Columnistas

Tuesday 21 Jan 2025 | Actualizado a 03:40 AM

Un lustro con la misma retórica: fraude

/ 24 de octubre de 2024 / 06:08

Estos días volví a leer en algunos medios escritos, escuché a periodistas, a eternos ‘analistas’ volver a afirmar, que se conmemora un lustro de “fraude perpetuado por el MAS”, sin más argumentación que la descalificación, esa es la fuente de su razón, convertida en su verdad. Inventan y construyen su narrativa, porque un hecho político tiene vigencia en el tiempo por la narrativa desarrollada, a partir de la distorsión deliberada de la realidad, es decir la posverdad, este hecho se ha vuelto en el requisito identitario de los folclóricos, diversos y nostálgicos del republicanismo, que reivindican el pasado añorando el orden social, político, cultural, económico como el paraíso terrenal que se perdió porque un indio anticolonial y campesinos osaron despojarles de su derecho natural  de dirigir nuestra patria en dictadura y en democracia a los autobautizados biológicos mestizos, culturalmente exponentes de la blanquitud, ideológicamente adoradores sumisos de los códigos americanos y europeos.

La posverdad tiene incidencia por la narrativa impuesta, no por la relevancia del hecho político al que se hace referencia y se utiliza como excusa, sino por la forma, la intensidad de su divulgación y el contenido ideológico camuflado como sentido común, porque está enunciado por medios y personalidades que aparentan ser la imagen y espejo de la civilización moderna, es decir son los exponentes de la sociedad y las familias de bien.

La descalificación y satanización teológica a las luchas y movimientos de obreros, de los campesinos es una constante como requisito necesario para que la violencia estatal, simbólica e incluso religiosa desplegada sea legítima contra los insurrectos, la violencia policial y militar emerge como autodefensa del Estado y la sociedad.

El primero de octubre del 2019, a 19 días de las elecciones nacionales el periódico Página Siete divulga una encuesta que dice que el 67% de los bolivianos, ojo no encuestados, creen que habrá fraude, inmediatamente los comités cívicos de Potosí y de Santa Cruz sacan pronunciamientos con rótulos sensacionalistas: “resistencia civil al triunfo del MAS porque será producto del fraude”. La fuente de la verdad cívica es un medio de comunicación exponente de las ideas antigobierno de izquierda e indígena.

El día de las elecciones, la Misión de Observación Electoral MOE de la OEA, a las 22 horas, publica un tuiter advirtiendo que la “paralización de Transmisión de Resultados Electorales Preliminares TREP afectaba al cómputo electoral”. La OEA hasta ahora en ningún informe pudo demostrar jurídica, informática y técnicamente el vínculo del TREP con el cómputo electoral y la forma cómo procedió a alterar el resultado electoral. Al día siguiente, estos mismos personajes de la MOE designados por Almagro leen un comunicado en las gradas de un hotel privado donde dicen que “hay cambio de tendencia que afecta al resultado” y lo “más recomendable es segunda vuelta”. Estos ilustres enviados sin tener ni siquiera el resultado electoral preliminar, violando sus atribuciones anuncian la buena nueva: segunda vuelta. Para los salvadores de Disneylandia ese tuit y el comunicado era la constatación de la perpetración del “monumental fraude”, inmediatamente la reacción de la muchedumbre, que para los medios eran jóvenes que defendían la democracia, incendiaban y saqueaban los tribunales electorales de cuatro departamentos.

Mesa proclama la segunda vuelta y Camacho desconoce las elecciones, el valor no está en el argumento, sino en la dramatización sensacionalista amplificada por los medios, la posverdad instalada es fraude.

Pasó un lustro, los creadores de las frases “monumental fraude”, “fraude masista”, repiten su argumento sin presentar una sola acta que valide su información; sin mostrarnos hasta ahora un solo nombre en la Argentina que se inscribió ilegalmente en el padrón electoral como dice la auditoría de la OEA; sin demostrarnos cómo alteró el TREP al cómputo electoral; sin demostrar cuál fue la alteración de las 86 mesas que modificaron el resultado, es decir el discurso que reiteran es la plegaria de su frustración, pero como no pueden admitir que su narrativa es la causante del genocidio étnico de aymaras y quechuas, lo sencillo y cínico es reiterar la fraseología que justifica sus imágenes de defensores de la democracia.

Un lustro donde el asesinato, el dolor, la tortura, la privación de libertad, la persecución es sustituida por el fetiche de la posverdad.

César Navarro Miranda es exministro, escritor con el corazón y la cabeza en la izquierda.

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Autodeterminación y soberanía

/ 16 de enero de 2025 / 06:02

La autodeterminación y la soberanía son principios que delimitan y definen las relaciones internacionales de los estados miembros de la ONU, es decir de un Estado y gobierno con los estados y gobiernos.

La autodeterminación es la facultad que tienen los pueblos de elegir su propio gobierno sin injerencia externa.

La manifestación del soberano está definida constitucionalmente en el sistema y forma de gobierno de cada Estado o República, es decir en la elección de las autoridades, en la conformación de los poderes públicos. La autodeterminación y la soberanía no está condicionada a ser validada por otro Estado u organismo internacional como legítima, el pueblo que es el depositario de la soberanía no tiene la condición de esclavitud para pedir autorización a su manifestación soberana.

La autodeterminación y la soberanía son conquistas de las luchas de los pueblos, no son derechos adquiridos, por ello mismo son requisitos de existencia de los estados independientes, que no se agota en la enunciación constitucional, sino en el ejercicio pleno.

El valor de la autodeterminación y la soberanía no reside en el principio de no injerencia, sino en el sentido de tutela y propiedad que tienen algunos estados que son el centro hegemónico del sistema imperial, estos estados —americanos y europeos— consideran sus áreas de influencia y seguridad interna a los estados de la periferia, entre los que están Centro América y América del Sur.

EEUU post Segunda Guerra Mundial se arrogó el derecho de intervenir estados e imponer gobiernos con la impunidad que otorgaba su rol hegemónico en el Consejo de Seguridad de la ONU, de la OEA, el control y despliegue militar de la OTAN, tener centenas de bases militares en varios países de los cinco continentes, ser los rectores del FMI, el BM y del Wall Street.

No fueron los que derrotaron al nazismo ni al fascismo europeo, por el contrario, importaron a nuestro continente para imponerlo en la segunda mitad del siglo XX a través de los golpes de Estado organizados por el Departamento de Estado, impusieron gobiernos militares con característica de regímenes fascistas y nazistas.

Ninguno de los gobiernos militares de facto fue hostigado o bloqueado, por el contrario, fueron reconocidos de forma inmediata y avalados en los organismos internacionales como la ONU y la OEA con el padrinazgo imperial.

Fueron décadas de violación sistemática de la autodeterminación y de la soberanía con la complicidad subordinada de las élites militares, políticas, económicas e incluso religiosas de la región.

La derrota a la dictadura militar, la conquista e institucionalización de la democracia como forma de gobierno implicó recuperar la autodeterminación y la soberanía, pero no implicó impedir la injerencia imperial, por el contrario, fueron los tiempos de las “democracias controladas” con las élites multipartidarias subordinadas incondicionalmente al tutelaje del norte.

La ruptura temporal con el tutelaje en la región se inauguró con la oleada continental a finales del siglo pasado con el movimiento y gobierno liderado por Hugo Chávez y los gobiernos antiimperialistas, de izquierda y progresistas de la región de Centro y Sud América.

Los golpes de Estado parlamentarios, judiciales, militares y el no reconocimiento a gobiernos electos democráticamente son el instrumento que utiliza el patrón del norte para acorralar a la oleada continental.

EEUU con la coreografía de la UE y los gobiernos de la región en un acto propia de soberbia de la extrema derecha desconocen la autodeterminación y soberanía del pueblo bolivariano de Venezuela, se arrogan el papel de tutelaje de la soberanía al querer revisar las actas electorales y sin ruborizarse toman juramento a presidentes de Walt Disney —Guaidó y González— reconocen a Mickey Mouse, Tom y Jerry como sus embajadores, los reciben en sus palacios de gobierno sin mayor argumento que la utilización de frases y adjetivos.

La autodeterminación y la soberanía tiene valor en el ejercicio pleno estatal, gubernamental y social, la diferencia está en la cualidad política e ideológica de subordinación o liberación de las autoridades y del pueblo.

Tener derechos enunciados no te otorga el cumplimiento de los derechos, ejercerlos es siempre afrenta al poder, ese es el momento de quiebre, sintetiza la sensación termina del tiempo político, de los actores y de las implicancias para la vida de los hombres y mujeres que habitamos un país.

César Navarro Miranda es exministro, escritor con el corazón y la cabeza en la izquierda.

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La unidad de poxipol

César Navarro Miranda

/ 2 de enero de 2025 / 06:03

Se ha vuelto como una plegaria pre-electoral, la utilización recurrente de la palabra unidad desde inicios de este siglo de las diferentes fracciones, grupos, club de amigos de centro, de derecha y de extrema derecha, recurren a la retórica de la unidad como un acto de predestinación: “Bolivia nos convoca a la unidad para derrotar al masismo”, “es tiempo de la unidad de los bolivianos contra los indígenas masistas”, es toda una plegaria teológica con mayor o menor condimento folclórico, dependiendo quien sea el circunstancial orador mediático.

La unidad emerge nuevamente como excusa para descalificarse entre pares, porque creen que solo el que evoca ese deseo es el que tiene la aureola para lograr el “anhelo de los bolivianos”, los que no están embarcados en esa travesía electoral, serían cómplices de la derrota electoral y el triunfo nuevamente de los indígenas masistas y comunistas, por lo tanto, enemigos de la Bolivia.

Creen, no en su ingenuidad, sino en su soberbia, que son los llamados para decidir por encima de todos, lo que les da ese derecho es: tienen nombre e imagen mediática, varios millones verdes, padrinazgo del Tío Sam, es decir, ven a su masa votante como usuarios electorales, votan por consigna y no por un ideal.

Están convencidos que el nuevo líder que emerja de la unidad será el mesías que unirá a la bolivianidad como poxipol, que el plan de gobierno será como las tablas del Sinagoga que los redimirá, es tal la retórica que en el momento que lo anuncian predicen el futuro y se autonombran gobernantes.

Como todo deseo surge de la vivencia y por ello no puede prescindir de esa experiencia, retumba en sus oídos sus pasos y fracasos electorales, que no son muy lejanos, cada uno de los furibundos aspirantes al mesianismo presidencial tuvieron su cuarto de hora electoral, sembraron propaganda y cosecharon solo sticker, hoy vuelven con la promesa de no volver a morder el fruto equivocado.

El primer paso unitario fue la presentación pública, cuatro hombres de la nobleza política con la sonrisa serena, uniformados con camisa blanca y corbata cedieron su aspiración sin renunciar a su postulación, porque cada uno en su intimidad se considera superior al otro, aunque huelan todos a la misma loción ideológica, el segundo paso es definir la metodología para ver cuál de los cuatro tiene la mejor sonrisa presidencial.

En otra cuadra de la misma vereda derecha hay otro aspirante presidencial, que no quiere sumar a sus pares setentones, los mira de reojo, él cree en su intimidad de la llajta que la unidad que pregonan es el signo de débiles, les lanza un piropo, les invita a subirse a su carro electoral, pero como pasajeros o bulto, porque el conductor y dueño es el bigotón municipal.

Para él la unidad no surge de la suma, sino de adhesión subordinada, está actuando como gamonal dentro el fundo de derechas, que además tiene el visto bueno de los dueños del despacho Oval.

Él se considera un pique macho kochalo y a los otros los ve como platito de ispis, su retórica deambula en invalidar a sus competidores y en mostrarse como el que tiene la vara para resolver mágicamente la crisis.

Lo que los une no es la patria, es su anti-indigenismo evista, aún no superan la vergüenza de haber sido arriados del pedestal del Palacio Quemado, mientras tengan tiempo electoral necesitan cobrarse venganza, creen que cada elección es su momento y no piensan desaprovechar esta oportunidad.

Lo que ofrecen es su anti, su odio, piden otra oportunidad para la revancha, necesitan demostrar a sus benefactores que ahora si cumplirán con la promesa hecha al the White House.

Los votos fríos son números, los votos con rostro humano son deseos, emociones, esperanzas, tienen sentido común, carga simbólica, valoraciones políticas, ideológicas, religiosas, culturales, es decir, el valor de la democracia está en el soberano que es la fuente de su legitimidad y necesidad institucional, por eso la democracia es siempre subversiva porque crea y reproduce relaciones sociales de esperanza, los que reducen la democracia a la suma de votos y al ciudadano en usuario electoral están en la misma condición, porque son solo casillas de voto en la papeleta, son nombres, colores y slogans de campaña y que tienen tiempo de expiración.

La unidad es una construcción que sintetiza un horizonte, es liderazgo que integra y representa, es identidad múltiple fundido temporalmente en un ideal, no es un circo ambulatorio que exhibe cartelera cada vez que tiene que presentar una función electoral con el mismo tema: unidad.

César Navarro Miranda es exministro, escritor con el corazón y la cabeza en la izquierda.

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Se vende, se alquila, se permuta siglas electorales

César Navarro Miranda

/ 19 de diciembre de 2024 / 06:00

La sigla electoral es un fetiche, ya no es ni siquiera una caricatura de partido político, es una mercancía que se ofrece a los caseritos/políticos, con combo de por medio, a sola condición de que a los dueños del puesto (sigla) electoral les den un curul parlamentario como pago por haber cuidado en la sombrita a la sigla electoral para que no pierdan sus colores originales, no estén t’ojras (descoloridos) y sigan siendo atractivos comercialmente.

Se vende, se alquila, se permuta siglas electorales para las próximas elecciones nacionales, es la oferta de la temporada electoral, tiene color, sigla, bandera, hasta plan de gobierno tiene, lo único que no tiene es militantes, solo tres o cuatro propietarios que se hacen llamar dirigentes nacionales.

Comúnmente a este tipo de organizaciones políticas les llamamos “taxi partidos’, porque toda la militancia cabe en un taxi, tienen la habilidad de ser suela huyas (cara de plantilla de zapato), no les ruboriza cambiar de discurso ni de candidato, siempre caen de parado y son miski simis (boca dulce) para hablar.

Son los eternos invitados a la fiesta electoral esperando con el traje planchado, solo cambian del color de la camisa, para caer bien al que paga la fiesta, es decir al señor candidato, que al momento del brindis le dirán todas la virtudes que le dijeron al anterior candidato electoral: “tú eres el elegido para salvar la patria”, “Dios te bendiga y te fuerza para que dirijas la nave del Estado con sabiduría” y una docena más de elogios que florece de sus labios, incluso algunos derraman lágrimas, los abrazan con tanta fuerza que parece bien sincero.

Al día siguiente están en todos los medios de comunicación relatando el guion desempolvado de la anterior elección: “se reunió el comité ejecutivo nacional del partido, vimos con mucha preocupación lo que pasa con la patria que nos vio nacer, que nos da trabajo y no se merece el gobierno actual que tiene, por eso decidimos desprendernos de nuestra legítimas aspiraciones de ser candidatos presidenciales, hemos decidido por unanimidad apoyar el hombre ideal para nuestra amada Bolivia”…. hacen una pausa, ven en su guion si cambiaron el nombre del candidato para no cometer errores y prosiguen con su relato. El periodista le pregunta ¿Qué recibirán a cambio por este desprendimiento? ¡Nada…. lo hacemos por la patria, porque somos demócratas!

El rostro que muestran es el de bondad, de la serenidad, de la madurez, están escenificando el drama del político filántropo al estilo del magnate Rockefeller, y dicen sin sonrojarse, viendo a la cámara “le ofrecemos al futuro presidente, nuestro partido, nuestra multitudinaria militancia que esta dispersa en todo el territorio nacional, para que puede conducirnos por la senda de progreso”

En su adolescencia vivaban al dirigente campesino Casiano Amurrio, rapidito se acercaron al MIR y vivaban a Jaime Paz, saborearon la miel del poder, fueron parte del binomio con el exdictador Banzer, se volvieron políticos añejos con su propia marca de vino electoral.

Estaban deambulando en su jubilación y sin querer queriendo como dijera nuestro eterno Chavo se encontraron con un mesías: don Carlitos Mesa, haciendo coro todos con sus arrugas salían detrás de don Carlitos para anunciar la buena nueva, se abrazaban, lloraban,  porque lograron cuidar con sus vidas la sigla electoral que salvaría a Bolivia de los indios comunistas, con la única condición que toda —dos— la militancia partidaria de los legionarios sean miembros de la corte parlamentaria como premio a su consecuencia.

Con el nuevo mesías ensayaron ser oposición y se aburrieron, se cansaron de escuchar las odas a la política de don Carlitos, y se preguntaron: “somos muy jóvenes para jubilarnos y se respondieron: nuestras canas son de sinvergüenzura digo, de sabiduría, debemos ver un nuevo camino para nuestra amada patria que nos necesita”. Desecharon a su colega jubilado y le ofrecieron la sigla a Tuto Quiroga el nuevo mesías, y empezó a reiterarse el mismo relato.

Parece un relato costumbrista, descrito con sarcasmo y picardía criolla, que cualquier semejanza con la realidad es pura casualidad, pero lamentable y cómicamente es el relato del sistema político criollo boliviano.

El exponente de este drama comercial y prebendal es el Frente Revolucionario de Izquierda (FRI).

Con que traguito burgués estarán ch’allando, aunque le vaya mal a su candidato circunstancial la multitudinaria militancia serán los parlamentarios. Como dice el dicho popular quechua “cay runas pirqa uya kanku” (estas personas cara de pared son), es decir, sinvergüenzas compulsivos.

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El bombón Olañeta

/ 5 de diciembre de 2024 / 06:00

Casimiro Olañeta, arquetipo del político criollo que aspiró el aroma político que le benefició en la fase de las luchas independentistas, era parte de la estructura política colonial de la Audiencia de Charcas. Se incorporó al Ejército Realista comandado por su tío, el español Pedro Antonio Olañeta, que defendía la Corona española. Encabezó, por encargo de su tío, una delegación al Río de la Plata para negociar un acuerdo que deje a Pedro Olañeta como jerarca de la Audiencia y aplacar los levantamientos independentistas.

Ante el inminente triunfo del ejército libertario, se autoproclamó anti Corona, se unió al Mariscal Sucre, abrazando las banderas de la Independencia. En 1825 fue parte de la Asamblea que declaró la Independencia. Algunos historiadores coinciden en que fue el autor de la denominación “República de Bolívar” a la naciente república. En 1826 fue miembro de la Asamblea Constituyente que aprobó la primera Constitución Política del Estado.

En 1828 fue parte de la conspiración contra el presidente Antonio José de Sucre y lideró el primer golpe de Estado de nuestra historia al derrocar y desterrar al Mariscal. 

En la segunda Asamblea Constituyente (1831), convocada por Andrés de Santa Cruz, fue uno de los redactores de la Constitución, fue ministro de los presidentes Santa Cruz, Ballivián, Belzu, Velasco y Linares, además de diputado y diplomático.

Olañeta, el político que mutó política e ideológicamente del colonialismo al republicanismo, pasó de glorificar a los libertadores a derrocarlo mediante un golpe de Estado. Ese recorrido le dio la aureola para ser un engranaje de la estructura de poder del republicanismo colonial. Olañeta siempre fue oficialista, sin importar quién esté en el poder.

Manfred Reyes Villa no tiene un recorrido de esa envergadura, pero se asemeja a la habilidad política para estar siempre con el poder; es decir, ser siempre oficialista.

Sus pasos iniciales en los 90 como concejal fue del Movimiento Bolivia Libre, partido que estaba en el gobierno con el MNR; en 1995 postuló como alcalde por ADN; en 1997, ya con partido propio, NFR, fue parte de la coalición de varios partidos que hizo del exdictador reconvertido en demócrata presidente de la República. En las elecciones presidenciales de 2002 tuvo como acompañante a un ícono de la oligarquía masónica cruceña. Por mediación, instrucción y padrinazgo del embajador norteamericano, en 2003 fue parte del gobierno de Sánchez de Lozada.

En las elecciones de 2005 fue electo prefecto; fundó otro partido, Alianza de Unidad Nacional (AUN). Se alineó a la extrema derecha; públicamente apoyó el separatismo cruceño con la célebre frase “Santa Cruz, adelante con su independencia”.

Se autoexilió en Estados Unidos en 2010, volvió en los primeros meses del gobierno de facto y apoyó a la presidenta Añez.

En las elecciones municipales de 2021 fue electo alcalde con otra sigla electoral, Súmate, y se distanció de la extrema derecha cruceña, pero se alineó al gobierno de Arce. El exvocero presidencial Richter, uno de los confidentes del Palacio, denunció que esa adhesión implicó que fue beneficiario directo de la tenebrosa Sala Cuarta del TCP, que le absolvió todas sus sentencias penales y anuló procesos pendientes, habilitándolo electoralmente para las elecciones de 2025.

Manfred no es un híbrido ideológicamente; si bien no tiene la lumbrera para explicitar su matriz, es un político pragmático que encubre su identidad política de derecha inclinado a la extrema con un rostro de gestor público y frases que adornan el sentido común popular: “El país está triste porque la situación es crítica, no hay gasolina, no hay dólares, no hay diésel, una situación muy complicada. Pero vamos a salir adelante, yo tengo el modelo, tengo el programa y tengo la solución para el país”.

Es un eterno candidato para el escenario que se presente; puede ser para alcalde, prefecto/gobernador o presidente; cambia de color y sigla partidaria, como cambia la moda verano-invierno, sin pudor. Su discurso es la enunciación pública del “yo” acomodado a la coyuntura.

Olañeta era la manifestación típica del criollaje político, pragmático; su ética era ser fiel a sí mismo mientras se beneficiaba del poder. En cambio, Manfred es la manifestación de la crisis de la derecha; es un comodín que da oxigenación y apoyo que necesitaba y requiere el poder, por ello deambula siempre en los pasillos del oficialismo.

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Aprender de los pueblos

/ 26 de septiembre de 2024 / 06:10

La enseñanza de la última movilización política de las organizaciones y del Instrumento es para separarme de los slogans tóxicos: “enfrentamiento de los dos bandos evistas contra arcistas”, que posesionaron con fuerte sentido ideológico desde los medios, como una verdad, pero fetichizada.

El actor que es el sujeto político hegemónico de la política en este siglo tiene identidad étnica, territorial, sindical, que trasciende a la democracia liberal representativa, tiene la virtud de agendar la temática política como agenda que engloba la totalidad de la política, a los múltiples actores y con ello el conflicto.

Se constituyen en sujeto político enfrentándose al republicanismo colonial y sus élites señoriales aburguesados, exigían el reconocimiento de derechos que rompían el orden estatal vigente, esos derechos son sus códigos de vida como pueblos, por ello no se podían inscribir en el catálogo de respuestas o concesiones gubernamentales, sino en una nueva temporalidad donde el derecho conquistado se ejerce, pero en condición de autoridad estatal.

Previo a la Asamblea de Nacionalidades convocada por la CSUTCB en octubre del 92 conmemorando los 500 años de resistencia a la invasión española; a la marcha de Tierra y Territorio, Coca y Soberanía (1994); a la Guerra del Agua (2000); del Gas (2003); a la movilización aymara y la conformación del Cuartel Indígena de Qalachaca (2001), los campesinos y sectores populares periféricos en la versión liberal colonial eran vistos como usuarios electorales, con estos hechos históricos como movimientos que emergen de la autoconciencia explican la importancia de este tiempo y del sujeto histórico.

La marcha de la CONALCAM-COB (2008) que fue la más grande es la historia política, su importancia radica en la capacidad de representar temporalmente el sentimiento de la plurinacionalidad constituyente, este hecho es fundante, porque derrota a la resistencia racial y de clase, de las múltiples derechas políticas, cívicas, religiosas, mediáticas. Inscribe una nueva ruta, pero no logra superar la conflictividad propia del republicanismo colonial y capitalista.

Dos movilizaciones con implicancia estatal: la primera post crisis del 2019, la movilización de agosto del 2020 de obreros, campesinos, sectores populares, pusieron fecha de retiro al gobierno de facto, recuperaron la democracia con la movilización y con el voto el gobierno. La segunda, la movilización política, sindical, de los pueblos originarios, de sectores populares que partió el 17 de septiembre de Caracollo hacia La Paz.

Mediáticamente, con intencionalidad política a la movilización se le impone marca, pero como adjetivo: “el bando evista”, al desplazamiento de funcionarios públicos catalogan como “el bando arcista.”

Titular: “Empieza la marcha evista” seguido de otro titular “Sectores arcistas esperan en Vila Vila a la marcha evista.” Titulares que etiquetaron el conflicto. 

Titular: “Pacto de Unidad y COB arcista convocan a concentración en Ventilla para impedir ingreso de evistas”, la alcaldesa Copa, el dirigente de la COR de El Alto en una clara demostración de colonialismo actúan como corregidores y propietarios, amenazan con no dejar pasar la marcha y ordenan que salgan sus súbditos a impedir el ingreso.

El pronóstico mediático era el enfrentamiento, no se dio, pese a que los titulares mediáticos, las y los corregidores de ocasión incentivaban el desenlace de violencia.

Como decía el Che: “en la revolución lo extraordinario se vuelve cotidiano”, lo extraordinario ha sido la construcción y constitución del sujeto histórico que tiene cohesión unitaria, organización, memoria e identidad politizada, es lo cotidiano que aflora en tiempos de crisis.

Durante el desplazamiento no hubo enfrentamiento entre los marchistas que representan la plurinacionalidad y los habitantes aymaras de los municipios y comunidades, en El Alto el pueblo aymara y quechua no los enfrentó, por el contrario, los recibió y acompañó. Estos hechos describen la importancia del sentido comunitario entre pueblos, se ven y se sienten como hermanos.

La violencia es externa al movimiento y a los pueblos, generada por civiles, encapuchados con características parapoliciales, sin más argumento que el odio racial.

Las crisis son tiempos donde la memoria, la experiencia y el horizonte prevalecerá en el actor colectivo histórico, espero lo necesario, con ello es suficiente para seguir avanzando.

César Navarro Miranda es exministro, escritor con el corazón y la cabeza en la izquierda.

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