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‘Homo Deus’
La Razón (Edición Impresa) / Carlos Villagómez
23:59 / 04 de diciembre de 2017
En este tiempo polarizado, de blancos y negros absolutos, del “estás con nosotros o estás con ellos”, aparecen grises donde menos se lo imaginan: desde la ciencia y la tecnología.
El joven historiador israelí Yuval Noah Harari ha publicado su segundo éxito de ventas: Homo Deus. Con una prosa reconocida por inteligente y cáustica, Harari despliega un conjunto de posibilidades tremebundas sobre el futuro de la humanidad, tan espeluznantes que el mismo término humanidad ya no serviría. El futuro pertenecerá, dice, a otras entidades.
Para explicarlo, resumamos groseramente el texto. Harari plantea que los objetivos mayores de la humanidad como vencer las enfermedades, el hambre y las guerras estarían a punto de ser logrados. Apoyado en numerosas referencias históricas y científicas, estas grandes metas son ya logros inobjetables del Homo Sapiens. Ahora nuestra especie está buscando otros objetivos desconcertantes: la inmortalidad, la felicidad y la divinidad. Apoyado en pensadores como Kurzweil, De Grey o Montenegro (no el nuestro) que predicen el futuro de la revolución tecnológica y del diseño inteligente (AI), junto a otros autores especialistas en avances científicos y biológicos sobre la evolución de las especies, Harari plantea que estamos en el umbral de un cambio sin precedentes en la historia humana. En decenas de años más, nos transformaremos en entidades, entre orgánicas e inorgánicas (cyborgs), superiores en todo sentido. Llegaremos a ser tan fuertes, tan cultos, tan sanos y tan interconectados que superaremos al Homo Sapiens para ser una entidad ultrapoderosa e inmortal: Homo Deus, un dios-hombre. Vaya futuro.
Lo peor de todo es que el autor menciona, claramente, que solo algunos, los más poderosos (nuevamente la selección natural de la especie humana), alcanzarán a serlo. Los demás seremos especies inferiores y recibiremos el mismo trato que ahora damos a los animalitos. ¿Y quiénes son ellos? Pues a no dudar, las sociedades más desarrolladas y con enorme acumulación de capital.
Mientras seguimos pensando que el centro del universo está en el Vaticano o en Moscú (sacrosantas sedes), y creemos que la verdad eterna está tallada en sagradas escrituras como la Biblia o El Capital, otros invierten su dinero en esa nueva religión e ideología: el dataísmo, sitio: en Silicon Valley. Y, ojo piojo, no es el consabido estadio superior del capitalismo, es otra cosa, aún ininteligible.
Yuval Noah Harari ha enervado a los fanáticos de las religiones. Marxistas y beatos, en coro, han lanzado el grito al cielo. Pero, ver a un boliviano del último rincón patrio prendido a su smartphone es como ver a un fetito de cyborg.
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