El juego sucio del ‘todo pasa’

Debido a la muerte de su esposa (2012), Julio Grondona, presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) durante 35 años, decidió dejar de usar un anillo con una inscripción que decía “Todo pasa”. Manifestó entonces que eso era prácticamente lo único en su vida que no volvería a suceder: el compartir el día a día con la señora que lo dejó viudo.
“Todo pasa” es una frase mafiosa. Algo así como un axioma que se cumple de todas maneras en sentido de que no hay vuelta atrás y eso, en el territorio de las triquiñuelas, ayuda enormemente a que la impunidad se convierta en fortaleza institucional en un mundillo donde la coordenada ganar/perder tiene cada vez más que ver con la circulación de cientos de millones de dólares de una industria en la que los derechos de televisión crecen progresiva y geométricamente, mientras las casas de apuestas tienen la potencia para inducir a amaños de partidos en los que llegan a participar algunos futbolistas igual de inescrupulosos que sus patrones.
Esta es, respetables aficionados, aficionadas y aficionades, la verdad de la milanesa en la frenética industria del fútbol del siglo XXI y en ese frenesí, hay realidades futbolísticas poderosas por el dinero, prolíficas por la conversión de diamantes en bruto en verdaderas joyas del juego (canteras organizadas y trabajadas hasta el mínimo detalle), y tan artesanales como mediocres en las que el “Todo pasa” de Grondona se utiliza a rajatabla todos los días. A esta última categoría pertenece el fútbol boliviano en el que la improvisación y las malas artes dominan su identidad.
El jugador del Club Aurora, Diego Montaño, se llama en realidad Gabriel, y no tiene 19 años, sino 25. Falsificó su identidad inducido por algún genio que lo ayudó a quitarle seis años a su verdadera edad, probablemente para poder ser convocado a selecciones juveniles con la ventaja deportiva que supone una contextura física engañosa tal como sucedía en los años 90 de la Academia Tahuichi, cuando su prócer, Rolando Aguilera Pareja, decía que era más importante la patria chica que la patria grande y alguna vez, endiablado de rabia, —lo dominaba un temperamento muy sanguíneo—, no tuvo mejor idea que orinar en una maceta del antiguo edificio del parlamento boliviano.
La práctica de alterar edades para equiparar físicamente a nuestros menudos y frágiles futbolistas con los del vecindario sudamericano era entonces un secreto a voces. De esta manera teníamos que jóvenes promesas de la pelota aparecían con documentos de haber cumplido entre 12 y 15 años, cuando en realidad ya tenían por lo menos entre 16 y 19. Dicha ventaja deportiva ayudó a Tahuichi a brillar competitivamente en el concierto sudamericano durante los años 90 y de esta manera pudo ganar varios “Mundialitos Paz y Unidad”. ¿Pruebas? Una sola para sustentar esta versión: Una figura de la selección boliviana de fútbol que participó de la Copa del Mundo Estados Unidos 94 le preguntó alguna vez al seleccionador Azkargorta si quería saber su edad real o la “edad Tahuichi”. Esa práctica extendida en el más importante semillero del fútbol boliviano era comentada en voz baja en los malolientes pasillos de la componenda futbolera.
Con estos antecedentes, no tiene por qué sorprendernos lo de Diego-Gabriel Montaño, empeñado por ahora, en eximir de responsabilidades al presidente de Aurora y a su esposa que funge como apoderada del futbolista, de los delitos cometidos que podrían significarle una condena a tres años de privación de libertad: falsedad material, falsedad ideológica y uso de instrumento falsificado. Las consecuencias para el deportista podrían dar lugar a la prematura finalización de su carrera, pero muy probablemente no sucederá lo mismo con el presidente del club, Jaime Cornejo y para su señora esposa, Sandra Valencia. Valga subrayar que la familia Cornejo Valencia podría ser considerada, cuando menos, como muy especial: La hija de los capataces del cochabambino “equipo del pueblo”, Alejandra, matrimoniada con otro futbolista, René Barbosa, descargó insultos racistas en abril de 2022 contra el afro ecuatoriano Kevin Mina que entonces vestía la camiseta de Guabirá de Montero.
Todo pasa. Probablemente todo pasará para la familia empresarial Montaño Valencia. Como pasó sin que se supiera públicamente que un prominente dirigente de uno de los grandes del fútbol boliviano, bastante pasado en copas, le confesara a este periodista que alguna vez había comprado los servicios de un árbitro para que su equipo ganará un partido de Copa Libertadores. Todo pasa para el futbolista al que en pleno vestuario, dirigentes e hinchas agarraron a golpes en el estadio de Villa Ingenio. Continúa en su club. Está convocado a la selección. Todo pasa en el fútbol boliviano, pero en realidad, vistas las cosas desde las despobladas graderías de nuestros estadios y desde la comodidad de los sofás frente a nuestros televisores, no pasa nada y seguirá sin pasar nada. Julio Grondona que estás en el cielo, santificado sea tu nombre.
Julio Peñaloza Bretel es periodista.