Los gestores de Musk
Groenlandia será la próxima víctima pues Trump quiere comprarla o anexarla por otros medios

Kate Crawford es una investigadora y académica australiana que en 2022 publicó un libro titulado “Atlas de inteligencia artificial: Poder, política y costos planetarios”, en el que sostiene que la IA no es una innovación tecnológica neutral sino una verdadera industria de extracción global, cuyos sistemas dependen de la explotación de los recursos energéticos y minerales del planeta.
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Minerales como los 17 que conforman lo que hoy se conoce como tierras raras: Escandio, Itrio, Lantano, Cerio, Praseodimio, Neodimio, Prometio, Samario, Europio, Gadolinio, Terbio, Disprosio, Holmio, Erbio, Tulio, Iterbio, y Lutecio. Crawford dice que estos elementos, junto al litio, constituyen el nuevo petróleo de estos tiempos, el combustible de vital importancia en una industria que va de los teléfonos celulares, hasta las armas más sofisticadas, pasando por los vehículos eléctricos y maquinarias similares. Si no se tiene un control adecuado basado en convenios de beneficio común, su explotación, afirma, impulsará gobiernos antidemocráticos, una mayor desigualdad y enormes daños medioambientales. Pone como ejemplo a la fábrica de vehículos eléctricos de Elon Musk de la cual dice:
“Tesla es el mayor consumidor de baterías de iones de litio (…) se estima que usa más de 28 mil toneladas de hidróxido de litio al año: la mitad del consumo total del planeta. Seguramente, el término Inteligencia Artificial evoca algoritmos, datos y arquitectura de nube; pero nada de eso funcionaría sin los minerales y los recursos que construyen los componentes centrales de la informática. Las baterías recargables de iones de litio son esenciales para los dispositivos móviles…”
China, Rusia, Australia, Myanmar, Brasil, India y Vietnam, son los países con las reservas más altas de tierras raras, pero también Estados Unidos que, a pesar de tener una gran cantidad, depende de China para satisfacer sus demandas, y por eso, convirtió esta necesidad en una cuestión de seguridad nacional y ha impulsado la búsqueda de alternativas de abastecimiento. ¿Y cómo logrará abastecerse? A la mala, a través de la coacción y la violencia, como está por hacer en Ucrania, donde saqueará sus minerales, petróleo y gas en pago del apoyo militar que Estados Unidos le dio en su guerra con Rusia. Un negocio que, según Donald Trump le dará un billón de dólares de ganancia.
Groenlandia será la próxima víctima pues Trump quiere comprarla o anexarla por otros medios. Tiene petróleo, gas, pero sobre todo tierras raras. Y aquí es donde entra Bolivia. Nuestro país también tiene una gran reserva de tierras raras ubicadas principalmente en Cochabamba, Santa Cruz y Potosí completamente vírgenes. Por su incorporación a la asociación de economías emergentes BRICS, que indudablemente es una protección, el gobierno estadounidense se ha contenido de dar un zarpazo como el ucranio. Quiere probar primero a través de las urnas en las elecciones generales de agosto.
Trump y su virtual vicepresidente Elon Musk ya tienen sus fichas en el tablero, sus gestores tienen nombre y apellido: Branko Marinkovic, Jorge Quiroga, Samuel Doria Medina y Luis Fernando Camacho, apoyados por el resto de candidatos del llamado bloque opositor, y dirigidos por el millonario Marcelo Claure.
Marinkovic declinó en favor de Quiroga y Camacho está en la cárcel, así, los dos punteros son Jorge y Samuel, tan parecidos como dos gemelos: ambos sesentones, uno nació en 1960 y el otro en 1958; los dos producto del privilegio, más que del esfuerzo, llegaron a donde están gracias al poder económico y político de sus padres; los dos con estudios en universidades estadounidenses, que, como sabemos, son centros no sólo académicos, sino también de formación ideológica; los dos, hombres de negocios exitosos pero políticos mediocres porque pretenden obtener el voto de los pobres a través de los medios y las redes sociales, sin mancharse los zapatos en trabajo de territorio; creen que con ir a El Alto ya tienen en la bolsa a los campesinos…
Y los dos sin un proyecto de nación, profundamente racistas y unidos sólo por su odio al MAS y su desprecio por lo popular. Pero, sobre todo, los dos pro estadounidenses: los dos quieren que Estados Unidos explote las tierras raras y el litio boliviano. Se cuadran ante Donald Trump, pero admiran a Elon Musk de quien quieren ser sus gerentes.
(*) Javier Bustillos Zamorano es periodista