterior y nacional de Estados Unidos y, por extensión, de sus socios del G7 y la OTAN. El impulso para esta reunión, y la declaración conjunta, fueron las crisis duales que involucraban a Ucrania y Taiwán, que Rusia y China, respectivamente, interpretaron como impulsadas por las políticas de Estados Unidos.

La declaración criticaba a “algunos actores que representan a la minoría a escala internacional” que “siguen defendiendo enfoques unilaterales para abordar cuestiones internacionales”. Al señalar que el mundo estaba “entrando en una nueva era de rápido desarrollo y profunda transformación”, los líderes rusos y chinos enfatizaron la necesidad de una “transformación de la arquitectura de gobernanza global y el orden mundial” que conduciría a una “redistribución del poder en el mundo”.

BRICS

La declaración conjunta destacó tres vectores principales para lograr este cambio transformador: el G20, la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) y los BRICS. El G20 era un “foro importante para discutir cuestiones de cooperación internacional”, decía la declaración, mientras que la OCS ayudaba a dar forma a “un orden mundial policéntrico basado en los principios universalmente reconocidos del derecho internacional, el multilateralismo, la seguridad igualitaria, conjunta, indivisible, integral y sostenible”.

Tanto Rusia como China reconocieron el papel desempeñado por los BRICS en la promoción de una cooperación ampliada en tres áreas principales: política y seguridad, economía y finanzas, e intercambios humanitarios. Pero los BRICS estaban limitados en cuanto al alcance y la escala de lo que podían lograr, tanto en términos de alcance global como de capacidad organizativa. Para posicionar a los BRICS de manera que fueran un factor de cambio en el escenario mundial, habría que hacer un trabajo significativo en cuanto a alcance y estructura. Esto se consideraba un esfuerzo continuo, sin un cronograma apremiante.

El factor geopolítico

Sin embargo, la guerra en Ucrania lo cambió todo. Literalmente, de la noche a la mañana, Rusia se encontró frente a un esfuerzo estratégico de Estados Unidos y sus aliados en Europa y el Pacífico para socavar su economía mediante sanciones estrictas y erosionar la confianza interna en su liderazgo político mediante el aislamiento diplomático y la crítica. Mientras Estados Unidos y sus aliados condenaron la invasión rusa de Ucrania, gran parte del Sur Global, aunque no apoyó las acciones rusas, adoptó una postura neutral.

La estrategia adoptada por Estados Unidos y sus aliados reforzó las críticas de Rusia y China al unilateralismo. El esfuerzo por dictar prioridades económicas al mundo y el uso del sistema bancario internacional con fines políticos mediante la confiscación de depósitos rusos alienaron a muchas naciones, que comenzaron a preocuparse de que, en circunstancias diferentes, esas tácticas pudieran emplearse en su contra.

El por qué de los BRICS

Ni el G20 ni la OCS ofrecieron a Rusia y China estructuras capaces de hacer frente al orden internacional basado en reglas y dominado por Estados Unidos. Sin embargo, los BRICS resultaron ser el escenario perfecto para intentar construir desde cero un nuevo orden mundial capaz de competir con lo que Rusia y China consideraban la hegemonía global de Estados Unidos.

En la 14ª cumbre de los BRICS, organizada por China en 2022, Rusia ayudó a promover la idea de una nueva moneda de reserva global junto con China y otras naciones BRICS como un desafío potencial al dominio del dólar estadounidense, el primer rechazo sustancial al orden liderado por Estados Unidos. Luego, durante la 15ª cumbre de los BRICS en 2023 encabezada por Sudáfrica, el grupo experimentó una importante expansión, invitando a seis naciones a unirse a sus filas: Irán, Egipto, Etiopía, los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Argentina. Buenos Aires se negó a unirse, mientras que Riad optó por renunciar a la membresía formal por ahora, aunque participó en todas las funciones de los BRICS como estado invitado.

La agenda de Kazán

Rusia asumió la presidencia del recién ampliado foro de los BRICS en enero de 2024, y de inmediato estableció una agenda asertiva que enfatizaba el continuo crecimiento de la organización, tanto en términos de membresía como de estructura y capacidad organizativas. Antes de la cumbre de los BRICS en Kazán, Rusia ha implementado más de 140 eventos en preparación. Dado que los BRICS son un foro basado en el consenso, los mecanismos estructurados permanentes para la coordinación de políticas serán vitales si la organización quiere competir en el escenario global con organizaciones como el G7. Construir tales estructuras ha sido el principal objetivo de Rusia durante su presidencia.

Rusia también busca continuar con la tendencia de expandir físicamente los BRICS, extendiendo invitaciones a los líderes de 36 naciones para asistir a la cumbre de Kazán. Hasta ahora, 18 han aceptado, incluidos Turquía, Azerbaiyán, Malasia, Venezuela, Serbia y Argelia. Si bien la lista exacta de naciones que recibirán invitaciones formales para unirse a los BRICS en Kazán no se ha finalizado, las ramificaciones geopolíticas de la expansión son considerables. La adhesión de Turquía, por ejemplo, crearía complicaciones en las filas de la OTAN.

Independientemente de los resultados de la expansión física de los BRICS, una cosa parece segura: si Rusia puede llevar a cabo los cambios estructurales y organizativos que ha puesto en marcha para la Cumbre de Kazán, el grupo que surja podría tener un potencial formidable. Dadas las trayectorias actuales de la geopolítica, esto posicionaría a los BRICS para convertirse en un foro internacional más importante para cuestiones económicas, sociales y políticas en los próximos años, lo que podría ayudar a promover la visión de un rival multipolar al unilateralismo estadounidense, presentada por primera vez por Rusia y China en Pekín en febrero de 2022.

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IBCE: la falta de combustibles requiere ajustes estructurales

El gerente del IBCE, Gary Rodríguez, brinda una perspectiva sobre la crisis actual en el país.

/ 15 de marzo de 2025 / 23:45

Bolivia enfrenta la crisis energética más complejas de las últimas décadas debido a la escasez de combustible, en especial de diésel. Esto ha generado largas filas en estaciones de servicio y un impacto significativo en diversos sectores de la economía. En respuesta, el Gobierno nacional anunció un paquete de diez medidas para paliar la situación. Entre ellas están la reducción del uso de vehículos estatales, el incremento en la provisión de combustibles y la habilitación de estaciones exclusivas para el transporte público y el sector agropecuario. Sin embargo, persisten dudas sobre la efectividad de estas acciones y su capacidad para ofrecer una solución sostenible en el tiempo.

En este contexto, Energías & Negocios, de La Razón, conversó con Gary Rodríguez, gerente general del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), para analizar el impacto real de la crisis en la producción, el comercio y la inflación. El economista, con amplia trayectoria en el ámbito institucional empresarial, explica cómo la falta de combustible afecta a sectores esenciales como la agricultura y la ganadería, donde los tiempos de siembra y cosecha dependen de una provisión oportuna de diésel. Además, advierte sobre las repercusiones de un incremento en el precio del combustible y cómo esto podría poner en riesgo la competitividad de distintos rubros.

Combustibles y otros problemas

Más allá de los efectos inmediatos, Rodríguez aborda un tema medular: ¿son suficientes las medidas adoptadas o se requiere una reforma estructural en el sector energético? Más aun, el profesional indica que el Gobierno nacional debe sincerar los precios para hacer que el país resulte nuevamente atractivo a la inversión de las grandes empresas petroleras. También analiza el papel de la política en esta crisis, señalando cómo la falta de consenso en la Asamblea Legislativa ha impedido la aprobación de créditos internacionales que podrían aliviar la situación.

Acompáñenos en esta entrevista para comprender mejor el alcance de la crisis y las posibles soluciones que podrían garantizar estabilidad y desarrollo en el país.

¿Cómo está afectando la falta de combustibles, especialmente del diésel a los sectores productivos y comerciales?

Por definición, la actividad agrícola es de alto riesgo, ya que depende grandemente del clima para la siembra, el progreso del cultivo y, la cosecha. A ello hay que sumar las “ventanas de oportunidad” que se presentan para la siembra (humedad) y la cosecha (ausencia de lluvia), de tal manera que, si la provisión del diésel no llega en el momento exacto, el productor del agro pierde por doble partida; otro tanto pasa con el ganadero. Respecto al sector comercial, la escasez del combustible puede ocasionar una ruptura de la oferta, con un daño para los sectores mencionados, pero también, para el propio consumidor.

¿Qué tan viable es la propuesta de habilitar diésel para los sectores productivos a Bs 11,50 por litro? ¿Cómo repercute esto en la estructura de costos y en la competitividad?

La cantidad y la intensidad del consumo del diésel varía de sector a sector, no es lo mismo hablar del sector agropecuario que del minero, hay una diferencia abismal en cuanto al esfuerzo y el rédito que cada uno percibe, de ahí que, semejante elevación de precio sin duda impactará sobre todos ellos, en unos más que en otros, todo dependerá del tipo y la escala de producción, pero, además, de su productividad, ya que, a menor escala y competitividad, mayor el impacto, ya que habrá quienes bajen su margen de utilidad, pero también, los que se vuelvan inviables. Aquello de que “no hay un producto más caro, que el que no está en el mercado”, es cierto, pero, no menos cierto es que el límite para utilizar un insumo tiene que ver con la posibilidad de ganancia: Si el alza del costo es tal que inviabiliza esto último, sin duda tal actividad declinará y hasta podrá desaparecer ya que nadie invierte para perder, eso es algo básico. Una cosa es pagar Bs10 o Bs12 por el litro de diésel, como se oye, para una cosecha inminente que dé cierto nivel de ingresos para cubrir deudas, y otra, comprar a tal precio para apostar por una actividad de alto riesgo sin garantía de ganancia.

¿Cómo afectan los factores anteriormente señalados a la inflación en el país?

Indudablemente, si el margen de ganancia en el sector agrícola es mínimo por las vicisitudes del clima, plagas, “precios justos” (subvencionados por el sector privado), el vaivén de los precios internacionales o las restricciones a la exportación que se dan, es lógico que si a ello se agrega el aumento de costos que afecte negativamente dicho margen, esa subida se la trasladará a los precios, por la viabilidad de la actividad. En el sector comercial la subida de los fletes impacta en los precios de los productos para su expendio. In extremis, si en algún momento ya “no es negocio producir algo”, la disminución de la oferta también contribuirá a la subida de precios y a una mayor inflación.

¿Qué consecuencias tiene una inflación elevada y qué es posible hacer para atenuarla?

Alguien dijo que la inflación funciona como un “impuesto ciego” que disminuye el poder adquisitivo de absolutamente todas las personas, pero, afecta mucho más a quienes tienen ingresos bajos y rentas fijas, porque gran parte de los mismos se destina a la compra de bienes básicos. Contrariamente a lo que se piensa, el “control de precios” no es la solución, más bien, un problema, por lo que se ha venido constatando desde 2008, cuando comenzó la subvención al precio de los alimentos por parte de los productores privados (debido al “precio justo” fijado oficialmente), ocasionando un gran negocio para los contrabandistas, a costa del desabastecimiento del mercado interno y la pérdida de los productores del agro.

¿Son suficientes las diez medidas planteadas por el gobierno nacional para enfrentar la escasez de combustibles?

Se trata de medidas reactivas que pueden ayudar a dar una respuesta a cortísimo plazo a la preocupación del sector productivo y la bronca ciudadana por las colas derivadas de la escasez de combustibles, que, en la práctica, va sembrando el camino hacia una desregulación del sector (compra de dólares en el Banco Unión por YPFB y utilización de criptoactivos, ambos a precio de mercado), sin embargo, no se trata de un paquete de medidas estructurales.

Está registrado por la prensa que, el 26 de diciembre de 2010, cuando el gobierno emitió el Decreto Supremo No. 748 para subir el precio del diésel y la gasolina, el IBCE fue la única institución privada del país que se manifestó a favor de un “ajuste estructural” en el sector de hidrocarburos, por la necesidad de un “sinceramiento de precios” con la finalidad de atraer a las empresas petroleras para que vuelvan a invertir en exploración en nuestro país; asimismo, para disminuir el pesado lastre que suponía ya, para el Estado, la alta subvención a los hidrocarburos; consecuentemente, eliminar los cupos al sector productivo; finalmente, bajar el contrabando de combustibles al exterior, dado su bajo precio.

¿Cuánto está jugando el componente político en la situación actual, con un proceso electoral de por medio?

Definitivamente, así es, y resulta lamentable que ello ocurra, porque las consecuencias las está pagando la gente. La pulseta política al interior del partido de gobierno hace que la Asamblea Legislativa no apruebe créditos por más de 1.600 millones de dólares de deuda externa contratada, que si bien son para proyectos, tales dólares al ingresar al país llegan a engrosar las RIN del Banco Central de Bolivia, el que entrega los montos correspondientes a los diferentes Ministerios en moneda nacional, de ahí que, la maniobra legislativa hace que el Banco Central se vea imposibilitado de otorgar a YPFB dólares al tipo de cambio oficial para importar combustibles. Esta resistencia política en la Asamblea Legislativa apunta a no darle esta suerte de “oxígeno” al gobierno.

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Déficit comercial y shock interno de la oferta exportable

Bolivia refleja una crisis estructural, marcada por la caída del volumen de sus principales productos exportados en un contexto de agotamiento de reservas y pérdida de mercados estratégicos.

/ 15 de marzo de 2025 / 23:29

En el pasado, las economías periféricas estaban sujetas a shocks externos por la tendencia del precio de sus exportaciones a fluctuar y a deteriorarse respecto a los precios de las manufacturas que importaban. Los precios de los commodities además dependían del ciclo económico de los países del centro, puesto que crecían en el periodo de auge y se desplomaban en la fase de declinación o crisis. Este comportamiento afectaba el bajo nivel de las exportaciones que además eran muy volátiles transmitiendo sus fluctuaciones al conjunto de las economías primario exportadoras.

Una crisis estructural

El caso boliviano en el presente siglo es interesante, puesto que la evolución de las exportaciones y sus precios en un primer periodo (2004-2016) tuvo un comportamiento cíclico con una fase larga de boom de precios (2004-2013) para entrar después a una fase declinación (2014-2016) como se observa en el Gráfico 1. Sin embargo, en el segundo periodo (2016-2023) presenta un comportamiento ondulatorio con un ciclo corto de recuperación y caída hasta la crisis del COVID 2020, para después atravesar por una fase de corta recuperación entre 2021-2023 y terminar registrando una leve declinación en 2024.

Gráfico 1

La gran diferencia es que en el segundo periodo la variable explicativa no fueron los precios de exportación, variable exógena, que tuvieron una tendencia creciente hasta 2023, sino los volúmenes de exportación, variable endógena, puesto que  la economía boliviana experimentó a partir de 2014 un shock interno que se expresó en la caída en el volumen de exportación del principal producto de exportación, el gas natural que llegó a representar un 50% del total exportado, debido al agotamiento de las reservas. El cierre del mercado argentino fue la cereza de la torta puesto que se preveía que en 2024 iba a terminar el contrato de gas con Argentina.

Déficit comercial y de combustibles

Bajo este contexto, el análisis del déficit comercial en 2024 ($us 845,5 millones) adquiere relevancia, no por su tamaño, puesto que representa un 1,75% del PIB, sino por sus componentes y los factores relacionados con las exportaciones.

En primer lugar, si incluimos la balanza de combustibles, observamos una ampliación de su saldo negativo de $us 855,9 millones en 2023 a $us 1.191,3 millones, equivalente al 2,5% del PIB, debido a que las exportaciones de combustibles se desplomaron en 20,6% mientras que las importaciones se contrajeron, pero solo en 3,5%.  El problema es la tendencia creciente y persistente a la caída de las exportaciones de combustibles porque ya desde el 2022 ya no somos un país exportador neto por el fin del ciclo del gas, sino pasamos a ser considerado un país importador neto de petróleo (Cuadro 1).

Cuadro 1

En segundo lugar, el déficit comercial se debe a la caída en el valor de las exportaciones (-17,4%) más acelerada que el de las importaciones (-13,8%).  Esta caída de exportaciones esta más relacionada con el desplome del volumen exportado en 15,9%, por lo que la disminución de los precios de exportación solo explica un descenso del 1,5%.Por tanto, la causa principal del déficit comercial no fue un shock externo de precios sino una caída en el volumen de exportación asociado a factores internos.

En tercer lugar, la caída del volumen de exportación se dio en los principales productos de exportación, como son el oro, el gas natural y en los aceites y tortas oleaginosas, como se observa en el Grafico 2. Bolivia tiene una oferta exportable concentrada en pocos productos y poco diversificada y estos productos representaban más del 60% del total exportado en 2023.

Gráfico 2

El caso del oro es preocupante, puesto que la caída del volumen exportable de oro en 2024 fue de un 79% debido a factores internos puesto que el precio o valor unitario de exportación, según el INE, creció en un 6,6%, sin embargo, la cotización internacional subió un 35% al pasar de 2000 $us por onza troy fina (OTF) a 2700 $us por OTF. Una explicación serían las compras internas del Banco Central, pero solo compró 14,5 TM en 2024 y el país exportó 9 TM, lo que suma un total 23,5 TM. Si comparamos esta cifra con el volumen exportado en 2023 que fue 45 TM, la caída sería del 52%. ¿Es el fin del ciclo del oro en pleno auge de su cotización que llegó a 3.000 $us OTF? Lo lamentable es que el país no conoce su propia oferta exportable. En el pasado, cuando aumentaron las exportaciones de oro se dijo que provenían del Perú de contrabando y ahora que bajaron dramáticamente dicen que salió de contrabando. Es así que el principal producto de exportación en 2023 con una participación del 25% en el total exportado cayó al quinto lugar, llegando a representar solo un 8,4% en el total exportado, sin embargo, en el país no es noticia relevante.

Déficit y más

En el caso de las exportaciones de gas natural, continuó la tendencia de caída que se viene registrando desde 2014 con un desplome en el volumen (21,3%) que explica totalmente la caída en valor (21,3%). Su caída sigue siendo trascendente puesto que el gas natural continúa siendo el principal producto de exportación con una participación del 20% en el total exportado, aunque lo que preocupa al país son las importaciones de gasolina y diésel. Donde se registró una caída tanto en el volumen y también en los precios, fue en las exportaciones de aceites y tortas de oleaginosas, que junto a las exportaciones de soya representan el cuarto producto de exportación con un 13% en 2024.

En conclusión, el sector exportador boliviano registró en 2024 una caída principalmente del volumen y especialmente en sus principales productos de exportación que da señales de restricciones estructurales de oferta exportable y que requieren medidas urgentes para que vuelva a ser el motor de la economía y el principal sector generador de divisas.

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Petróleo: la oferta mundial superará a la demanda en 2025

La transformación energética en China y las tensiones comerciales globales redefinen las perspectivas para los países exportadores e importadores de crudo.

/ 15 de marzo de 2025 / 22:59

El mercado mundial del petróleo podría enfrentar un excedente significativo este año, según revela el más reciente informe de la Agencia Internacional de Energía (AIE) publicado el último jueves. De acuerdo con el organismo, «la oferta global de petróleo podría exceder a la demanda en aproximadamente 600 kb/d este año», una condición que podría presionar aún más a la baja los precios del crudo, que ya se encuentran cerca de mínimos de tres años.

«Si la OPEP+ extiende la reducción de los recortes de producción más allá de abril sin controlar el suministro de los miembros que actualmente producen por encima de sus objetivos, se podrían añadir otros 400 kb/d al mercado», advierte el informe, lo que aumentaría aún más el superávit.

Este pronóstico llega en un momento de creciente incertidumbre económica global, caracterizado por tensiones comerciales entre Estados Unidos y varios países, incluidos México y Canadá, dos de sus principales socios comerciales en el sector energético. «Los nuevos aranceles estadounidenses, combinados con medidas de represalia en escalada, inclinaron los riesgos macroeconómicos a la baja», señala la AIE.

Precios del petróleo en descenso y tensiones comerciales

La presión sobre los precios ya es evidente. Según el informe, «los precios del petróleo cayeron alrededor de $us 7 porbarril en febrero y principios de marzo, ya que el sentimiento macro se agrió en medio de crecientes tensiones comerciales, nublando las perspectivas para el crecimiento de la demanda de petróleo». Al momento de redactar el informe, los futuros del Brent se cotizaban «cerca de mínimos de tres años, alrededor de $us 70 por barril».

Los mercados sudamericanos, altamente dependientes de los ingresos petroleros en casos como Venezuela, Brasil y Ecuador, podrían verse afectados por esta tendencia bajista en los precios internacionales, especialmente mientras la producción global continúa en aumento.

China: el gran cambio estructural

Uno de los datos más relevantes del informe es el cambio estructural en el patrón de consumo de China, el mayor importador mundial de petróleo. «A medida que la economía china y el sector de transporte doméstico experimentan transformaciones significativas, la demanda de los combustibles derivados del petróleo más ampliamente consumidos —incluidos la gasolina, el combustible para aviones y el diésel— disminuyó marginalmente en 2024», revela el documento.

El análisis de la AIE es contundente: «Los datos sugieren fuertemente que los usos de combustión del combustible de petróleo en China ya han alcanzado una meseta y que el potencial para el crecimiento futuro puede ser muy limitado».

Este cambio es especialmente significativo para los países exportadores de la región como Brasil, Colombia y Ecuador, que han encontrado en China un mercado clave en la última década.

Transformación energética y económica

El informe explica que la transformación energética china responde a políticas nacionales «centradas en la seguridad energética, la actividad industrial y el control de la contaminación». Los incentivos para vehículos eléctricos y de bajas emisiones «han impulsado su adopción, reduciendo significativamente la demanda de combustible».

A diferencia de otras economías emergentes, «la demanda de China para todos estos productos combinados sigue siendo inferior a la demanda estadounidense de gasolina por sí sola», a pesar del fuerte crecimiento durante la década de 2010. En contraste, «el uso de combustible en otros mercados emergentes importantes continúa aumentando, con un crecimiento del consumo tanto indio como brasileño de aproximadamente un 4% el año pasado».

Oferta de petróleo en expansión

La oferta global de petróleo «aumentó en 240 kb/d en febrero hasta los 103,3 mb/d, liderada por la OPEP+», indica el informe. La producción de Kazajistán alcanzó un máximo histórico con la expansión del proyecto Tengiz, mientras que «Irán y Venezuela aumentaron los flujos antes de sanciones más estrictas».

Para los intereses sudamericanos, resulta particularmente relevante la advertencia sobre Venezuela: «Se espera que el suministro venezolano disminuya a partir de abril, cuando expire la Licencia General de Chevron para operar en el país». Esta situación podría alterar el panorama de producción regional, donde Brasil continúa expandiendo su capacidad productiva.

Estados Unidos «actualmente está produciendo en niveles récord y se prevé que sea la mayor fuente de crecimiento de suministro en 2025, seguido por Canadá, Brasil y Guyana», tres actores relevantes para el mercado regional.

Demanda global en crecimiento moderado

A pesar de las tensiones comerciales y la desaceleración china, «se espera que el crecimiento de la demanda mundial de petróleo promedie poco más de 1 mb/d este año, por encima de los 830 kb/d en 2024, impulsado en parte por los precios más bajos del petróleo», señala el informe.

Los países asiáticos «representarán casi el 60% de las ganancias, liderados por China, donde las materias primas petroquímicas proporcionarán la totalidad del crecimiento, ya que la demanda de combustibles refinados alcanza una meseta».

Para América del Sur, este panorama presenta tanto desafíos como oportunidades. Si bien los precios más bajos podrían beneficiar a los países importadores netos como Chile y Uruguay, también ejercerían presión sobre los presupuestos de las naciones productoras como Venezuela, Brasil y Colombia. Además, la creciente atención a los productos petroquímicos podría abrir nuevas vías para el desarrollo industrial en la región.

En un mundo de «arenas movedizas», como lo describe la AIE, la región deberá adaptar sus estrategias energéticas a un panorama global cada vez más complejo y en transición.

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El crudo registra su peor semana en cuatro meses

Los precios del crudo Brent bajaron del umbral de $us 70 al impulso de las incertidumbres geopolíticas y el aumento de producción de la OPEP+.

/ 9 de marzo de 2025 / 02:16

Los precios del crudo cerraron la última semana con fuertes pérdidas, marcando su peor desempeño en casi cuatro meses. El Brent, el barril de referencia mundial, cayó un 3,8%, su mayor descenso semanal desde noviembre del año pasado, mientras que el West Texas Intermediate (WTI) de Estados Unidos retrocedió un 3,9%, su peor caída desde enero. Esta volatilidad refleja un mercado petrolero tensionado por decisiones de la OPEP+, incertidumbre geopolítica y señales confusas sobre la demanda global de energía.

El Brent cerró la semana en $us 70,36 por barril, un aumento del 1,3% en la sesión del viernes, pero acumulando una caída semanal significativa. Por su parte, el WTI terminó en $us 67,04, con un alza del 1,02% en el día, pero con una pérdida semanal del 3,9%. Estos movimientos contrastan con los máximos alcanzados durante la semana, cuando el Brent tocó los $us 71,40 y el WTI los $us 68,22, impulsados por comentarios del viceprimer ministro ruso, Alexander Novak, quien sugirió que la OPEP+ podría reconsiderar su estrategia de producción después de abril.

Tensiones geopolíticas

Uno de los factores clave que influyeron en la volatilidad del mercado fue la amenaza del presidente estadounidense, Donald Trump, de imponer sanciones a Rusia si no se alcanzaba un alto el fuego en Ucrania. En una publicación en su plataforma Truth Social, Trump afirmó que estaba «considerando seriamente» sanciones a los bancos rusos y aranceles comerciales sobre productos rusos debido a los continuos ataques militares en Ucrania. Esta declaración generó incertidumbre en los mercados, ya que Rusia es uno de los principales exportadores de crudo a nivel global.

«La perspectiva de una tregua temporal en Ucrania limitó las noticias sobre aranceles que trastocaron los mercados globales», señalaron analistas de Barclays. Sin embargo, la posibilidad de sanciones adicionales a Rusia mantuvo a los inversores en alerta, especialmente en un contexto en el que la OPEP+ planea aumentar su producción en abril.

Aumento de la oferta de crudo

La decisión de la OPEP+ de incrementar la producción en 138.000 barriles diarios a partir de abril añadió presión a los precios del crudo. Este movimiento, el primero desde 2022, ha sido interpretado por los mercados como una señal de que el cártel podría estar respondiendo a presiones políticas, particularmente de la administración Trump, en lugar de a una demanda más fuerte de lo esperado.

«La decisión de la OPEP+ de aumentar la producción no parecía responder a una demanda de petróleo más fuerte de lo esperado, sino más bien a una creciente presión política, especialmente de la administración Trump», destacó Barclays en un informe.

Goldman Sachs, uno de los bancos de inversión más influyentes de Wall Street, advirtió que este aumento de la producción podría generar riesgos a la baja para los precios del crudo en los próximos años. El banco revisó sus pronósticos para el Brent y el WTI, estimando que el Brent podría caer a un rango de $us 60 a $us 65 por barril a finales de 2026 si la OPEP+ mantiene un aumento de la oferta durante 18 meses.

«En concreto, estimamos que el Brent caería a un nivel entre 60 y 65 dólares a finales de 2026 en un escenario de riesgo en el que la oferta de la OPEP+ aumenta durante 18 meses», dijo Goldman Sachs. Además, el banco señaló que la demanda de petróleo podría ser más débil de lo esperado, especialmente en China, y que la escalada arancelaria global podría afectar el crecimiento económico y, por ende, el consumo de energía.

Inventarios del crudo y políticas comerciales

Otro factor que pesó sobre los precios del crudo fue el aumento de los inventarios de petróleo en Estados Unidos, que alcanzaron su nivel más alto desde diciembre de 2021. Este incremento en las reservas, combinado con la decisión de la OPEP+ de aumentar la producción, generó preocupaciones sobre un exceso de oferta en el mercado.

Además, las políticas comerciales de la administración Trump continuaron influyendo en los mercados globales. Aunque el presidente suspendió temporalmente los aranceles del 25% sobre productos de Canadá y México, los impuestos al acero y al aluminio siguen vigentes, lo que ha generado incertidumbre sobre el futuro del comercio internacional y su impacto en la demanda de energía.

«Los mercados globales se han visto afectados por la fluctuación de la política comercial en los EEUU, el mayor consumidor de petróleo del mundo», destacaron analistas. Esta incertidumbre se reflejó en los comentarios del presidente de la Reserva Federal (Fed), Jerome Powell, quien señaló que la institución está monitoreando cómo las nuevas políticas comerciales de la administración Trump podrían afectar la economía estadounidense.

Perspectivas a futuro

A corto plazo, los precios del crudo podrían encontrar cierto soporte en un dólar debilitado y en los planes de Estados Unidos para reabastecer su reserva estratégica de petróleo. Sin embargo, a mediano plazo, los riesgos a la baja parecen predominar, especialmente si la OPEP+ mantiene su estrategia de aumentar la producción y si las tensiones comerciales globales continúan afectando la demanda.

Citi Research coincidió con Goldman Sachs en que la decisión de la OPEP+ es «más bajista para los precios del petróleo» y que el Brent podría caer a un rango de $us 60 a $us 65 por barril en los próximos 6 a 12 meses. Por su parte, Axis Securities destacó que «el mercado está bajo presión debido a múltiples factores, entre ellos, la OPEP+, que ha señalado el regreso de una oferta previamente retenida, las preocupaciones sobre una posible debilidad de la demanda derivada de la evolución de las políticas comerciales estadounidenses y una acumulación de inventarios».

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La apuesta boliviana por el litio enfrenta la caída de los precios

Los precios del carbonato de litio se ubican debajo de $us 10.000 por tonelada. Los expertos hablan de una sobroferta para explicar el desplome.

/ 9 de marzo de 2025 / 01:52

Bolivia intenta a posicionarse en el mercado internacional del litio en medio de una caída histórica de los precios globales. Los expertos citan el crecimiento de la oferta como la causa principal que mueve la cotización a la baja. Por su parte, la Agencia Internacional de Energía (AIE) espera que la demanda de baterías continúe en aumento.

Según datos del Ministerio de Hidrocarburos y Energías, Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB) generó Bs 256,91 millones durante 2024 por la comercialización de carbonato de litio y cloruro de potasio, dos de los productos clave en la industria de baterías y energías renovables.

La empresa estatal logró vender 2.032,05 toneladas métricas de carbonato de litio, captando ingresos por Bs 119,80 millones a lo largo del año pasado. Adicionalmente, la venta de 78.566,07 toneladas métricas de cloruro de potasio reportó Bs 137,11 millones adicionales.

Estos resultados llegan tras la inauguración de la Planta Industrial de Carbonato de Litio el 15 de diciembre de 2023 en el municipio de Colcha K, departamento de Potosí. Esta instalación, que representa una inversión de Bs 766,94 millones, tiene capacidad para producir 15.000 toneladas métricas al año. Hasta diciembre de 2024, la planta produjo 1.474,53 toneladas métricas de carbonato de litio, aproximadamente un 10% de su potencial.

Desplome mundial de los precios

La entrada de Bolivia al mercado coincide con una pronunciada caída en los precios internacionales del carbonato de litio. En febrero de 2025, el precio CIF en el norte de Asia cayó por debajo de los $us 10.000 por tonelada métrica, disminuyendo un 4,5% hasta los $us 9.550 por tonelada, según datos del Mercado de Metales de Shanghái. Así, el mineral llega a su nivel más bajo desde febrero de 2021. Esta tendencia refleja un exceso de oferta en el mercado global, combinado con una desaceleración en la demanda.

El desplome en los precios representa un contraste dramático con los niveles récord alcanzados hace poco más de dos años. Según Benchmark Mineral Intelligence (BMI), «los precios del litio se dispararon a $us 81.375 por tonelada en China en diciembre de 2022». Esta volatilidad evidencia las dificultades que enfrentan los productores para planificar inversiones a largo plazo.

Factores que impulsan la caída del litio

Varios elementos confluyen en esta crisis de precios. Por un lado, «la producción de litio ha estado creciendo rápidamente. En enero de 2025, las exportaciones de litio de Chile aumentaron un 22,8% de mes a mes, inundando el mercado con suministro adicional», señala BMI en un reporte reciente. Se debe contar además que nuevos proyectos en Mali y Argentina están incrementando significativamente la oferta global.

En el lado de la demanda, «China, el mayor comprador de litio del mundo, experimentó una fuerte caída en la demanda a principios de 2025», sostiene BMI. Las festividades del Año Nuevo Lunar ralentizaron la actividad industrial, mientras que «muchos fabricantes de baterías también pospusieron sus compras», contribuyendo a una mayor presión a la baja sobre los precios.

Otro factor relevante es el cambio tecnológico en la fabricación de baterías. «El cambio hacia baterías de fosfato de hierro y litio (LFP), que requieren menos litio que las baterías tradicionales basadas en níquel, está reduciendo la demanda de litio», observa BMI. Empresas como Tianqi Lithium e IGO Ltd. ya han detenido la expansión de sus refinerías de hidróxido de litio debido a las débiles condiciones del mercado.

Respuestas ante la crisis

Frente a esta situación, los principales actores del sector están tomando medidas drásticas. Los grandes productores como Albemarle y SQM planean reducir la producción. Esta medida tiene como objetivo detener nuevas caídas de precios. Al mismo tiempo, algunas empresas mineras están retrasando nuevos proyectos, mientras que otras reducen costos para mantener la rentabilidad.

Las empresas más pequeñas son las que enfrentan mayores dificultades. «Aquellas que no cuentan con un fuerte respaldo financiero son las que más sufren. Algunas han tenido que detener operaciones o buscar fusiones para sobrevivir», señala BMI. Esta tendencia hacia la consolidación quedó evidenciada en diciembre de 2024, cuando Rio Tinto adquirió Arcadium Lithium por 6.200 millones de euros, consolidando su posición en el mercado global del litio.

El panorama a futuro

A pesar de la actual situación de crisis, la Agencia Internacional de Energía (AIE) mantiene una perspectiva optimista sobre el futuro del mercado de baterías y, por ende, del litio. Según un reciente informe, el organismo considera que «la industria de las baterías ha entrado en una nueva fase» caracterizada por un crecimiento exponencial de la demanda y una continua reducción de costos.

«En 2024, a medida que las ventas de automóviles eléctricos aumentaron un 25% hasta los 17 millones, la demanda anual de baterías superó 1 teravatio-hora (TWh), un hito histórico», señala la AIE. Simultáneamente, «el precio promedio de un paquete de baterías para un automóvil eléctrico cayó por debajo de los 100 dólares por kilovatio-hora, comúnmente considerado un umbral clave para competir en costo con los modelos convencionales».

La AIE también destaca que «después de años de inversiones, la capacidad global de fabricación de baterías alcanzó los 3 TWh en 2024, y los próximos cinco años podrían ver otra triplicación de la capacidad de producción si se construyen todos los proyectos anunciados».

Bolivia y el Triángulo del Litio

En este contexto, Bolivia busca consolidar su posición como parte del llamado «Triángulo del Litio«, denominación que comparte con Chile y Argentina, y que alberga las reservas más ricas del mundo. Argentina ha tomado ventaja, buscando convertirse en el principal productor del Triángulo del Litio, con proyectos como el de Ganfeng Lithium Group que ha comenzado la producción en el proyecto de salmuera Mariana, añadiendo otras 17.420 toneladas métricas de carbonato de litio anualmente.

Analistas del sector anticipan que la actual sobreoferta dificultará una recuperación de los precios en el corto plazo. S&P Global Commodity Insights predice que «la sobreoferta hará difícil que los precios del litio aumenten hasta la próxima década». Sin embargo, la AIE prevé que creciente demanda impulsada por la transición energética global podría eventualmente reequilibrar el mercado.

Tecnología y transición energética

El futuro del mercado del litio estará estrechamente vinculado al desarrollo de tecnologías energéticas más eficientes. Goldman Sachs Research estima «un aumento general en el consumo de energía de los centros de datos por IA de 200 teravatios-hora por año entre 2023 y 2030». A medida que crezca el uso de IA y la computación de alto rendimiento, también aumentará la necesidad de baterías de iones de litio para respaldo energético.

Para Bolivia, el desafío consistirá en aumentar su producción y mejorar su eficiencia mientras navega un mercado volátil. Con la planta de carbonato de litio operando a solo una fracción de su capacidad instalada, el país tiene margen para incrementar su producción y capitalizar una eventual recuperación de precios.

A pesar de las actuales dificultades, tanto la AIE como las consultoras especializadas del mercado coinciden en que la demanda de litio crecerá significativamente en las próximas décadas, impulsada por la electrificación del transporte y el almacenamiento de energías renovables. Para productores como Bolivia, el desafío será sobrevivir a la actual crisis de precios y posicionarse estratégicamente para el futuro.

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