Todavía soñamos
José Pimentel Castillo
Al comenzar este año reina la incertidumbre y la preocupación. El mundo presencia el exterminio en Gaza, se asoma un gobierno radical de derecha en Estados Unidos, que achaca su crisis a los migrantes, la amenaza de una conflagración mundial está presente, no existe un paradigma de convivencia mundial, los intereses monetarios se imponen a las razones humanitarias, la naturaleza se destruye cada vez más.
Nuestro país no es ajeno a este drama. Un año de capítulos novelescos no termina con el final feliz, las elecciones judiciales no acaban de sacar de la escena a los autoprorrogados, los ungidos por la voluntad popular se ven obligados a convivir con quienes fueron expulsados por la Asamblea Plurinacional, un seis de agosto. El culebrón de la trata de personas continúa, sin que se defienda a la víctima —si hay— porque el fin es otro. Mientras la derecha multiplica a sus candidatos, el MAS es víctima de su crecimiento descontrolado, como para jugar con el fraccionalismo.
Mientras tanto, la crisis económica golpea a los sectores populares y no hay propuesta de solución visible; es sobre esta temática que se volcarán las energías populares en los próximos meses.
La propuesta desde la derecha reedita el viejo libreto neoliberal y republicano. Cierre de las empresas públicas, despido de trabajadores, supresión de bonos y subvenciones, sin compensación alguna; inversión extranjera para la explotación de los recursos naturales, obviando la industrialización y provocando la descapitalización de la nación. La angurria del mercado se extiende a la vida de las personas cuando se lucra con la salud, la educación, la jubilación, el agua y la energía. Nada nuevo nos puede ofrecer, sino el garrote para imponer sus intereses antinacionales. Contra estas pretensiones está vigente la Constitución del Estado Plurinacional, instrumento para construir la patria soberana, próspera y justa.
Mientras la izquierda —diluida en el accionar del MAS-IPSP— busca un liderazgo para la carrera electoral, cuando su función es dar respuestas a las necesidades de los sectores populares. El liderazgo no puede determinarse si no es por la vía democrática, primer paso para ratificar su condición popular, lo otro —seguir con las zancadillas— es el juego de las élites que viven del poder. En el respeto a la voluntad popular estriba la construcción del poder popular; que no es tener a uno igual en la presidencia, sino estar todos en la toma de decisiones, la ejecución y el control de la gestión gubernamental, buscando también cambiar el Estado burocrático y colonial. Históricamente el Instrumento Político surgió de las organizaciones sociales: su organización, su programa y liderazgo es producto de la lucha; comprendió una asimilación de experiencias y la consolidación de un liderazgo, después de una depuración, muchas veces dolorosa. El ejercicio del gobierno por el MAS-IPSP ha sido un cúmulo de experiencias que merecen ser evaluadas por quienes posibilitaron su ascenso, las que deben ser capitalizadas en un nuevo decálogo para la actual etapa.
Las noticias nos traen la renovación de autoridades originarias en este primer mes del año, tradición democrática que se cumple sagradamente; esta práctica debe concluirse con un gran congreso de unidad de la propia Confederación de Campesinos, pedido recurrente en los eventos de base. Es en torno a la evaluación que surgirán los nuevos lineamientos para profundizar el proceso y un liderazgo convencido con estos propósitos, dando así respuesta a los dilemas que nos agobian.
(*) José Pimentel Castillo fue dirigente sindical minero