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El mundo de Ludo
El francés Ludovic Rapenne muestra su cocina a la vista, el atractivo de este restaurante de Sopocachi.
El mundo de Ludo
La Razón (Edición Impresa) / Marco Fernández Ríos / La Paz
23:08 / 27 de junio de 2018
Ubicado en la zona de Sopocachi, en este local existe confianza mutua entre el chef y los comensales, ya que la cocina está a la vista de todos. Así es el restaurante Ludo, un emprendimiento gastronómico que invita a conocer más sabores de La Paz, gracias a la iniciativa de un francés que eligió quedarse en el país.
Desde un ratatouille con huevo frito y tocino, pasando por un ravioli de surubí, una trucha con almendras, una pechuga de pato, hasta una crème brûlée, Ludovic Rapenne es el protagonista de su negocio. Rodeado de ollas, cuchillos, cucharones, batidoras manuales, ollas, sartenes y los alimentos que necesita, el chef francés es el artista que mezcla los elementos para crear un platillo fresco y delicioso.
Ludo —como prefiere que le llamen— comenzó su gusto por la gastronomía en su natal Belfort —una ciudad en el noreste de Francia—, donde sus padres le dejaban solo, así es que decidió preparar su propia comida. “En un principio eran postres y después me arriesgué un poco más con platos calientes. De esa manera he decidido empezar mi carrera antes que ir a la escuela”.
Desde 1987 se dedicó a trabajar en restaurantes de su país, hasta que un amigo lo invitó, en 2004, a trasladarse a La Paz para cocinar en el restaurante La Comédie.
Acompañó el emprendimiento por varios años y le gustó Bolivia, por lo que incluso abrió un hotel, hasta que encontró un local que había estado cerrado más de 15 años, ubicado en el pasaje Gustavo Medinacelli 2268.
“Las cocinas suelen estar en el fondo de los restaurantes, en un hueco sin ventanas, pero nosotros ofrecemos una cocina a la vista, para que vean cómo preparamos la comida y no sentirnos encerrados”.
El local tiene un decorado de estilo industrial, con varios elementos metálicos en las paredes y en el techo. Ludo revisó todos los detalles de los trabajos con el objetivo de que el restaurante sea ante todo funcional. “Todo tiene que estar en su lugar para trabajar correctamente”. La otra razón es que el chef sufrió heridas graves debido a un accidente. “No debería caminar porque me partí la columna”. Pero se sobrepuso y ahora es el protagonista de su cocina, quien casi todos los días llega a las 08.00 para verificar que no haya fallas y siempre es el último en irse a casa después de la cena.
En cuanto a la gastronomía, el restaurante se diferencia porque la carta tiene siete entradas, nueve platos principales y tres postres, con sugerencias que cambian al menos tres veces por semana, de acuerdo con la temporada y las ideas que surjan en la imaginación del francés.
Como él es la estrella de su restaurante, así es que Ludo evita alejarse mucho y no tarda demasiado tiempo cuando debe ir de compras, porque sabe que “nos debemos a nuestros clientes”.
Conocedor de su mundo, Ludo saca los alimentos que necesita, se acomoda delante de la cocina y vuelve a hacer lo que más le gusta, esta vez en el pasaje Medinacelli, la vía que considera que es la más pintoresca de la sede de gobierno.
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