Las Fuerzas Armadas desarmadas de valor y ética

Esteban Ticona Alejo
La recurrencia en varias acciones es un serio indicio de que algo ocurre en alguna institución de la sociedad. Mejor dicho, si las salidas son negativas en gran medida, quiere decir que la institución está en una crisis aguda o casi existencial. Las Fuerzas Armadas de Bolivia, en los últimos años, pareciera que aventuran a la profunda displicencia. Por ejemplo, en la lucha contra el contrabando, casi persistentemente son emboscados y hasta pierden vidas. Si estás en una guerra, no se puede cometer tantos errores en las intervenciones, porque se supone que las acciones son planificadas y con toda la logística de guerra. ¿O los contrabandistas están mejor organizados, equipados que las Fuerzas Armadas?
Pero también se oye denuncias que algún militar fue descubierto robando como un simple ladrón o que otro militar de la Fuerza Aérea fue descubierto pilotando una avioneta y transportando drogas. ¿Cómo se puede caer tan bajo? ¿Cuál es el tratamiento frente a estos casos? Sabemos que algunos de estos procesos se los juzga por la vía militar, ¿será que se sanciona?
Por si fuera poco, hace un par de años, intentando imitar al Rambo estadounidense, en la línea del show y del espectáculo, algunos instructores efectuaron u obligaron a algunos jóvenes cadetes a realizar el salto mortal sin preparación adecuada. Las consecuencias fueron fatales, como graves lesiones, que aún no se sabe si llevarán una vida normal los alumnos afectados del Colegio militar.
Ni que decir de los conscriptos que prestan su servicio militar obligatorio, donde los abusos y formas violencias, como golpizas e incluso la muerte, son inalterables. ¿Cuánto es el número de estos casos por año? Aunque, paradójicamente, pese a las prácticas tan crueles e inhumanas institucionalizadas, los/as jóvenes siguen apostando para ser reclutados en alguna guarnición militar del país. ¿Cómo denominar este anhelo de la juventud, sabiendo que pueden ser castigados, incluso perdiendo la vida?
Pero la reciente violación de algunos oficiales a una militar en el departamento de Pando nos deja nuevamente sin palabras y con mucha rabia. Se denunció que incluso se habría filmado esas horrendas acciones. ¿Quiénes son estos militares? En el fondo, son violadores perversos, que se incrustaron en la Fuerzas Armadas para delinquir y no cumplir con las funciones específicas como está dicho en la Constitución Política del Estado Plurinacional.
En todos estos datos, el tratamiento informativo por los diferentes medios de comunicación es totalmente reprochable. A nombre de los derechos humanos, se borra el rostro, solo se dice el nombre o las iniciales de los malhechores. ¿Por qué no mostrar y decir sus nombres si son personas mayores?
A esta pequeña muestra, agregamos a oficiales de alto rango involucrados en acciones políticas de sedición como el golpe de Estado de 2019, junto con Jeanine Áñez, Luis Fernando Camacho y otros. También en el intento del golpe de Estado de mediados del año 2024. Las ambiciones de poder también se manifiestan en las Fuerzas Armadas. Poder conectado a recibir dádivas o sobornos, como fue manifestado públicamente por la familia Camacho en 2019.
Urge investigar y estudiar las acciones de las Fuerzas Armadas. Desde las labores menudas hasta las últimas operaciones nombradas, porque la recurrencia ya no se puede interpretar como “casos aislados”. Pero también el Estado tiene que asumir su responsabilidad. Por ejemplo, modificar el ingreso para ser militar. A estas alturas ya no basta saber sus aptitudes intelectuales ni físicas, sino sus anhelos psicológicos conectados a la perversidad, incluso al entorno familiar. Por la década de los años 70 y 80 del siglo XX, casi todos los militares soñaban producir los golpes de Estado para ser presidente y ministros. Creo que ese pensamiento no ha desaparecido, está latente y se rearticula según las circunstancias políticas y sociales. Militar jaqinakaxa, ipi jaqinakawa. muwaña, jiwayaña uka amtawinipxiwa. Wakisispawa chhaqtayaña uka irqawi ¿janicha?