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Thursday 6 Feb 2025 | Actualizado a 21:07 PM

La Selección de los cielos

/ 15 de noviembre de 2024 / 23:44

Cuando quedó claro y en oportunidades reiteradas que en el Hernando Siles de La Paz, argentinos, brasileños y ecuatorianos aprendieron a ganarnos, superando la barrera imbatible de la altitud de los 3600 metros sobre el nivel del mar, una astuta decisión marketera medioambiental emergida de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) nos condujo a seguir viajando hacia el cielo: Como La Paz ya no es el fortín inexpugnable que tuvimos siempre instalado en nuestro imaginario, se hacía necesario trepar y de esta manera la selección boliviana ascendía hacia los cuatro mil metros de la ciudad de El Alto para que “nadies” nos ganara otra vez.

Hasta ahora, la aplicación de esa máxima universal de jugar donde uno vive ha tenido resultados incuestionables. Aunque ninguno de los futbolistas de la Verde viva en El Alto y sólo acudan a jugar al estadio de Villa Ingenio para enfrentar a Always Ready por el torneo nacional, Bolivia le ganó rotundamente a Venezuela (4-0), cuando la Vinotinto había exhibido un interesantísimo rendimiento en la Copa América jugada en los Estados Unidos y se situaba en la cuarta ubicación de las clasificatorias-eliminatorias sudamericanas que conducen hacia la Copa del Mundo de 2026.

La idea de persistir aferrados a la muleta de la altura había funcionado en ese partido contra los venezolanos y en términos de resultados también sucedió frente a Colombia (1-0), aunque nadie dijo esta boca es mía para reconocer, si nos atenemos estrictamente al trámite del partido, que Bolivia pudo perderlo fácilmente por los menos 1 – 3. Como el golazo de Miguel Terceros fue tan extraordinario, futboleras y futboleros hicimos de ese momento el punto de inflexión que nos señalaba el camino hacia un puesto de clasificación y ya no miramos los últimos quince minutos en que los colombianos nos pelotearon sin cansancio (dos postes incluidos) y la línea de fondo hizo milagros para evitar la caída de la portería del siempre sacrificado Guillermo Vizcarra.

Otro factor que nos llevó hacia el final del túnel del autoengaño fue el triunfo frente a Chile en Santiago. Por fin Bolivia, después de treinta años, ganaba un partido en cancha ajena. A pesar del resbalón y lesión de Lampe que facilitó el empate transitorio de la roja a cargo de Vargas, Bolivia como casi nunca sucede se rehízo y anotó a poco de mover la pelota producto del contraste. 2 -1 frente al equipo de Gareca (otra vez Terceros) y a comenzar a soñar en serio con llegar a México-Estados Unidos-Canadá.

Soñar no cuesta nada dice el lugar común y cuando estábamos en lo alto de nuestras ilusionadas expectativas, había que viajar a jugar a Buenos Aires en el Monumental contra el campeón del mundo que en el partido de ida nos había azotado (0-3) en Miraflores, y ahora agregaba media docena a sus estadísticas con un Messi en estado de gracia encabezando una albiceleste que más parece un equipo de champions europea que una selección sudamericana.

Perder de visita, y por goleada, nos sitúa en la horrible estadística de haber soportado en esta eliminatoria cinco de los diez resultados más abultados en contra, añadiéndole, por supuesto, el 0 – 4 soportado en el Isidro Romero de Guayaquil contra Ecuador. Si Bolivia había logrado ganar a domicilio después de treinta años, con esta derrota sumó dos goleadas consecutivas en contra y desnudando nuevamente su nula capacidad de competir en la realidad dominante del fútbol mundial que consiste en jugar al nivel del mar.

Ecuador se había impuesto (2-1) en el Hernando Siles en el partido de ida (2023) y ni siquiera por este antecedente, el seleccionador Oscar Villegas se detuvo a pensar que armar dos equipos distintos para esta fecha resultaba equivocado. El razonamiento tiene que ver con la prioridad que Bolivia le asigna a ganar en El Alto y para ello resultaba conveniente no arriesgar a los futbolistas titulares que se decidió, permanecieran en el país, para preparar el partido contra Paraguay a disputarse el martes 19 de noviembre. Lo que parecen no considerar relevante, la Federación y el cuerpo técnico de Villegas es que a los suplentes que perecieron en cancha ecuatoriana estaban siendo utilizados como carne de cañón. Los mandaron al frente a sabiendas de la catástrofe que finalmente se produjo.

Armar un equipo de conejillos de indias es una vergüenza para un fútbol que se precia de un cierto profesionalismo. Y el desatino se torna más erróneo si se considera que Bolivia, gane o pierda contra una Paraguay entonada con su triunfo ante Argentina (2-1), llegará a la cancha de Villa Ingenio con ganas de comerse al mundo sin miedo a la Cordillera de los Andes.

Si Bolivia se impone contra Paraguay, alcanzará 15 puntos y en el mejor de los casos permanecerá en el séptimo puesto de la tabla sudamericana. Seguirá por lo tanto el autoengaño de ganar con el expediente de la altura y que cuando salgamos de nuestras fronteras sigamos resignados a los papelones de goleada, y más grave todavía, descuidando la autoestima y el futuro de unos “suplentes” que deben ponerle el pecho a las balas en nombre de una delirante estrategia para llegar al Mundial.

Julio Peñaloza Bretel es periodista.

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Pedagogía de la Exigencia

La exigencia puede fortalecer la responsabilidad, la autonomía y el desarrollo de habilidades

Roberto Aguilar Gómez

/ 6 de febrero de 2025 / 06:01

En varios eventos educativos, el presidente Arce hizo un llamado a los maestros para que «exijan más» a sus estudiantes. En la inauguración del Congreso de Educación y en el inicio del año escolar 2025, expresó: «Uno de los temas a mejorar es la exigencia hacia nuestros niños desde el primer curso. Cuanta más rigurosidad y exigencia tengamos, mejor será la formación que logramos… es importante exigirles y disciplinarlos».

El discurso del presidente podría interpretarse como una visión simplificada de la problemática educativa, al centrarse en “exigir más” como una responsabilidad individual de los docentes y estudiantes, sin considerar el impacto de factores estructurales como el contexto socioeconómico, las desigualdades, las brechas educativas, las capacidades individuales y las condiciones materiales de la educación.

Consulte también: Crisis económica e inicio de clases

En el pasado, los modelos educativos tradicionales, consideraban la “exigencia” como sinónimos de disciplina estricta, memorización, obediencia y castigo, donde el error se veía como una falla en lugar de una oportunidad de aprendizaje. Con el avance de las pedagogías modernas, la “exigencia” se basa en la reflexión, orientada al desarrollo holístico del estudiante, articulando el aprendizaje individual con la construcción del conocimiento de manera participativa.

Por ello, la exigencia constituye un concepto fundamental en la educación, pero también es objeto de debate por sus implicaciones en el desarrollo del aprendizaje del estudiante y en el rol del maestro en la enseñanza. Exigir en la educación puede entenderse como el acto de establecer estándares de desempeño y compromiso, con la intención de estimular el esfuerzo, la disciplina y la superación personal. No obstante, la manera en que se implementa esta exigencia puede generar consecuencias tanto positivas como negativas.

Desde una mirada positiva, la exigencia puede fortalecer la responsabilidad, la autonomía y el desarrollo de habilidades establecidas por los perfiles establecidos. Plantear retos adecuados puede motivar a los estudiantes a desarrollar habilidades de pensamiento crítico, creatividad y resolución de problemas.

Sin embargo, cuando la exigencia se aplica de manera mecánica, estricta y sin considerar las necesidades de los estudiantes, puede resultar en prácticas que causan miedo, desmotivación y ansiedad. A veces, esto se manifiesta como una desvalorización de los esfuerzos del estudiante o la comparación constante con otros. También puede llevar a situaciones donde se usan estrategias coercitivas o descalificaciones que afectan la autoestima y la actitud ante los procesos educativos.

Desde la perspectiva del pensamiento pedagógico sociocrítico, la exigencia en la educación debe ser analizada en el marco de las estructuras sociales y económicas que influyen en el acceso, la permanencia y la calidad del aprendizaje. Se debe tener en cuenta que una exigencia impuesta sin equidad refuerza desigualdades preexistentes y reproduce modelos educativos excluyentes. Freire y otros pedagogos críticos plantearon que el aprendizaje debe ser un proceso dialógico y liberador, donde la exigencia no se traduzca en una imposición autoritaria y colonial, sino en un compromiso comunitario con la transformación social a partir de la individual.

En el Estado Plurinacional de Bolivia, donde la diversidad cultural, lingüística y socioeconómica es una realidad innegable, la exigencia en el ámbito educativo debe ser abordada con sensibilidad y responsabilidad. Si bien fomentar el esfuerzo y la responsabilidad en los estudiantes es fundamental, es crucial evitar que la exigencia se convierta en un factor de exclusión y profundización de las brechas existentes.

La Pedagogía de la Exigencia, en este contexto, debe construirse sobre principios de justicia social, intraculturalidad, interculturalidad y descolonización. Esto implica reconocer y valorar las particularidades de cada estudiante, ofreciendo oportunidades equitativas para su desarrollo integral, respetando las condiciones socioeconómicas y los contextos culturales. Una exigencia que promueva la inclusión y la equidad, en lugar de la homogeneización y la exclusión.

(*) Roberto Aguilar Gómez es docente investigador de la UMSA y exministro de Educación

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Mala educación

Lucía Sauma, periodista

/ 6 de febrero de 2025 / 06:00

Este lunes terminaron las vacaciones para más de 3 millones de estudiantes en todo el país. Desde enero, los padres de familia hicieron filas frente a escuelas y colegios. Las librerías, los centros comerciales y los puestos callejeros abarrotaron sus espacios con útiles escolares, mochilas y uniformes. El domingo 2 de febrero, las familias con hijos se prepararon con afán para asistir el lunes al primer día de clases, todo como parte de un ritual que se repite año tras año para que los niños y adolescentes inicien su educación. Pero la verdad es que el 3 de febrero comenzó el año escolar, es decir el proceso de instrucción de los escolares en determinados contenidos de matemáticas, física, historia, geografía, etc. etc… la verdadera educación no tiene vacación, es permanente y es la que nos enseña cómo vivir. Esa educación, la que nunca se detiene, la aprendemos en la casa, en la calle, con nuestra familia, con los amigos, es la que sólo se aprende con el ejemplo, es la que lastimosamente hemos delegado a las redes sociales, al internet.

Lea: Libre pensamiento

Los padres suelen festejar y hasta admirarse por las destrezas con que sus hijos pequeñitos manejan un celular o una tablet. Los adultos cuando están a cargo de un menor suelen calmarlo o distraerle entregándole un celular, la criatura aprieta las teclas a su antojo y tiene imágenes que captan su atención sin límite de tiempo, incluso mejor que el televisor. Esa mente de 3, 5 o 7 años se convierte en presa fácil de manipulación. ¿Qué problemas genera la exposición frecuente de los niños a las pantallas de aparatos electrónicos? Aumento de peso hasta la obesidad, déficit de sueño, retraso en el desarrollo del lenguaje porque no habla con otras personas, le produce falta de atención y bajo rendimiento escolar, aislamiento y hasta problemas de malformaciones físicas.

Desde el año pasado, en Europa se abrió el debate sobre la edad mínima para que los niños accedan al celular u otros medios electrónicos, unos países dicen que a partir de los 12 años y otros aún más, es decir hasta los 15. La Organización Mundial de la Salud es mucho más específica limitando en primer lugar a que los niños menores de 2 años tengan 0 acceso a las pantallas. De 2 a 4, una hora al día y de 5 a 17, dos horas al día. Esto representa todo un reto para los padres o tutores de los niños y adolescentes.

A todo lo citado anteriormente se debe agregar un mal que está en crecimiento acelerado y es el acceso a pornografía, a ser presa de la trata de personas. Es muy difícil controlar el torrente de información mala, buena, útil o desechable a la que tienen acceso los niños y adolescentes en cuanto tienen un teléfono en sus manos.

Es necesario debatir sobre las edades mínimas para que los niños accedan al celular o cualquier otro medio electrónico en nuestro país y no confundamos coartar la libertad con un tema de cuidado de salud mental y física que ya está dañando a niños y jóvenes.

(*) Lucía Sauma es periodista

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Tributo a la forma y el sentido

/ 5 de febrero de 2025 / 00:15

Tres horas con treinta y cinco minutos frente a la pantalla que, con honestidad, se te pasan volando. The brutalist, un drama histórico del director estadounidense Brady Cobert que avanza firmemente hacia los premios Oscar, con diez candidaturas y altas posibilidades de cosechar el premio a mejor película (ya se llevó el Globo de Oro), a mejor director (en la bolsa están el Globo de Oro y León de Plata en Venecia) y mejor actor para Adrien Brody (de igual manera, Globo de Oro y Venecia), se estrena este jueves en salas bolivianas.

A diferencia de lo que sucede a fin de año, cuando hay tiempo de ir al cine pero la cartelera es lacrimógena, en temporada pre Oscar grandes películas compiten una al lado de la otra en las marquesinas. Si bien es genial tener tan excelentes propuestas en nuestras salas para verlas como se debe, en la gran pantalla, se corre también el peligro de que no estén disponibles por mucho tiempo. Y esta cinta, señoras y señores, no se la puede dejar pasar. Les explico a continuación porqué.

Esta es la historia ficticia —aclaración necesaria porque la historia se hace tan real que mucha gente piensa que este personaje existió en la realidad y quiere conocer más sobre su vida— del visionario arquitecto húngaro László Tóth que llega a Estados Unidos huyendo de la postguerra para reconstruir su vida y traer a su amada esposa Erzsébet Tòth (una brillante Felicity Jones, también nominada al Oscar) tras verse obligados a separarse durante la guerra a causa de los cambios de fronteras y regímenes. Luego de pasar hambre y profundos dolores, László llega a la casa de un primo en Pensilvania para cumplir el sueño americano, donde el empresario industrial Harrison Lee Van Buren (un cautivador Guy Pearce, y sí, también nominado) reconoce su talento para la arquitectura. El épico camino de mendigo a gran arquitecto de vanguardia está lleno de coraje, caídas y desasosiego.

Desde la selección de formatos fílmicos hasta el diseño de los créditos se evidencia a un Brady Cobert enamorado de la forma, del diseño; la película es un verdadero homenaje a quienes ven la vida desde el arte, desde lo estético. Algo que, lo dice el propio personaje de Adrian Brody, de ninguna forma está peleado con el contenido; pues es desde lo estético que se hace un postulado ético y la cinta es totalmente congruente con ello: denuncia desde la belleza sobria de su fotografía y su paleta de colores los horrores de la guerra, sus huellas y el dolor del migrante, del que se siente ajeno a una gris tierra de promesas. Contiene los sentimientos de un amor lastimado, de una carrera truncada, de sueños sacrificados, en una partitura original a cargo de Daniel Blumberg (sí, también nominada a la mejor banda sonora en los Oscar).

Es desde esa bella sobriedad que la cinta puede apuntar sin mostrar, sugerir horrores y tormentos sin necesidad de explicitar. Es desde esa bella sobriedad que se habla de la enfermedad, del vicio y de la carencia. De lo más sublime hasta lo más bajo en el ser humano. Es fascinante cómo en un entorno tan mágico como las canteras del mármol de Carrara puede suceder uno de los hechos más atroces del filme. Lo sublime y el horror, dos caras de la misma moneda.

Y como siempre, el cine se adelanta a los sucesos del mundo. En un momento en que Donald Trump se está deshaciendo de los inmigrantes ilegales de Estados Unidos de las formas más inhumanas, la pareja protagonista —extranjera, judía, diferente—, que llegó al país del norte cargada de ilusiones y esperanzas de una nueva vida, reflexiona devastada en un momento de tribulación: “no nos quieren aquí”.

La oportunidad está dada: The Brutalist se estrena este jueves en los cines de todo el país.

Miguel Vargas Saldías es periodista, artista y comunicador social.

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Andrónico

/ 4 de febrero de 2025 / 06:05

Andrónico Rodríguez es la renovación impulsada por las bases, que, como siempre, leen mejor el espíritu del nuevo tiempo que las cúpulas enajenadas de o por el poder y gordas de elogios de sus allegados.

Cuando hablamos de Rodríguez no hablamos de la renovación impuesta en una sala de reunión en Buenos Aires en 2019: “Renovamos, pero no demasiado; tú vas ahora y me devuelves a la próxima”, se dijo entonces. Las cláusulas de este acuerdo de los jerarcas del MAS obviaron algo importante: la voluntad popular. En Buenos Aires se violó una determinación previa de las bases del partido, que habían proclamado la dupla David Choquehuanca-Andrónico. (Algunos dirán y con razón: “Más bien que Choquehuanca no llegó a la presidencia”, pues su performance como vicepresidente –vamos a decirlo con absoluta generosidad– ha sido muy pobre. Pero eso lo sabemos ahora).

Lo que está pasando en Bolivia es profundo. Evo está dándole la espalda a la historia por quererse quedar sin importar el costo que esto tiene para él mismo y para una militancia cada vez más adelgazada y también agotada de los sacrificios por los que debe atravesar para mostrar “lealtad”.

Para mayor inri, la conducta personal de Evo hoy está judicializada. En los tiempos del “me too”, el feminismo y las redes sociales, resulta muy difícil que el expresidente pueda defender su liderazgo dentro del partido más grande de la historia del país sin hacer ninguna aclaración sobre la acusación que pesa en su contra, más allá de señalar que “no existe denunciante” y “no se me puede juzgar dos veces por lo mismo” (aunque en realidad no se lo haya juzgado nunca). Resulta complejo que, en estas condiciones, la gente acepte, como si nada hubiera pasado, su retorno al poder.

Hoy la factura no solo la paga Morales, sino sobre todo las mujeres de su partido, acusadas de “complicidad” por la sociedad.

La renovación no solamente debe llegar porque hay síntomas claros de un fin de ciclo, sino también porque es necesaria para enmendar los errores del pasado. En otras circunstancias, sin el enorme accidente del 21F o sobre todo sin el fallo que revirtió a este, y con una conducta más generosa del líder histórico, la transición sería de naturaleza orgánica y habría Evo para rato, Evo para toda la vida.

No ha sido así, por desgracia.

Si lo que ahora queda es impulsar el movimiento de renovación, Andrónico Rodríguez es el llamado para esto. La historia lo ha puesto ahí y las bases ya lo saben, aunque no puedan imponerlo. Hay un obstáculo, claro, y es Evo Morales. Él y su entorno impedirán a toda costa la candidatura de Rodríguez sin importar el costo que esto tendrá para ellos mismos y para todo el bloque popular. Rechazan desesperadamente la idea de una jubilación. Ni los médicos ni los docentes universitarios ni las cúpulas masistas están dispuestos a hacer lo que toca: dar paso a los jóvenes.

Luego de que salió la encuesta de Marcelo Claure en la que el presidente del Senado aparece como la primera opción, con la más alta intención de voto, las redes se inundaron de insultos y amenazas en contra de Rodríguez y sus colaboradores más próximos. Incluso en un ecosistema donde la violencia discursiva se ha hecho norma, no era de esperar tanta falta de generosidad de parte del evismo para con sus propios compañeros.

Hace poco salió una encuesta de Diagnosis específicamente dedicada a Andrónico, que no hace más que ratificar que el escenario está a su favor. Este estudio muestra de forma clara que ni Evo Morales ni mucho menos Luis Arce tienen las mismas posibilidades electorales que el joven senador. La encuesta es tremenda; sugiere incluso que con una campaña que reconozca errores fundamentales, que dé unas ideas de salida a la crisis, que teja puentes con aquellos sectores con los que se tiene “prohibido” el diálogo, Andrónico podría recuperar las votaciones históricas masistas.

Al parecer, la estrella masista no se apaga, aunque quizá esta buena fortuna termine siendo desperdiciada, como ha ocurrido tantas veces en la historia.

Hablar de Andrónico cuesta caro. La factura de la “traición” que significa no creer que Evo tenga derecho a liquidar a la izquierda porque siente celos y no quiere envejecer la pagamos incluso quienes vemos lo que está pasando desde muchas leguas de distancia. Seguramente este artículo me costará más videos de ataque guionizados por un conocido embajador evista sin embajada. No me importa. Hoy la responsabilidad de una intelectual de izquierda es hablar con claridad para señalar que solo queda una oportunidad para salvar al país de un retroceso contrarrevolucionario.

Esta oportunidad, la única para el bloque popular, es Rodríguez. Él tiene un enorme reto. Debe ser valiente y darle forma a la renovación, que debe ser generosa y sin ajustes de cuentas, para después proponerle a Bolivia un país grande, donde quepamos todos, todas y todes.

Susana Bejarano Auad es politóloga y periodista.

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Empresas estratégicas

/ 4 de febrero de 2025 / 06:03

Con la propuesta “cielos abiertos”, que permite la entrada de piratas del aire, se ha pretendido descalificar a la empresa estatal Boliviana de Aviación (BoA) y hacer propuestas, sin analizar el fondo del problema.

BoA es una empresa estratégica de servicio cuya función es garantizar el transporte de personas y mercadería a nivel nacional e internacional; sin este servicio el país podría paralizarse, teniendo sus efectos sobre la economía; por lo que es necesario analizar los problemas de la empresa con objetividad. Su existencia evita hacer de una necesidad nacional una fuente de especulación y enriquecimiento rápido.

El carácter atrasado del país hace que las empresas estratégicas dependan en el 70% de insumos provenientes del extranjero, siendo necesario proveerlas de divisas para sus necesidades operativas. BoA incurre en estos gastos: no solamente los repuestos y servicios vienen del extranjero, sino, al no contar con una flota completa de aviones, éstos son alquilados y los pagos se realizan en dólares. Los ingresos de la empresa los recibe en moneda extranjera y nacional, el ingreso en divisas sólo significa el 20%, por lo que se ve obligada a pedir al Estado la diferencia y éste no las tiene.

Esta insolvencia trae como consecuencias que salgan del servicio aviones, por el no pago del leasing, se sobreexplote a las pocas naves propias, baje la calidad del servicio, se incumplan los horarios, provocando la protesta de los usuarios, volviéndose por lo tanto un problema político.

La empresa estatal cumplió su rol rompiendo el monopolio privado, democratizando el acceso de este servicio a una amplia población; sus balances han mostrado utilidades hasta el 2019, pero el golpe de Estado y la pandemia hicieron peligrar su existencia. Hoy carga sobre sí la crisis económica provocada por la fuga de las divisas, dando paso a la especulación y creando un mercado paralelo que casi duplica el valor oficial; así los pasajes nacionales de BoA son los más baratos de Latinoamérica.

Pero no es el único caso. YPFB dispone sus divisas en la compra de carburantes, sus ingresos del mercado interno —gasolina y gas— están congelados y subvencionados, mientras la inflación aumenta sus costos de producción y comercialización. En el sector minero, la semana pasada, la fundidora de estaño en Oruro pidió que Huanuni aumente el pago por costo de fundición de tonelada de concentrados de $us 600 a $us 1.000, en bolivianos al tipo de cambio oficial; naturalmente se prevé un rechazo por cuanto el costo de la operación minera también ha subido y las divisas que generan ingresan directamente al Banco Central; es de suponer que pedirán permiso para la exportación, siendo el costo de la fundición en el exterior más barato. Mientras la gran minería y las comercializadoras se regocijan con la libre exportación, bajan sus costos en salarios y pueden jugar con el tipo de cambio para negociar la compra de minerales.

Así, de alguna manera, lo que pasa en BoA pone de relieve la situación que viven las empresas estratégicas, como las de hidrocarburos y de minería, dejadas a su suerte, ninguneadas por el Gobierno, cuando son la base de la industrialización y su fortalecimiento imprescindible. Aprendamos de la experiencia de la COMIBOL, que en los gobiernos de la dictadura y la UDP fue prácticamente quebrada por la aplicación del tipo de cambio oficial y paralelo.

Las empresas estatales son estratégicas para el país, para generar divisas y excedentes que posibiliten el desarrollo industrial; su andar no siempre es acompañado de una política monetaria que las respalde, al contrario, las ahoga y pone en riesgo el mismo modelo económico comunitario.

José Pimentel Castillo fue dirigente sindical minero.

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