La noche de Halloween es una ocasión perfecta para reunir amistades y poner en marcha tu creatividad. El primer paso es, sin duda, la invitación, que debe ser sugerente e incluir los colores naranja y negro.

Una vez que tienes el número de invitados confirmados, pon manos a la obra para que tu casa luzca tenebrosa. Cambia tus focos por otros de menor potencia. Coloca telarañas en las esquinas (consigue un montón de algodón y estíralo); puedes poner encima arañitas de plástico.

Sitúa adornos de calabaza por todos lados y ambienta techos y mesas con globos anaranjados, negros y morados que tú misma puedes pintar a manera de caras, con marcadores.

Las telas de gasa rasgadas se emplean sobre todo como manteles. Otra opción más sencilla son los plásticos negros y anaranjados.

Si se trata de una fiesta infantil, usa máscaras, caretas y manos que salgan de los lugares más inesperados. Aunque no es un cumpleaños, el momento central será la piñata con pequeños objetos horrorosos —evita los chupetes, pueden lastimar—. Por último, reúne a los pequeños en torno a la torta de Halloween y no olvides la música de misterio.

Organizar una fiesta de Halloween despertará tu creatividad y la de tu familia, y será una noche que recordarán durante años.