Junio en la memoria
El 11 de junio, la gloriosa e histórica Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB) cumplió 80 años de existencia
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José Pimentel Castillo
El 11 de junio, la gloriosa e histórica Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB) cumplió 80 años de existencia. En su nacimiento convergieron elementos que hacían inevitable su parto, su posición en el seno mismo de la oligarquía minera le permitía ver los lazos con el imperialismo y el sometimiento a sus intereses. Fue la masacre de Catavi (21 diciembre de 1942) que debeló a sus ojos esa dependencia. La empresa Patiño Mines simplemente se negó a acatar los aumentos autorizados por el gobierno, por instrucciones de su matriz, radicada en Delaware (EEUU). Por su lado, la Guerra del Chaco creó una conciencia nacional, desnudando la pobreza, la fractura social y desvertebración del territorio; al concluir, se nacionalizó el petróleo y se promulgó el Código del Trabajo, obligando a la organización de sindicatos. El gobierno del Tcnl. Gualberto Villaroel declaró el Día del Minero, convocó al primer congreso indigenal, permitió y alentó la creación de la FSTMB: las primeras resoluciones de su congreso pidieron al contexto internacional el reconocimiento del gobierno de Villarroel.
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La caída de Villarroel puso a los mineros en la vanguardia de la resistencia; en las masacres blancas (despidos) y rojas (con sangre) de Siglo XX y Potosí mostraron su valentía; la aprobación de la Tesis de Pulacayo y la implementación del bloque minero en el parlamento dieron resonancia a su voz y fue perfilándose un nuevo liderazgo. La madrugada del 9 de abril les encontró con los fusiles en la mano, fueron decisivas sus acciones en la Base Aérea de El Alto y el asalto al cuartel Camacho en Oruro, que concluyeron con la rendición del ejército oligárquico. Al triunfo revolucionario se impuso la consigna de nacionalización de las minas, que no estaba en el programa del MNR ni siquiera en la tesis de Pulacayo, sin embargo, era un sentimiento nacional. Apropiarse de las minas y los recursos naturales era la única posibilidad de desarrollar el país.
La visión del control estatal de la cadena productiva minera, desde la exploración, explotación, fundición y comercialización, haría de la Comibol una verdadera corporación de empresas que encararan de manera planificada la industrialización del país; para garantizar esto se requería la presencia de los obreros en órganos de dirección de la empresa no solo como control sino como partícipe en la toma de decisiones en sus políticas y proyectos. Esta visión se oponía a quienes propugnaban que desde el Estado —en el marco del capitalismo— se crearía la burguesía nacional, en base al desarrollo de la agroindustria y la vertebración caminera, más allá de la transferencia de recursos creados por la minería a los ahijados del gobierno de turno. Civiles y militares extremaron sus esfuerzos para dominar a los mineros, pero a todos estos gobiernos se sobrepuso y sobrevivió la Federación: la recuperación de la democracia tiene en la FSTMB, al igual que la COB, a los productores de la democracia.
Sin embargo, la democracia representativa y su sistema de partidos dividió al movimiento minero, haciendo imposible una propuesta coherente a la crisis que enfrentaba el gobierno izquierdista de la Unidad Democrática Popular, mucho menos a la arremetida neoliberal. La Marcha por la Vida (agosto 1986) fue la última batalla de los 30.000 mineros de la minería estatizada; luego vendría el desgranarse de ese ejército con la relocalización; la bandera revolucionaria se trocó por el pedido de garantizar las fuentes de trabajo y en esa condición se fueron desarrollando y formando las nuevas generaciones de los mineros. En el acto de homenaje a esta fecha, el presidente Luis Arce exigió orientación a los mineros como antes lo hicieron con la Tesis de Pulacayo y la riqueza de los debates en sus congresos, para ello hace falta imbuirse de la experiencia y las glorias de la otrora vanguardia del pueblo boliviano.
El 24 de junio se recordarán 57 años de la Masacre de San Juan, perpetrada en la mina de Siglo XX. El simbolismo de esta fecha se enmarca en la lucha permanente de los mineros, que coincidió con la presencia del Che en el sudeste boliviano. La bifurcación del escenario de combate era peligrosa para la dictadura, por lo cual no dudó en meter bala a los insumisos mineros; más pronto que tarde también sería liquidada la fuerza guerrillera. Los laureles de esta hazaña pronto se secarían y, al contrario, germinaría en el seno de los mineros su ansia de una nueva sociedad: el socialismo, aspiración plasmada en la Tesis Socialista de Siglo XX, aprobada en el XIV congreso nacional minero en 1970.
(*) José Pimentel Castillo fue dirigente sindical minero